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Hace 60 años se inauguró una ciudad. Una ciudad Patrimonio de la Humanidad, que fue el sueño de dos arquitectos y un presidente de apellido checo y sangre gitana.

Una ciudad que se construyó entera, DESDE CERO, en 3 años y medio.

En #LaBrasaTorrijos de hoy: Brasilia.

HILO 👇
Hoy, #DiaInternacionalDelJazz, empezamos la historia con una canción de Antônio Carlos Jobim y Vinicius de Moraes. Se llama O Planalto Deserto y empieza así:

No princípio era o ermo...
Eram antigas solidões sem mágoa,
O altiplano, o infinito descampado...
El Altiplano Desierto.

En el principio era el yermo...
Eran soledades tan antiguas que ni siquiera tenían dolor,
El altiplano, el desierto infinito...
El tema es de 1959 y celebra la terminación de una capital: Brasilia.

Pero para entender lo que significó esa capital, tenemos que ir un poco más atrás, hasta un día de 1905. Día en el que murió João César de Oliveira en la pequeña ciudad brasilera de Diamantina.
¿Y quién era João César de Oliveira? Pues básicamente nadie: un tipo nocturno, bebedor y mujeriego. Lo que algunos llaman canalla pero que, en realidad, es lo que viene a ser un gilipollas.

Un gilipollas que también fue, casualmente, el padre de Juscelino Kubitschek.
Y digo casualmente porque, Kubitschek nunca llevó el apellido de su padre. Llevó el de su madre, doña Julia Kubitschek, hija de inmigrantes checos de etnia gitana.
A Juscelino Kubitschek le empezaron a llamar JK desde bien niño. Hasta su madre alternaba el Juscinho y el Nonô con el JK, orgullosa de esa K que era la inicial de su propio apellido y que el pequeño había decidido adoptar.

Este es JK de niño.
El caso es que, antes y después de muerto el padre, los ingresos de la familia venían exclusivamente del lado de Julia, y esos ingresos no eran precisamente boyantes porque la señora K tan solo era la maestra de primaria.
Y a principios del siglo XX, la vida de una joven madre viuda de origen extranjero en el centro de Brasil era una vida dura y jodida, y más teniendo que sacar adelante a dos hijos de corta edad.
Entre clases, comidas y lavanderías, la señora K poco podía imaginarse que, cinco décadas después, su pequeño Nonô se convertiría en presidente de Brasil. Y, por cierto, el primer mandatario del planeta con sangre gitana.

También sería el hombre que cambió el corazón del país. Foto de JK con la banda presidencial.
Una de las primeras cosas que hizo JK cuando asumió el cargo presidencial en 1956 fue poner en marcha la Companhia Urbanizadora da Nova Capital (Novacap), que haría efectiva la expropiación de unos 20.000 km2 en un páramo central del estado de Gaiás. Brasilia al principio de su construcción.
Por cierto que la idea de construir una nueva capital no fue de JK, sino de la Constitución de 1946: «La Capital de la Unión será transferida al altiplano central del País». Hasta entonces era Río de Janeiro.
JK puso a Israel Pinheiro al frente de Novacap y este nombró a dos eminencias brasileras como responsables de la arquitectura de la nueca capital. Oscar Niemeyer como arquitecto y Lúcio Costa como urbanista.
La primera vez que Niemeyer y Costa fueron al solar descubrieron algo que los cariocas sabían pero que solo podía comprenderse en el propio territorio: la brecha social y económica entre la costa y el interior se solidificaba en una inabarcable brecha física.
Frente a la exuberancia oceánica de Río, la meseta era un páramo infinito. Hectáreas de tierras yermas. Caminos absorbidos por matorrales y nubes de polvo donde se empezaba a colocar la maquinaria pesada, girando sobre el viento como engranajes flotantes.

O Planalto Deserto
El problema era serio porque el desierto es el peor territorio posible para la creación arquitectónica. No había ningún límite y no había ningún apoyo. Ninguna solicitación; ni agrícola ni geográfica ni topográfica ni siquiera histórica o cultural.

