- Mamá, ¿qué es una mujer?
Su madre le respondió:
- Las mujeres son un grupo de personas que han sido oprimidas durante mucho tiempo y consideradas inferiores a los hombres.
La niña contestó:
- ¡Qué bien mamá! ¡Entonces las mujeres deben ser muy felices!
La hija continuó:
- ¿Quiénes son los que hacían tanto daño a las mujeres?
Las madre contestó:
- Los hombres.
La niña dijo:
- ¡Entonces los hombres son muy malos! Menos mal que no hay ninguno en nuestra familia...
Mamá, ¿de dónde vienen las mujeres?
- Bueno, a veces un hombre y una mujer se juntan y tienen un hijo o una hija...
- ¿QUÉ? ¿Por qué iba a juntarse una mujer con un hombre, mamá? ¡Si son muy malos!
Las madre un poco apurada continuó:
- Pero no puede ser mamá, el amor es bueno, yo te quiero. ¿Por qué iba a querer un hombre, que es tan malo, a una mujer? No lo entiendo.
La niña se quedó pensando y dijo:
- Pero entonces... ¿yo vengo de un hombre?
- Tú estuviste aquí dentro de mi tripa y luego saliste al mundo.
- ¿Pero cómo llegué allí? ¿Te juntaste con un hombre...?
La niña la miró horrorizada.
- ¡Pero mamá! ¿Por qué hiciste eso?
- Porque me equivoqué... El amor... me hizo estar ciega, ¿sabes?
- ¿Ciega como la abuelita?
- No, como la abuelita no... Me junté con un hombre porque le quería, pero luego le dejé de querer...
La niña se quedó pensativa.
- Pero mamá, entonces, si nunca hubieras querido a un hombre, ¿yo no estaría aquí?
- Bueno... No, en realidad no.
- Pero entonces... si te equivocaste y el amor te cegó, ¿cometiste un error por estar con un hombre?
- Pues sí, luego me di cuenta de que había sido un error...
- Pero entonces... ¿yo soy un error, mamá? ¿Y todos los niños y niñas?
- No hija... es que sin hombres y mujeres no puede haber niños.
- No lo entiendo mamá. Eso está mal hecho. ¿Cómo es posible que haga falta algo tan malo como los hombres para que haya niños? Los niños somos buenos... ¿no, mamá?
La abuelita ciega, que parecía dormir, había estado escuchando toda la conversación. Le dijo a su nieta:
- ¡Cariño! Dame esa foto que hay sobre la mesa de la cocina.
La pequeña, entre sollozos, fue a buscar la foto.
- Es tu abuelito, que está en el cielo. Era un hombre y era muy bueno. Me quería mucho, me cuidaba y nunca me hizo daño. Él no pensaba que fuera inferior y yo siempre he sido muy libre. Y por el amor que teníamos nació tu mamá.
- No, cariño, casi todos los hombres son así de buenos.
- Pero mamá ha dicho que no.
- Ya, pero ¿quién es más mayor y sabe más?
- Pues... tú, abuelita.
- Entonces hazme caso. Los hombres no son malos.
- Es imposible, ¿verdad, cariño?
- Claro...
- Pues tú tienes que querer a todos y demostrar que el amor es más fuerte que el odio. ¡Pero elige bien cuando seas mayor! Hay muchos hombres buenos que te pueden querer mucho.
La madre lloraba.
- ¡No llores mami! ¿Por qué lloras?
La madre no supo responder.
- Tu madre llora porque nunca se había dado cuenta de lo que te he dicho, aunque se lo dije muchas veces.
- ¿Yo?
- Sí, cariño, porque tienes una mirada inocente, y la inocencia siempre encuentra la verdad. Anda, dale un beso fuerte a tu madre.