Papá no me dejó pagar. Nos fuimos. Esa noche volví a pasar. Esa noche miré hacia adentro del bar. Estaba ahí.
Nos gustábamos, pero ella dijo "te amo", y de ahí todo fue en declive.
Hasta que un día llegó un "todavía te amo" por SMS.
Un año. Pum! Un SMS, no un whatsapp. Un SMS.
"¿Cómo estás? Fui a buscar a mi sobrino al jardín y ahora entro a trabajar. Vos bien? Tu vida?"
Y soy curioso. Cúlpenme. Soy así. Tenía que verla, saber de ella.
Sin redes sociales no había forma de encontrarla. Padrón electora? Nombre demasiado corriente.
Y tipeé: quince, cinco, ochenta y tres... ya saben, en el campo para URL de google.
Jamás tendría que haberlo hecho.
Si vos, lector, sos como yo era en ese entonces, te cuento: Escort es una "acompañante", una prostituta VIP, que le dicen...
Lo peor no era que era ella. Lo peor era lo que decía el sitio. Que permitía el derecho a réplica. Que no censuraba nada. Lo peor era yo sin poder parar de leer. Siendo adicto a las reviews de los usuarios. Dije USUARIOS. Sí.
Creo que los escritores de reviews deberían ser literatos. Detalles. Lujo de detalles. Era ella. Era ella y me rompió el corazón.
No tenía redes sociales, vestía las mejores ropas, dividíamos los gastos de las salidas, la última tecnología en todo.
Yo siempre gané más que ella, pero ella podía pagar mi alquiler.
Con el perdón pasa lo mismo. Ella no existe. Él tampoco.