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Después de la mega devaluación de 2018, pensaba que pisar un supermercado alemán sería prohibitivo para un argentino. Sin embargo, en Berlín uno se cruza con muchos productos que están más baratos que en Buenos Aires. Vamos con hilo (1/6) 
La leche Milfina (Molfino en alemán?) cuesta 63 centavos de euros, es decir 32 pesos argentinas. Más barata que la Martona de Productos Esenciales que llegó para reemplazar a la Armonía de Precios Cuidados. Y sin cupo de dos sachets por persona. (2/6)
Lo de las cápsulas de café es otro misterio argentino. En Alemania se consiguen las falsa Nespresso a menos de 150 pesos y las Dolce Gusto originales a $ 240, es decir exactamente la mitad que en la Argentina, cuando la empresa que las vende es la misma (Nestlé) (3/5)
Otra muestra del famoso costo argentino es el de los alimentos importados. Se puede entender que para proteger a la industria local se aplique algún arancel pero que la misma pasta italiana en Argentina cueste casi tres veces más que en Alemania es difícil de explicar (4/6)
Sibarita (una marca que se volvió un genérico para identificar a la categoría de pizzas congeladas que de sibarita no tiene nada) es otro ejemplo de lo poco para qué sirvió la devaluación. En Argentina el kg de Sibarita cotiza a €10 contra los €2,47 de la Riggano alemana (5/5)
La cerveza es otra categoría en la que con la conversión a pesos salimos perdiendo. Las latas de marcas alemanas “entry level” (más baratas en la jerga de la industria) cuestan $20 contra los $30 de Schneider (alemanes santafecinados) o Isenbeck (alemanes made in Zárate) (6/6)
