Tengo que reconocer que al personal en salud, y sobre todo a los médicos, cuando vemos que ya no tenemos tratamientos que ofrecer, pensamos en que “no hay nada que hacer”.

Pero quiero compartirles algo: cuando se nos acaban las opciones curativas, SIEMPRE hay algo que hacer.
Hay momentos donde reconocemos más la cercanía de la muerte que los signos de vida en un paciente.

Ese momento no es nuestra derrota.

Es un momento trascendental en el sentido más místico y textual de la palabra. Somos testigos de ese momento: la invitación es a ser actores.
El fin de vida de alguien nos marca a todos. A quienes asistimos desde cualquier lado del escenario. Nosotros tenemos nuestro rol ahí.

No se trata de generar falsas esperanzas ni sugerir tratamientos que no van a lograr ningún efecto real y que pueden aumentar el sufrimiento.
Es un ejercicio no solo científico, sino humano. Y sé que muchos de nosotros no logramos recibir entrenamiento suficiente cuando estudiamos.

Lo primero es pararse en la sensatez y la empatía. No tenemos que dejarnos invadir por la tristeza. Pero debemos evitar aumentarla
Me entristece ver que todavía no sabemos qué podemos hacer.

Desde lo farmacológico. Desde lo administrativo. Desde lo humano.

Y no es que diga que sea fácil. Pero podemos intentar hacer algo porque la situación pueda ser un poco mejor.
La mayoría de las personas no quieren morir solas.

La mayoría de las personas quisieran estar acompañados de los suyos.

La mayoría de las personas quisieran que el ambiente fuera lo menos agresivo e invasivo que se pueda si no van a poder morir en casa.
La mayoría de las familias necesitan que los apoyemos en ese momento. Facilitar unas sillas, un vaso de agua, una aromática, preguntar si necesitan algo más, indagar por creencias religiosas y ver si se puede ayudar, buscar un número de teléfono, hacer algunas llamadas. Todo eso.
La mayoría de las familias quisieran algo de privacidad. Poder ver y ojalá tocar a la persona que aman. Poder hablarle.

Tener a quien preguntarle lo que está pasando y lo que se espera que pase. No tenemos que huir. Podemos, respetuosamente, estar presentes cuando sea necesario.
Podemos disminuir el ruido de la habitación y del ambiente y evitar interrupciones innecesarias.

Podemos averiguar si se puede dar el permiso de que hayan varias personas presentes según cada caso en particular (la pandemia nos deja ahí grandes conversaciones pendientes).
La mayoría de las personas tienen tantas emociones que tendremos que saber que a veces lo que nos dicen no va dirigido hacia nosotros. Algunas son muy duras. Debemos aprender a escuchar y comprender qué a veces quien nos habla es el dolor.

No sumar nuestras emociones ahí.
Y no tenemos que discutir ni frustrarnos cuando la gente dice que “yo sé lo que me está diciendo, pero yo tengo Fe que se nos va a dar este milagro.”

Sé que suena confuso, sé que parece indicar que no se ha entendido la información, o peor aún, que no nos creen.
Pero reconocer que lo que se necesita en ese momento es un milagro, es ya la señal de que HAN ENTENDIDO que no es un problema que los humanos puedan resolver.

Nosotros seguimos siendo a pesar de todo lo que hayamos estudiado, simplemente eso: humanos. No hacemos milagros.
Es cierto; a veces lo que se necesita es eso, un milagro. Reconocer y saber expresar que, aunque quisiéramos que ese milagro se diera, en lo que respecta a nuestro trabajo, no tenemos una cura disponible.

Los humanos pedimos milagros, pero estos no están en nuestras manos.
No estoy diciendo entonces que sean momentos fáciles, situaciones fáciles, conversaciones fáciles.

Lo que quiero señalar es que son muy importantes y muchas veces marcarán la vida de los que quedan. Vale la pena entonces intentar hacerlo lo mejor posible.
Hay literatura sobre manejo paliativo, desde básica hasta avanzada. Dejo algunos textos y aclaro que cuidados paliativos NO es mi tema de experticia.

minsalud.gov.co/sites/rid/List…

secpal.com/%5C%5CDocument…

paliativossinfronteras.org/bioetica-y-der…

scielo.br/j/bioet/a/Nb4R…

aci.health.nsw.gov.au/palliative-car…
Los que tengan correcciones o sugerencias, bienvenidos. Este es solo un aporte.

