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Mi participación en #veranoderelatos está dedicada a Rutger Hauer, y basada en las imágenes 10 y 2. Como no podía ser de otra manera se titula "Eclipse".
@CarmenGBarroso ahí va!
Todo comenzó con el eclipse de sol. Cuando el mundo oscureció y se volvió loco. Y terminó cuando la noche también se volvió oscura como la boca de un lobo, con el eclipse de luna.
Ella sabía el poder que estos fenómenos tenían sobre los de su clase.
Había oído historias de lobos y halcones y del poder que el eclipse les dio.
Sin embargo, no todos los de su clase estaban malditos. La transformación, a veces, era a voluntad y el hecho de habitar dos cuerpos, uno humano y otro animal les confería ciertos poderes.
Llamarles licántropos era simplificar mucho las cosas. No todos se convertían en lobos, y no todos lo hacían en un único animal.
Ella era águila, su hermano cambiaba entre oso y barbo. Cambia-cuerpos, eso es lo su familia era.
El primero en desaparecer el día del eclipse fue su hermano. Se acercó al rio y se convirtió. Su padre, el alce y su madre la tigresa desaparecieron también. Ella sentía un deseo irrefrenable de mutar en águila. Siempre había cambiado a voluntad, y aunque esto seguía siendo así,
su voluntad tiraba de ella a extender los brazos y volar. Su cabeza en cambio, se resistía con todas sus fuerzas. Durante el tiempo que duró el eclipse, tuvo esa pelea interna, y cuando su brazo izquierdo comenzó a cubrirse de plumas, ella se desvaneció y el eclipse terminó.
Al despertar las plumas seguían ahí. La transformación no había terminado, pero tampoco se había revertido.
Tieh tuvo que aprender a vivir así, con parte de su cuerpo cubierto de plumas, le costó acostumbrarse a no tener una mano, por lo menos había sido la izquierda.
Sus poderosas alas, que eran fuente de su fuerza como Águila, eran completamente inútiles como parte de un cuerpo humano. La gente sin embargo no fue un problema. En su aldea eran numerosos los cambia cuerpos, y ese maldito eclipse les había afectado a todos de una u otra manera.
Pero lo más duro fue no recuperar a su familia y fue precisamente eso lo que llevó a Tieh a buscar una solución. A salir de Pastrimsha, su aldea y cruzar el río Ramnor, subir la escarpada montaña de Terempa y traspasar por primera vez en su existencia, los límites del Reino.
Habían pasado 8 lunas desde el eclipse y simplemente se cansó de esperar en su cabaña y luchar contra su propio cuerpo y comenzó a andar.
La noche le alcanzó en el bosque de Misla. Tieh trepó a un árbol para poder dormir con seguridad.
No fue fácil con una sola mano, pero en este tiempo ya se había acostumbrado a manejar su ala. Miraba la luna, odiándola por cruzarse en el camino de sol, por desatar esa maldición sobre ella, su familia y su pueblo, sin saber que la solución estaba delante de sus ojos.
Fue venciéndola el sueño pero al poco de caer en sus mieles un ruido le despertó.
Una pezuña arañaba suavemente el tronco del árbol, un enorme lobo blanco escrutaba las ramas desde el suelo, olisqueaba, y al sentir el movimiento de Tieh aulló a la luna, y después carraspeó.
-Tieh, soy yo Nivarre.
Sabía que el amigo de su hermano podía cambiar en lobo, pero nunca le había visto en su forma no humana.
-Tieh, escúchame. He seguido tu rastro desde la aldea. No es buena idea que viajes sola.
-Déjame en paz. He estado sola desde el eclipse.
-Pero yo puedo ayudarte. Yo también quiero una solución, ¿crees que es fácil que mi cambio se parase justo en la parte física? ¿Seguir siendo una persona encerrada en un cuerpo de lobo? ¿Durante tanto tiempo?
Tieh calló, y en la mirada del lobo pudo ver a Nivarre.
Bajó del árbol, se abrazó al enorme lobo y lloró todo lo que había retenido todo este tiempo.
Durante el resto del viaje Tieh no buscó árboles a los que subirse a descansar, se acurrucaba junto a Nivarre, quien le daba calor y protección.
Tras cruzar el bosque de Misla y bordear las lagunas de Sinedie llegaron por fin a Volebur, dónde se decía tenía su morada Imperius, el mejor sanador de los cambia cuerpos.
-No sois los primeros en venir, ¿creíais que seríais los primeros? No, no se puede hacer nada.
¡Yo no puedo hacer nada!
-Pero señor, Imperius, señor, tiene que haber algo… - imploró Tieh.
-¡Ya lo he dicho, yo no puedo hacer nada! Nadie puede provocar eclipses de luna y sólo durante un eclipse de luna se puede revertir lo provocado durante un eclipse de sol,
¡y el próximo eclipse lunar será dentro de 693 años! Nadie puede hacer nada, dejadme en paz y largaos de aquí.
693 años, 693 años, vamos, lo mismo que para siempre, 693 años es un para siempre, se repetía Tieh.
Para el siguiente eclipse lunar todos los cambia cuerpos que quedaron afectados por el eclipse de sol estarían muertos. Nadie puede provocar un eclipse de luna, nadie puede provocar un eclipse de luna, nadie puede provocar… ¿nadie puede provocar un eclipse de luna?
Tieh y Nivarre volvieron al camino, Volebur creía que no les había ayudado, pero Nivarre sabía de un brujo que tenía poder sobre los cuerpos estelares. Leyendas dirían muchos, leyendas que le contaron sus padres, ni siquiera sabían si Locretus existía, y, si tenía tanto poder.
Nivarre sólo había oído cuentos de un mago llamado Locretus, que más allá de Mampique vivía en un pueblo sobre una colina antes de llegar a la montaña de Cretus, y que en una ocasión hizo llorar a una estrella para crear un lago de aguas plateadas.
Locretus era un mago peculiar, vivía en una casa del pueblo, no en una cueva, lucía vestimentas normales, nada de capa ni bastón y cuando le pedías ayuda se quedaba mirando al infinito y se iba sin darte una respuesta. Cuando Tieh y Nivarre se acercaron a él les miró sorprendido,
como si nunca hubiera visto algo parecido, un enorme lobo con conciencia humana, y una joven con el brazo izquierdo cubierto de plumas.
Tieh le explicó su situación, y le imploró que provocase un eclipse de luna. Locretus se dio la vuelta sin mediar palabra,
pero esa misma noche la luna comenzó a oscurecerse, algo iba cubriendo su brillo y Nivarre se puso a aullar. Nivarre aulló a la menguante luna hasta que se desvaneció, no sin antes ver cómo Tieh caía a su lado.
A la mañana siguiente cuando Tieh despertó Nivarre estaba tendido a su lado, seguía siendo un lobo y Tieh comenzó a llorar. Al ir a secarse las lágrimas con su mano, no usó la derecha, si no su mano izquierda.
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