Una soledad sin referencias.
Así que el material de Brasilia fue a ser la fe. Porque sin relaciones exteriores, la única referencia podía venir de dentro: la convicción plena de que la mejor arquitectura posible era la arquitectura moderna. La arquitectura de su tiempo.
Por eso, cuando el presidente Kubitschek inauguró oficialmente las obras, Niemeyer ya llevaba varias semanas trabajando en el proyecto de los primeros edificios, como el Palácio da Alvorada, la futura residencia presidencial.
Durante los tres años y medio, SOLO TRES AÑOS Y MEDIO, que duró la construcción del núcleo central de Brasilia, el fotógrafo franco-brasilero Marcel Gautherot documentó todo el proceso con algunas de las fotos de arquitectura más bellas que se han hecho nunca.
Al igual que con la arquitectura, el urbanismo de Brasilia (el Plan Piloto redactado por Lúcio Costa), apostaba por los postulados de la Carta de Atenas de 1933. No había ni calles ni callejuelas ni callejones ni plazuelas ni rinconcitos ni por supuesto favelas. Vista aérea del centro político de Brasilia.
Los edificios se disponían en un dibujo que, visto desde el cielo, parecía un pájaro o un avión; un Superman urbanístico o quizá un guiño a la futura «Samba do Avião» que Jobim —otra vez Jobim— compondría en 1963.

El avión se ve perfectamente en esta foto satelital.
Las viviendas se separarían de las oficinas y estas de los comercios. Las carreteras no se cruzarían con los paseos y los coches no invadirían las praderas del hombre.
Mientras, Niemeyer diseñaría decenas de edificios:El Palácio da Alvorada, el Tribunal Federal Supremo o el Palácio do Planalto, sede del gobierno. Paramentos de vidrio que se extendían en reflejos más allá de las propias construcciones.
Y la jerarquía abierta y cariñosa de la Catedral de Brasilia, imponente respuesta circular al Concilio Vaticano II.
Y, por supuesto, el Congreso Nacional.

El símbolo de Brasilia y el símbolo de la ciudad del Movimiento Moderno.
Y alrededor de todos ellos, espacio y luz. El gran Lago Paranoá, cristalino y artificial como el vidrio de las fachadas.
Y las enormes explanadas peatonales, formidables extensiones verdes que afloraban como esmeraldas. Como fragmentos de un altiplano que, de alguna manera, seguía conservándose intacto.

Pero ahora fértil.
Brasilia fue inaugurada oficialmente por Juscelino Kubetschik el 20 de abril de 1960, hace 60 años.

En 1987 fue designada como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, tan solo veintisiete años después de su fundación.
Y sí, tuvo problemas de crecimiento desmedido y pobreza, pero en un grado mucho menor que el resto de las grandes urbes del país.
Es más, su Índice de Desarrollo Humano —indicador social elaborado por la ONU y basado en la vida larga y saludable, la educación y el nivel de vida digno— era de 0.936. El más alto de Brasil e incluso superior a la media de países como Suecia, España o los Estados Unidos.
La señora Julia Kubitschek murió en 1971 a los 78 años de edad. Su hijo Juscelino "JK" murió en 1976 a los 74.

Lúcio Costa murió en 1998 a los 96.

Oscar Niemeyer falleció en 2012 a punto de cumplir 105. JK besando a su madre, la señora Julia Kubetschik. En las otras fotos, Lucio Costa y Oscar Niemeyer.
Todos tuvieron vidas provechosas y longevas.

Y todos vieron nacer una ciudad que duraría —y durará— mucho más que ellos y que todos nosotros, extendida con las alas desplegadas sobre un altiplano que ya nunca estará desierto.
Y con esta imagen de Niemeyer arremangao en el altiplano poco antes de que dejase de estar desierto, nos vamos a despedir de Brasilia y del capítulo de #LaBrasaTorrijos de hoy.

Si os lo habéis pasado bien, hacedme un RT o un FAV o un follow o cantadme una bossa nova!
Nos vemos en un nuevo capítulo el próximo jueves a la misma hora.

Si queréis conocer más territorios improbables, recordad que todos los episodios de #LaBrasaTorrijos están archivados en mi tuit fijado, que es este:

Ah, y recordad que el domingo tenemos el séptimo capítulo de #LaBrasaLITE a las 18:00h.

(Ni un hilo sin errata. Julia Kubetschik murió en 1961, no en 1971. Tuvo a JK con 19 años, no con 9)
Las imágenes del capítulo de hoy son de:

Marcel Gautherot, Anais Fernandes/Shutterstock, OlharBrasilia, AP, Morio, ProjetoMemoria/Álvaro Doncel, Rodrigo de Almeida Marfán y Governo do Brasil.

(Fin del HILO ✈️🏫🏠🏩🏣🏢✈️)
(Y en el próximo episodio, vamos a volver a España para conocer el edificio que se llama como una niña)
((Vuelvo a corregir la edad de la señora Julia Kubitschek: sí murió en 1971, pero nació en 1873, así que murió con 98 años y tuvo a JK con 29, no con 19...

Así soy yo y mis errores y así hay que quererme))
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