Está sujeta a aprobación del público ya que es quién deberá hacerse cargo ante posibles repercusiones.
Todo comenzó una noche de verano. Típica juntada de amigos dónde el único objetivo es terminar comiendo y chupando a lo Horacio Guaraní.
En fin, era todo risas hasta que el sonido de una frenada de auto, cortó con tanta dulzura. "Bancá acá", me dijo entre asombro y susto.
-¿Con quién estás?
-"Con nadie", contestó ella.
-Decime urgente con quién estás.
-Con nadie. Dejá de molestarme. Ya no sos nada en mi vida. Andate.
A todo esto, yo todo cagado en el sillón.
Paralizado en el sillón, la voz cortada de ella me hizo reaccionar. Tenía que aparecer en escena. No podía borrarme.
-"¿Quién carajo sos?", dijo enloquecido al verme.
Y ahí fue cuando me iluminé...
"No te intereza quién zoy, pero te azeguro que ezte no ez momento ni lugar para charlar zuz temaz".
A partir de allí, fin de la primera parte de este relato salvaje.
Eso me alegró, pero ahí quedó el tema. Hasta que luego de unas cuántas semanas, volvió a caer un privado. Sábado a la noche. ¿El Bru? Ebrio.
Obvio, acepté. Esta vez, ya sin atuendos rosados, me dirigí hacia su casa en auto. No estacioné enfrente, claro está. Y me bajé.
"Abrime la puerta, hija de puta".
Ni un bebé recién nacido se cagó tanto como yo aquella noche.
-"Llamá a la policía", me salió decir.
-"No sé el número", fue lo último que escuché antes del ruido a roto y los pasos adentro la casa...
No sabía ni como me llamaba, así que salí despedido para la puerta de ingreso, pero, claro, como mi vida la auspicia Sal Dos Anclas, obvio estaba cerrada con llave.
Logré sacarmeló y volví a mi zona de confort: la mesa.
Pero no, era la policía que se hacía presente en la escena.
¿La valentía? A marzo, Bruni, pero sólo con la experiencia me ofrezco para defensa personal. Llámenme que me calzo el short rosa y voy.