Pero lo que sí quiero es hacer la invitación a que nos sentemos a pensar no solo en la muerte de nuestros pacientes, sino en el escenario de que sea la nuestra o la de uno de nuestros seres queridos.
Empezamos con tareas:

Si sabemos que una intervención puede generar un resultado que afecta la calidad de vida de manera tal que nosotros no aceptaríamos ese resultado, preguntemos específicamente ese punto antes de avanzar, explicando que implicaciones tendría ese tratamiento.
No hay muchos voluntarios para algunos resultados médicos. Pero deberíamos saber que nuestros pacientes tampoco los quisieran. Los que deseen revisar algo académico, les dejo el link. jamanetwork.com/journals/jamai…
El personal de salud muere de manera diferente a el resto de la población. Pueden poner en Google “how doctors die” y aparecerán bastantes resultados. Posiblemente ya lo hayan comentado con sus compañeros; yo con muchos de mis estudiantes he hecho el ejercicio en clase.
Reconocer que la medicina de la evidencia y los artículos puede ser diferente a la voluntad, los deseos y la dignidad del paciente ante nosotros.

Y en nuestro ejercicio profesional, son estos últimos los que deben guiar nuestro actuar, y mucho más aún al final de la vida.
Que hacer cuando la muerte es inminente?

No abandonar a nuestro paciente. Eso no quiere decir irnos a formular en la historia clínica a ver cómo van los signos vitales.

Hay alguien vivo en esa habitación que aún está a nuestro cargo. Y hay cosas para hacer.
Respeto a la dignidad. Humildad. Si nos nace, compasión. Aceptar que nuestra profesión tenía como riesgo el tener que conocer el sufrimiento humano y presenciarlo y sentir que somos impotentes ante esto.

Pero como seres humanos, podemos hacer mucho. SIEMPRE habrá algo qué hacer.
Y no importa si no hay alguien que nos lo agradezca. E incluso el dolor y la ira son de tal magnitud que a veces somos atacados. Y eso da miedo y desmoraliza. Lo sé porque lo he vivido. No se trata de ser mártires, pero sí entender que en el fondo hay un dolor inmenso desbordado.
Quedarnos de brazos cruzados a veces mata por dentro a esa persona que somos que decidió trabajar en salud “porque quería ayudarle a la gente.”

Ayudar en el momento más doloroso del otro puede ser muy complejo, puede dolernos. Pero no solamente nos puede hacer sentir bien.
Puede que ahí encontremos las respuestas a las preguntas más difíciles que nos hemos hecho como profesionales y cómo personas. Al menos yo he tenido esa fortuna.

Entonces los invito a que lo consideren. Estoy convencida que vale la pena hacerlo.

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Jan 19
Bueno, preparación para una pandemia: Hablar.

Hablar con los que queremos.
Hablar sobre cómo nos gustaría vivir.
Hablar sobre lo que más valoran en su vida.
Hablar sobre lo que se pide hacer por amor
Hablar sobre lo que para ellos sería peor que la muerte.
Hablar sobre que quisieran ellos que nosotros hiciéramos en caso de que estén mal.
Hablar sobre el límite al que nunca quisieran que los dejáramos llegar.
Hablar sobre el amor que es respetar la voluntad del otro.
Hablar sobre lo doloroso que es aceptar la muerte del otro
Hablar sobre que dejar morir es también a veces un acto de amor, de compasión.

Hablar sobre la muerte, porque ella no dejará de llegar porque no la mencionemos, porque siempre llegará y es mejor que sepamos dónde pararnos.
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Jan 17
El problema grande en Colombia en este momento no son las camas de UCI. Tiene más peso la pobreza, la salud mental, las barreras de acceso, la inequidad, los menores de edad desescolarizados, la pérdida de confianza en las autoridades, la fatiga del talento humano en salud.
Leyendo lo que he visto en el día de hoy, parece que no hemos entendido dos cosas

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Pero, repito, ese no es el rol de la medicina.
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Oct 24, 2021
“Estar hospitalizada es mi regalo de cumpleaños”

Si creen en el equilibro del universo, en la telaraña cósmica o en Dios, les pido que le manden toda la mejor energía, toda la fua, a mi vecina del lado del día de hoy. Mañana cumple años. A mi me daban de alta. Ella se queda.
Vivir con dolor puede ser eso: que el mejor regalo sea saber que vas a estar un día sin dolor. Así sea en un hospital. Así sea que te esperen varios chuzones con agujas de esas que van hasta el fondo.

Imagínate estar feliz porque sabes que eso es lo mejor que te puede pasar.
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Aug 22, 2021
He perdido ya la cuenta de cuántas veces me han llamado de hospitalización o de urgencias porque hay un paciente con COVID con la oxigenación terriblemente mala y que no quiere que lo intuben.

Tú llegaste tan mal que el médico subió a la UCI a buscarme.
A duras penas estás despierto. Necesitaríamos estabilizarte antes de pensar en hacer algo. Bajamos con un plan A y apenas te vemos sabemos que tendrá que ser el B o el C. Ni siquiera puedes decir cómo te sientes. Te pido que con la cabeza me digas si o no a lo que te pregunto.
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Jan 13, 2021
Venga, aclaremos algo.

Interés en generar pánico: cero. Que la gente con miedo hace más errores.

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