Txapote asesina a Fernando Múgica mientras Lasarte, metido en el grupo de los "arrepentidos" aunque no haya pedido jamás perdón ni haya ayudado a esclarecer ninguno de los numerosos crímenes en los que estuvo involucrado, encañonaba a Jose Mari que, desesperado,
intenta socorrer a su padre. Un par de días después, HB, el partido de Otegi, Rufi Etxebarria, Jon Idigoras, Eva Forest, Iruin y compañía, lanza un comunicado: el asesinato de Múgica es "una nueva acción de contestación a la estrategia española de liquidación del pueblo vasco".
Fernández Vara jamás se haría hoy una foto con Otegi, como ha hecho Mendia, Ortuzar —en el homenaje a Múgica hace dos años, el entonces candidado a la presidencia Sánchez no pudo acudir precisamente por estar discutiendo con este condiciones para su investidura.
"El grado de implicación del PNV va a ser directamente proporcional al grado de acuerdo con la agenda vasca", diría Ortuzar— y Lander Martínez, de Podemos. Hace 22 años otro presidente autonómico extremeño, el también socialista Rodríguez Ibarra, llamaba imbécil a Anguita
después de que el referente de Unidos Podemos comprara la mercancía averiada de HB de justificar el asesinato de Múgica con la guerra sucia. En marzo de ese mismo año, un mes después del atentado, se celebraban elecciones. ¿Cuál fue la estrategia del partido de Otegi?
Intentar pasar un vídeo de tres encapuchados de ETA como propaganda electoral en los minutos cedidos a los partidos políticos para la televisión. Un año después, ya encausados, los miembros de HB hicieron lo que acostumbran: culpar de esta "acción" a Roberto Sampedro,
un miembro del departamento de comunicación curiosamente fallecido unos meses atrás. Fueron unas elecciones condicionadas por la banda terrorista. Tan solo unos días después del asesinato de Múgica, Jon Bienzobas asesinaba a Tomás y Valiente en su despacho de la UAM.
Siendo febrero, quizás no fuese día de playa, aunque Otegi tampoco hace ascos al monte. El presidente no ve polémica en la famosa foto de la cena. "El PP y Ciudadanos también lo hacen", señala. Desconozco si Arrimadas ha escenificado alguna comida estos días
con los asesinos de Jose María Bultó. No será porque a algunos en TV3 no les gustaría. En cualquier caso, quizás Sánchez y Mendia hayan olvidado aquello que escribiera Tomás y Valiente sobre la transición en Las faltas del general superlativo, tres años antes de su muerte:
"Hemos hecho en este país la transición a la democracia sobre la bisagra de una reforma cimentada en el silencio y la ruptura de la espiral de la venganza. Así había que hacerla y no hay que arrepentirse de ello.
Pero del silencio al olvido y la ignorancia solo hay dos pasos y sería pernicioso que muchos los dieran". Sería pernicioso que el presidente del gobierno ignorase de forma voluntaria quién es ese tipo que aparece en esa foto tomando champán.
El día en que Múgica es asesinado, la banda y su entorno carga con más de 500 muertes a sus espaldas, la gran mayoría en democracia. Aún se hará cargo de casi cuatrocientas más. Además de a Múgica y a Tomás y Valiente, en aquel 1996 ETA asesinó a otras tres personas:
a un granaíno de 27 años viviendo en Córdoba; a un señor de 52 años, bombero voluntario, padre de tres hijos, mientras regresaba de las fiestas patronales de su pueblo; a un ciudadano de 36 años, padre también de tres, después de dejar a su hijo pequeño en la guardería.
Hoy, mientras los que juran el cargo por imperativo legal y un buen puñado de personas en los medios —esos que nunca ven homenajes a los etarras que son recibidos como héroes, con parafernalia fascistilla de colores verde, blanco y rojo— se encargan de presentarnos a Otegi
como a un tipo afable con quien es normal tomarse unos pintxos en estas fiestas, los hay, como Jose Mari Múgica, que dicen, con tristeza, con cierta melancolía, pero con determinación, "no en mi nombre". Porque el presidente del gobierno no puede ser un ignorante, ni un cobarde.
Porque no puede ignorar la hemeroteca de Otegi, pero tampoco su presente, los contenidos de la página web de Sortu o las políticas de Uxue Barkos en relación a las víctimas del terrorismo, que mañana volverán a salir a la calle después de soportar que les llamen carceleros.
El presidente del gobierno no puede ignorar que una amplia mayoría de quienes más hicieron —y perdieron— por conseguir que España fuese la democracia plena que hoy es le piden memoria, justicia, dignidad o, en su defecto, elecciones.
