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El estudiante que pospone jugar a su videojuego preferido para terminar de estudiar, el que consigue concentrarse en la tarea a pesar de los distractores del entorno y el q mantiene a raya los nervios durante una prueba evaluativa tienen algo en común: el autocontrol. Abro hilo.
El autocontrol es una de las diferencias q se dan entre los estudiantes q están relacionadas con su desempeño académico. En concreto, los niños con una alta capacidad de autocontrol tienen mayor probabilidad de tener éxito en sus estudios (y en la vida en general).
De hecho, algunos estudios sugieren que la capacidad de autocontrol en los niños de preescolar predice su desempeño en matemáticas y lectura en la etapa infantil incluso mejor que la inteligencia (Blair y Razza, 2007).
En los adolescentes, contamos con evidencias que sugieren que el autocontrol puede superar el coeficiente intelectual a la hora de pronosticar el desempeño académico (Duckworth y Seligman, 2005).
En realidad, un nivel alto de autocontrol se asocia a múltiples beneficios personales más allá de la escuela, como mayores habilidades sociales y mejor salud, entre otros (Tangney et al., 2004).
Existen muchos estudios q relacionan el autocontrol con diversas características deseables, pero quizás unos de los más famosos sean los trabajos sobre gratificación retardada de Walter Mischel mediante el denominado «test del malvavisco» (Mischel et al., 1988).
Entre los años 1960-70, Mischel realizó una serie de experimentos en q dejaba solo a un niño de entre 4 y 5 años de edad frente a un dulce tentador (un malvavisco, por ejemplo) y le decía que lo esperara allí 15 minutos mientras él salía a hacer unas cosas.
Si lo deseaba, el niño podía comerse el dulce, pero si no lo hacía, entonces el investigador le daría otro más a su regreso y podría comerse los dos. En definitiva: el niño debía elegir entre una recompensa inmediata o una recompensa mayor pero aplazada.
Lo más importante, no obstante, es que mientras esperaba debía sobreponerse a la tentación de la recompensa inmediata, pues esta se situaba permanentemente a su alcance.
En los experimentos originales de Mischel participaron casi cien niños. Algunos de ellos consiguieron superar la tentación empleando diversas estrategias, mientras q otros no esperaron ni un instante a zamparse el dulce (dejo un enlace a un vídeo muy divertido al final del hilo).
El caso es q el investigador no terminó aquí su experimento, sino q siguió a estos niños durante años (lo q se conoce como un estudio longitudinal) y analizó si existía alguna relación entre el resultado del test del malvavisco y sus progresos académicos (entre otras cosas).
Así, encontró q el conjunto de niños que habían mostrado mayor capacidad de control en el test del malvavisco coincidía estadísticamente con los q obtenían mejores resultados académicos en la adolescencia. Es decir, el autocontrol en la infancia predecía el éxito escolar.
Los niveles altos de autocontrol identificados en el test también se asociaban a mayores habilidades sociales, una mejor capacidad para gestionar el estrés y de lidiar con la frustración, y una mayor capacidad para perseguir las metas en la adolescencia (Mischel et al., 1989).
Múltiples trabajos posteriores han replicado estos resultados. Sin duda, parece lógico que el autocontrol deba proporcionar beneficios para el comportamiento guiado hacia las metas a largo plazo y que contribuya al éxito de las relaciones interpersonales.
Sin embargo, como siempre, conviene ser cautos y no creer que la capacidad de autocontrol explique por sí sola los beneficios personales y académicos observados en los estudios anteriores.
En efecto, el autocontrol está correlacionado con muchas otras variables que también se asocian a estas consecuencias, desde la inteligencia al tipo de entorno familiar.
Por lo tanto, no olvidemos aquella máxima de q correlación no implica causalidad, y no descartemos q parte de la relación observada entre la capacidad de autocontrol y el éxito en diversos ámbitos de la vida pueda ser mediada en realidad por otros factores q son causa de ambos.
En cualquier caso, quedémonos con que los estudios sugieren que el autocontrol forma parte de un conjunto de habilidades interrelacionadas que juegan un papel relevante en el desempeño académico de los estudiantes, así como en otros aspectos de su vida personal y profesional.
Finalmente, los trabajos de Mischel y otros investigadores no solo sugieren que la capacidad de autocontrol es importante para el éxito en la vida sino también que esta habilidad se desarrolla pronto, ya desde la primera infancia (Mischel et al., 1989).
De hecho, como no podía ser de otra manera, la habilidad de autocontrol tiene un componente genético hereditario, pero su desarrollo también depende, en gran medida, del entorno (Beaver et al., 2009; Goldsmith et al., 1997).
Es decir, el autocontrol se moldea con la experiencia y se puede mejorar mediante el aprendizaje a cualquier edad (Meichenbaum y Goodman, 1971; Strayhorn, 2002). Por supuesto, cuanto antes mejor, pero nunca es tarde para fomentarlo.
En el próximo hilo hablaré sobre los factores ambientales que parecen contribuir a que los niños desarrollen su capacidad de autocontrol. FIN.

Vídeo del test del malvavisco:
Referencias:

Blair, C., y Razza, R. P. (2007). Relating effortful control, executive function, and false belief understanding to emerging math and literacy ability in kindergarten. Child Development, 78(2), 647-663.
Duckworth, A. L., y Seligman, M. E. (2005). Self-discipline outdoes IQ in predicting academic performance of adolescents. Psychological Science, 16(12), 939-944.
Goldsmith, H. H., Buss, K. A., y Lemery, K. S. (1997). Toddler and childhood temperament: expanded content, stronger genetic evidence, new evidence for the importance of environment. Developmental Psychology, 33(6), 891-905.
Meichenbaum, D. H., y Goodman, J. (1971). Training impulsive children to talk to themselves: A means of developing self-control. Journal of Abnormal Psychology, 77(2), 115-126.
Mischel, W., Shoda, Y., y Peake, P. K. (1988). The nature of adolescent competencies predicted by preschool delay of gratification. Journal of Personality and Social Psychology, 54(4), 687-696.
Mischel, W., Shoda, Y., y Rodriguez, M. I. (1989). Delay of gratification in children. Science, 244(4907), 933-938.

Strayhorn Jr, J. M. (2002). Self-control: Toward systematic training programs. Journal of the American Academy of Child and Adolescent Psychiatry, 41(1), 17-27.
Tangney, J. P., Baumeister, R. F., y Boone, A. L. (2004). High self-control predicts good adjustment, less pathology, better grades, and interpersonal success. Journal of Personality, 72(2), 271-324.
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