,
8 tweets,
2 min read
Read on Twitter
Solo para recordar. En la mañana del 11 de enero del 49 a.c., el gobernador de la Galia Cisalpina, acompañado de una cohorte, cruzó el río Rubicón, contra la orden del Senado romano que prohibía expresamente eso, condenándolo como un gesto sacrílego y parricida, o sea, un delito.
Era un movimiento que no implicaba mayor dificultad, no era lo que comúnmente llamamos una hazaña, y sin embargo, tuvo una enorme repercusión en la historia de Occidente. Según la historia, Cayo Julio César, que así se llamaba el gobernador, paró en la orilla del vado del río...
... tal vez sopesando por unos segundos las consecuencias de tal gesto. Y un miembro de la cohorte, arrebatado, arrancó una trompeta a un heraldo y haciéndola sonar con fuerza, avanzó sobre el vado. Julio César reaccionó rápido y exclamando ¡Alea jacta est! avanzó sobre Roma.
Esta pequeña viñeta muestra que las más de las veces, los actos verdaderos, los que generan un antes y un después para la vida de un sujeto, son una mezcla rara de cálculo y salto al vacío, y que a veces, algo empuja. Y si ese sujeto está en una posición de liderazgo político...
... entonces puede implicar un antes y un después para quienes han depositado en él su confianza. Creo que el sujeto Juan Guaido atravesó su propio Rubicón personal, pero, al mismo tiempo, el diputado Juan Guaidó da el paso de Rubicón que la oposición venezolana no había dado.
Hubo muchas ocasiones en las que los líderes de la oposición venezolana se detuvieron al borde del desafío abierto al régimen más horroroso de la historia del subcontinente, sin atravesar ese Rubicón, dejando en quienes les seguían indignación, confusión, desolación y decepción.
Que Guaidó haya dado este paso, nos compromete a todos a cruzar nuestro propio Rubicón, para, junto a él, avanzar sobre lo que queda de la tiranía más vil, cruenta y oprobiosa que nos haya tocado vivir, desarraigarla y educar a las nuevas generaciones para que no se repita nunca.
El paso de Guaidó nos abre la oportunidad de comenzar a avanzar en el camino que permita recobrar las libertades ciudadanas, hoy confiscadas por una satrapía impresentable que solo busca devorar nuestro futuro. Crucemos también, con él, nuestro Rubicón. ¡La suerte está echada!
