Es importante considerar algunos elementos políticos y de comunicación respecto del Decreto Nº 41996-MP-MIDEPLAN, que crea la Unidad Presidencial de Análisis de Datos (UPAD). imprentanacional.go.cr/pub/2020/02/17… (Hilo)
Se trata en lo fundamental de una secuencia de errores, tras errores, tras errores. Es muy grave lo sucedido, pero no sólo por la UPAD misma, sino por la crisis auto infringida del Gobierno.
Primer error: conceptual. La Presidencia de la República es una instancia política, la del más alto nivel de nuestro país. No le asisten órganos técnicos en su seno. Para ello está todo el andamiaje institucional.
Precisamente para el análisis de datos está, solo para citar un ejemplo la ley n° 7839, que crea el Sistema de Estadística Nacional, en el INEC. Ahí está el manejo de datos confidenciales, la declaratoria de interés público, y demás que busca la UPAD, que tanto revuelo causa hoy.
Bastaba que quienes han sido las ideólogas de esta instancia repasaran y discutieran los principios básicos de administración pública, para darse cuenta que, conceptual y materialmente, se estaba en un error. ¿Que se buscaba tener el máximo nivel de decisión en política pública?
Pues bien, con una sencilla orden del Presidente de la República que se le envíen los datos que ahí se producen y que se coordine qué información desea para su toma de decisiones bastaba. Ahí tiene una Junta Directiva del INEC, cuya Presidencia Ejecutiva la puso el Gobierno.
Segundo error: acceso a información confidencial. ¿No han aprendido nada las autoridades de Gobierno respecto de la discusión sobre la DIS? ¿Recuerdan cuál es el meollo del asunto del porqué se desea eliminarla o transformarla? Pareciera que no.
En el marco de una discusión y una propuesta de reestructuración que aún no existe ¿se imaginan lo que es mencionar las palabras “acceso a información confidencial”? ¿Estaría dispuesto el propio PAC – si no estuviera en Gobierno – a dar esa concesión a cualquiera otro partido?
¿No alzaría la voz y trataría de crucificar a quien osare tal exceso? ¿No detendrían el congreso? ¿No exigirían que caigan cabezas y llegue a comparecer el propio mandatario? ¿No utilizarían el yerro para retornar a su discurso sobre la ética?
Tercer error: Político. Este tiene dos dimensiones. A) Desconfianza: El PAC – la fracción hoy en Gobierno – se vio casi obligada a pactar una alianza con un sector del PUSC. En las urnas no encontró el apoyo popular que le diera la legitimidad suficiente.
Es una administración que no tuvo desde el principio toda la confianza de diversos sectores. Es más, coexiste en el Gobierno contradictoriamente con un sector ideológico con el cual no comulga y lidera lo económico.
¿No les pasó por la mente ni un segundo que un Gobierno caracterizado desde el inicio por la desconfianza – ni qué decir en lo económico – tendría problemas serios en acceder a información confidencial?
¿No levantó roncha el tema del secreto bancario? ¿No está tratando de construir precisamente confianza el Gobierno entre inversionistas, empresariado y la ciudadanía para que se incremente el consumo y se dinamice la economía?
B) La firma presidencial. ¿Cómo es posible que el Presidente de la República haya estampado su firma en tal decreto? Dos errores: Si no se dio cuenta, pecó de ignorancia, y si se percató el error, el yerro estuvo a partir de no detener la publicación en La Gaceta.
Ello aunado no considerar el contexto actual, caracterizado por el amplísimo desconocimiento de las realidades y paradigmas ideológicos, da pie para que – intencionalmente y por ignorancia – se amalgamen toda una suerte de presuntas confabulaciones de izquierda o de derecha.
Esto ha desatado una danza gozosa en la ignorancia más profunda, para señalar que vamos camino a convertirnos en Venezuela o en la Alemania Nazi en conjunto con la expansión soviética estalinista. Desconociendo con ello lo fuerte que está nuestra institucionalidad.
Sí, tenemos una institucionalidad fuerte. La prensa dio razón de ello de manera espontánea y vigorosa. Lo mismo que la Defensoría de los Habitantes y si por si quedara aún alguna duda, la Sala Constitucional entraría en escena para traer abajo el adefesio fraguado.
Claro está que el drama político se ha exacerbado, encontrando nido en la más estructural ausencia de propuestas programáticas de los mismos partidos políticos y sus representantes en la Asamblea Legislativa y otros espacios aprovechados por el populismo.
Partidos y representantes, sin distingo, recurren a tramas imaginativas que harían sonrojar a cualquier docente que haya impartido pensamiento político, dando razón de la falta de elementos para llamar la atención con argumentaciones de peso.
Ni qué decir de primeras planas que abusan en contra del diseño gráfico y la estética, para tomar partido rápidamente, abandonando lo estructural, lo importante y la gravedad de los hechos cometidos, para solo tener pirotecnia insulsa con la cual ganar notoriedad.
Es un momento de crisis. Crisis auto infringida por el Gobierno, que yerra, pero peor aún acumula errores, desoyendo la realidad en que se encuentra. Es un momento de crisis, porque está en disputa mucho más que la confidencialidad de la información.
Es un momento de crisis, porque está en disputa el modelo de desarrollo. Empresarios y sectores sienten que el Gobierno les está metiendo la mano al bolsillo, pero este no ha puesto su cuota de sacrificio (¿O alguien pensó que la noticia de 37 mil nuevos empleos fue casualidad?)
No sólo sienten que les ha metido la mano en el bolsillo, sino que les están dando atolillo con el dedo al proponerles la venta de Fanal y BICSA. Para estos sectores falta aún poner más sacrificio por parte del Estado y por ello piden RECOPE, KOLBI y mucho más.
Pero también están quienes defienden al Estado y están hoy en desventaja luego de errores estratégicos y derrotas tales como las sufridas durante las huelgas del 2018, la CCSS y la aplicación de la regla fiscal. Sin narrativa, desarticulados, con liderazgos vetustos y desgastados
Cruzamos por un momento relevante. Donde la menor de las chispas enciende la pólvora. Porque además las elecciones municipales no permitieron dejar en claro el balance de fuerzas en lo local, porque las elecciones 2022 se ven muy, muy cercanas.
Tan cercanas que es importante construir desde ya una narrativa que permita despertar candidaturas que se creían muertas y recambios que aún están tampoco claros.
El error de Casa Presidencial con la UPAD es grave, gravísimo. Porque desoye todo el contexto, porque yerra en los detalles y en lo general. Por suerte, tenemos una institucionalidad fuerte. Ya harán su trabajo la prensa, la Asamblea Legislativa e instancias como la Defesoría.
Al Gobierno no le queda más camino que aceptar el error y olvidarse – por excelente idea que haya sido utilizar big data para dar apoyo a la elaboración de políticas públicas – de la UPAD. Será en otra y no en los próximos dos años.
Ya habrá tiempo para hablar de la comunicación política, que no se da en el vacío, pues su razón de ser está en los objetivos políticos. Deja una antología de elementos sobre lo que no hay que hacer.
Claro está ahora que no era solamente salir a las cámaras a decir que se convocarán a diversos sectores para hacerles saber de las intenciones y la herramienta. La comunicación política no es magia. Lo hecho, hecho está y no se tapa con discurso.
