En la moral conservadora es más grave hurtar dos cremas que una trama de corrupción en la universidad pública para regalarte un master.
Expoliar lo público es algo aceptable para ellos, pero atentar contra la propiedad privada es anatema.
Vamos, que es de pobres.
Por abrirte sociedades en un paraiso fiscal te invitan al club de campo. Pero robar dos cremas es la típica cosa por la que te retiran el saludo en el Barrio de Salamanca.
