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Alex Riveiro @alex_riveiro
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Todos conocemos la exitosa historia de Neil Armstrong. Fue el primer ser humano en pisar la superficie de la Luna. Pero su historia pudo haber sido muy diferente antes, incluso, de que se embarcase a bordo del Apolo 11. La misión Gemini 8 pudo acabar con su vida...
Gemini 8 fue la sexta misión tripulada del programa Gemini de la NASA. La misión consistía en realizar el primer acoplamiento de dos naves espaciales en la órbita de la Tierra. Era la decimosegunda misión tripulada de Estados Unidos, y la vigesimosegunda de la historia.
Hay que decir que en esas misiones se incluyen los vuelos que llegaron a alcanzar 100 kilómetros de altura. Neil Armstrong fue el segundo civil estadounidense en volar al espacio (el primero fue Joseph Albert Walker en el Vuelo 90 de X-15 (un avión hipersónico).
Pero situémonos. Estamos hablando de la década de 1960. El 6 de junio de 1963, la Unión Soviética hace historia al poner en órbita a su primera civil. Una mujer de la que hablé largo y tendido hace algún tiempo aquí, Valentina Tereshkova:
La tripulación de Gemini 8 estaba formada únicamente por dos personas. Neil Armstrong, como piloto comandante y David Scott, en la actualidad un astronauta retirado (tiene 86 años). Para ambos, Gemini 8 fue el primer vuelo espacial. Una misión aparentemente simple.
La nave estaría en una órbita con un perigeo (punto más cercano a la Tierra) de 159,8 kilómetros y un apogeo de 298,7. Completaría una órbita alrededor del planeta cada 88 minutos. Es una órbita más pequeña que la de la Estación Espacial Internacional:
La misión de Gemini 8 duraría tres días. Después de completar tres órbitas, en la cuarta se acoplaría con el vehículo Agena. Agena había sido lanzado poco antes y estaba en una órbita circular de 298 kilómetros de altura. Sería el primer acoplamiento espacial de la historia.
Se habían planificado, en total, cuatro acoplamientos. Durante el primero, David Scott, además, llevaría a cabo un paseo espacial (una “actividad extravehicular”, o EVA, como se le llama en inglés) de dos horas y diez minutos, en los que ejecutaría diferentes actividades.
Sería el primer paseo espacial desde el de Ed White en junio de 1965, durante la misión Gemini 4. Sujeto a un cable de 7,6 metros de longitud, durante una órbita y media, Scott recuperaría un pequeño experimento que estaba en la parte frontal de la nave Gemini 8.
Además, activaría un experimento para micrometeoritos instalado en el vehículo Agena. Después, regresaría de nuevo a Gemini y probaría una herramienta más. Por si todo esto no fuera suficiente, durante ese paseo espacial, Armstrong también separaría la nave del Agena.
Scott llevaría consigo un paquete de apoyo extravehicular (ESP por sus siglas en inglés). Era algo así como una mochila con oxígeno, freón (combustible para poder utilizar su unidad de mano) y una extensión de 23 metros para su cable. Con todo eso, haría varias prácticas.
Ejecutaría diferentes maniobras mientras se mantenía en formación con los vehículos Gemini y Agena, a unos 18 metros de distancia, y al mismo tiempo que Armstrong con la nave Gemini. Pero todo esto se quedó solamente en un cúmulo de buenas intenciones y objetivos.
David Scott nunca llevó a cabo su paseo. El vuelo tuvo que ser abortado por un fallo crítico que ocurrió poco después de que la nave Gemini 8 se acoplase con Agena. En ese mismo vuelo había varios experimentos (tres científicos, cuatro tecnológicos y uno médico).
La nave Gemini 8 fue puesta en órbita el 16 de marzo de 1966 por un cohete Titan II. No hubo nada significativo durante el lanzamiento. No se detectó ninguna anomalía ni en la nave ni en el cohete. A la hora y 34 minutos de misión, se realizó el primer ajuste del apogeo.
A lo largo de las primeras horas, se realizaron varias correcciones más, en la órbita de la nave, para poder ajustar la órbita y poder realizar la misión de acoplamiento con el vehículo Agena. El lanzamiento del vehículo también había transcurrido sin ningún problema particular.
Pero, en cualquier caso, antes de intentar el acoplamiento, los astronautas se mantuvieron en una órbita estable, a solo 46 metros de distancia, para inspeccionar visualmente la nave, en busca de posibles daños que pudiesen comprometer la misión. No vieron nada extraño.
Desde superficie, recibieron la señal para llevar a cabo la maniobra. Armstrong comenzó a acercar Gemini 8 a una velocidad de 8 centímetros por segundo. Unos minutos después, lograban acoplarse con éxito a Agena. Scott transmitió a tierra que la maniobra había funcionado.
Pero en la superficie había sospechas de que el sistema de control de altura de la nave Agena no estaba funcionando bien. Quizá, pensaron, no se había almacenado el programa correcto en sus sistemas, pero no fue así, los sistema de la nave Agena estaban funcionando bien.
Esto es importante porque la nave Gemini 8 no estaba constantemente en el alcance de las comunicaciones con Control de Misión en la superficie. De hecho, dijeron a los astronautas que abortasen inmediatamente la misión de acoplamiento si ocurría cualquier cosa con Agena.
Con este escenario, la nave Agena comenzó a ejecutar su programa de órdenes. La nave, ya combinada con Gemini, tenía que moverse 90º a la derecha. Pero Scott se dio cuenta de que también había un movimiento vertical. Armstrong utilizó los motores de Gemini 8 para detenerlo.
Pero, tras detener ese movimiento vertical (que no debería suceder) volvía a comenzar. Esto sucedió, precisamente, mientras estaban fuera del alcance de las comunicaciones con Control de Misión. Estaban solos, en el espacio, con una nave que parecía fuera de control.
Neil Armstrong observó que el combustible de Gemini 8 había descendido al 30%. Era una señal de que el problema quizá no fuese Agena, sino su propia nave. Preocupados porque el movimiento vertical pudiese dañar a una, o ambas naves, se desacoplaron para ver qué sucedía.
De no hacer nada, no solo cabía la posibilidad de que ambas naves pudiesen sufrir daños (quizá irreparables). Agena, que iba muy cargada de combustible, podía explotar. Scott devolvió el control de Agena al centro de mando en la superficie. Armstrong estaba en su propia batalla.
Mientras Scott hacía eso, él luchaba por lograr estabilizar el vehículo (todavía combinado con Agena) lo suficiente para poder llevar a cabo el desacoplamiento. En cuanto lo consiguió, Scott desacopló la nave y Armstrong utilizó los motores para alejarse de Agena.
Estaban separados y ahora era posible ver qué sucedía. El problema no era estar acoplados a Agena. Al contrario, las cosas solo fueron a peor. Sin la conexión con Agena, y su masa adicional, Gemini 8 comenzó a moverse todavía más rápido. El problema estaba en su nave.
Llegó hasta el punto de que Gemini 8 daba una vuelta sobre sí misma cada segundo. Algo que provocaba que los astronautas tuviesen visión borrosa y que pudiesen perder la consciencia o sentir vértigo. La solución la encontró el mismo Armstrong en medio de todo aquel caos.
Decidió apagar el Sistema de Maniobra y Altura en Órbita (que había estado usando para acoplarse con Agena) y en su lugar utilizó los motores del Sistema de Control de Reentrada para poder detener el movimiento de la nave. Tiempo después, Scott alabó aquella acción.
Dijo, al parecer, algo así: “Era un tipo brillante. Conocía el sistema muy bien. Encontró la solución, y la activó, en circunstancias extremas... estar volando con él lo convirtió en mi día de suerte”. Tras lograr estabilizar la nave, intentaron determinar qué era lo que sucedía.
Probaron cada uno d ellos motores del Sistema de Maniobra y descubrieron que el motor número 8 estaba atascado. El 75% del combustible para la reentrada se había utilizado para detener el movimiento de la nave y la normativa de la misión era muy clara respecto a ese sistema.
Si el Sistema de Control de Reentrada se usaba, por cualquier circunstancia, el vuelo tenía que ser abortado. Así que se prepararon para un aterrizaje de emergencia. Se decidió que Gemini 8 reentraría en la atmósfera al completar su siguiente órbita, para realizar el rescate.
La idea original era que cayese en el Atlántico tres días después. Pero, en su lugar, lo haría en otra región donde había un segundo grupo de rescate. El barco USS Leonard Mason viajó al nuevo lugar de aterrizaje, 800 km al este de Okinawa y 1 000 al sur de Yokosuka (en Japón).
La reentrada tuvo lugar sobre China, fuera del rango de alcance de las estaciones de monitorización de la NASA. En la misión de rescate también participaron varios aviones. El piloto Les Schneider fue el que vio el descenso y aterrizaje, que sucedió como se había previsto.
Tres rescatadores se lanzaron al mar y acoplaron un flotador a la capsula. Tanto los rescatadores como los astronautas sufrieron mareos. Los astronautas fueron extraídos tres horas después. Estaban agotados, pero habían sobrevivido al vuelo y su estancia en el mar sin problemas.
Cuatro meses después de esta misión, la tripulación de Gemini 10 volvió a acercarse a la nave Agena (que ya no tenía combustible porque se hicieron multitud de pruebas desde superficie para ver que todo funcionaba bien) para recuperar el experimento de micrometeoritos.
No está muy claro qué provocó que ese motor fallase. Lo más probable es que fuese un cortocircuito. La energía seguía llegando al motor a pesar de estar desconectado. Para evitar ese problema, se cambiaron los diseños de las naves posteriores para que no se repitiese.
A raíz de este incidente, la NASA creó un nuevo protocolo para estudiar las misiones en las que se producían fallos muy importantes. Ya tenían un programa similar para esas investigaciones, basado en el mismo que se utilizaba en las investigaciones de accidentes militares.
Este protocolo tuvo que ser usado por primera vez el 27 de enero de 1967. Cuando la nave Apolo 1 falló de forma catastrófica. La misión nunca llegó a volar. Los tres tripulantes fallecieron a causa de un incendio que tuvo lugar en la cabina durante un ensayo previo al vuelo.
La misión de Gemini 8 tenía que ser algo rutinario. Se quedó en un gran susto y en una demostración del conocimiento de Armstrong sobre los sistemas de la nave en la que estaba. Gemini 8 fue la primera nave estadounidense que sufrió un fallo crítico en el espacio.
Fue la primera, por tanto, que puso en peligro la vida de sus tripulantes y que obligó a que la misión fuese suspendida de forma inmediata. Regresaron a la Tierra sanos y salvos. Solo hubo otra misión que tuviese un fallo crítico en el espacio, la de Apolo 13.
Neil Armstrong salió de aquella misión (Gemini 8) con, probablemente, un buen susto. Pero la historia de nuestra especie le tenía reservado un lugar especial. Tan solo tres años después, en 1969, viajó con Apolo 11 a la Luna y se convirtió en leyenda: twitter.com/i/moments/9124…
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