Hay un lugar que se vive por abajo y se mira desde arriba.
Un mercado que es una tempestad de oleaje multicolor y, a la vez, el testamento de uno de los arquitectos más sensibles que han existido jamás.
En #LaBrasaTorrijos de hoy, el Mercat de Santa Caterina.
HILO 👇
Un mercado que es una tempestad de oleaje multicolor y, a la vez, el testamento de uno de los arquitectos más sensibles que han existido jamás.
En #LaBrasaTorrijos de hoy, el Mercat de Santa Caterina.
HILO 👇
Cuando era profesor en la ETSAM, a menudo decía a lo alumnos que la narrativa creadora de un edificio no es tan importante como nos hacen creer. Que lo importante es que el edificio sea bueno. Y eso se nota yendo allí.
Experimentándolo.
Experimentándolo.
Pero no siempre hay posibilidad de experimentar la obra. Cuando contamos un edificio necesitamos de la narrativa para transmitir las bondades o las desdichas que lo han creado, lo rodean o lo conforman.
Y hay algunos ejemplos en los que la historia es tan importante como el propio edificio.
La historia del Mercat de Santa Caterina en Barcelona está tan unida a la vida de una persona, es tan emocional que nace el día en que nació su creador.
La historia del Mercat de Santa Caterina en Barcelona está tan unida a la vida de una persona, es tan emocional que nace el día en que nació su creador.
Enric Miralles nació el 25 de Febrero de 1955 en el barrio de Sant Pere i Santa Caterina. Es fácil imaginarle a los seis o siete años, correteando alegre entre el zoológico y la Vía Laietana y entre la Barceloneta y el Parc de la Ciutadella.
Este niño sonriente de tres años.
Este niño sonriente de tres años.
Seguro que, de tanto en vez, también acompañaba a su madre al mercado del barrio. Allí, el niño Enric se escapaba para mirar con ojos curiosos los puestos de fruta y especias, para oler los pescados frescos y también los arenques en salmuera de las casetas de ultramarinos.
En esa época, el viejo mercado tenía un viejo techo que hablaba, sobre todo los días de tormenta. Repiqueteaba con violencia asustando a los niños y no era raro que, si el viento arreciaba, le arrancase teja de la albradilla o levantase alguna plancha de uralita de la cubierta.
El Mercat de Santa Caterina era el primer mercado cubierto de Barcelona, construido entre 1844 y 1848 sobre la traza del antiguo convento que ocupaba ese mismo solar.
Ciento veinte años después era muy viejo.
Ciento cincuenta años después, en 1997, necesitaba ser nuevo.
Ciento veinte años después era muy viejo.
Ciento cincuenta años después, en 1997, necesitaba ser nuevo.
En 1997, Enric Miralles tenía 42 años y era una tormenta en el panorama arquitectónico mundial. Posiblemente el arquitecto más creativo, más ambicioso y más sensible que había surgido en España desde los grandes maestros de los 60 y 70.
Miralles era capaz de definir con precisión quirúrgica la silueta de un croissant o de convertir un cementerio (el de Igualada) en uno de los lugares más fotografiados de la provincia de Barcelona.
En el 97, el ayuntamiento le encargó a él y a Benedetta Tagliabue, su mujer y compañera de estudio, la rehabilitación del Mercat de Santa Caterina, lo cual era poco menos que pedirle que rehabilitase un trozo de su infancia.
Más aún cuando el estudio de Mirrales y Tagliabue se situaba exactamente en frente de la obra, mirando a la cubierta desde arriba.
El proyecto acometía un programa más complejo que el del propio mercado, incluyendo viviendas y espacios públicos. Con todo, la intención nunca fue derribar y construir desde cero. Querían dejarlo casi intacto, apenas una recuperación de la topografía urbana y una nueva cubierta.
Así, junto con el ingeniero José María Velasco y el ceramista Toni Cumella, crearon un techo del que guarecerse de la lluvia pero que tuviese el color de las frutas y la forma de las tormentas. Una nube agitada y ondulante sobre los vecinos del barrio de su niñez.
Porque la cubierta del Mercat de Santa Caterina es una tormenta como lo era el propio Miralles. Pero una tormenta amable. Una tormenta realista, vibrante y fiera con las ondulaciones del mar y el dibujo de las frutas que estaban debajo.
Una tempestad de teselas cerámicas multicolores dibujando manzanas y peras y fresas y naranjas. Tan obvio y, a la vez, tan bello.
Un nuevo mar donde se posarían las gaviotas.
Un trencadís del Modernisme cien años después del Modernisme y que duraría y durará cien años más.
Una infancia multicolor para que los niños de los 50 olvidasen el blanco y negro de la España de entonces.
Pero hubo un niño de los 50 que nunca llegó a ver la obra terminada. Nunca llegó a ver resplandecer de nuevo ese mercado donde iba de la mano de su madre.
El 3 de Julio de 2000, Enric Miralles murió de un tumor cerebral.
El 3 de Julio de 2000, Enric Miralles murió de un tumor cerebral.
El 3 de julio de 2000 perdimos su mirada delicada y explosiva. Pero no perdimos su manera de entender el tiempo y el mundo. Y tampoco nos quitó su obra, ni la construida ni la proyectada.
Ni la que estaba por terminarse.
Ni la que estaba por terminarse.
Cinco años más tarde, Benedetta Tagliabue terminó la obra que habían comenzado juntos. La inauguración sirvió de pistoletazo de salida a la nueva Ciutat Vella; una aleación emocional de viejas paredes y olores de restaurantes recién abiertos.
De flamantes puestos de comida con las mismas especias y los mismos pescados que el niño Enric miraba cuarenta años atrás.
E igual que el niño Enric paseaba de la mano de su madre por el viejo mercado, es fácil imaginar a Benedetta de la mano de otra niña, de la hija de ambos, paseando bajo la cubierta ondulante de frutas y madera.
Por cierto, esa niña, que ya es una mujer, se llama Caterina.
Por cierto, esa niña, que ya es una mujer, se llama Caterina.
Y con estas cuatro imágenes de la tempestad multicolor bajo el cielo de Barcelona nos vamos a despedir de Miralles, de Tagliabue, del Mercat de Santa Caterina y del capítulo de #LaBrasaTorrijos de hoy.
Si os ha gustao, os agradezco un RT, un FA, un follow o un zumo de fresa!
Si os ha gustao, os agradezco un RT, un FA, un follow o un zumo de fresa!
Nos vemos en un nuevo capítulo el próximo jueves a la misma hora.
Si queréis conocer más territorios improbables, recordad que todos los episodios de #LaBrasaTorrijos están archivados en mi tuit fijado, que es este:
Si queréis conocer más territorios improbables, recordad que todos los episodios de #LaBrasaTorrijos están archivados en mi tuit fijado, que es este:
Las fotos del episodio de hoy son de:
Fundació Enric Miralles, Roland Halbe, Alex Gaultier, Pere Vivas, EMBT, Catàleg de Patrimoni de Barcelona, Joanna Delmert, Louise Callais y un par que no he podido averiguar autor o autora.
(Fin del HILO 🍊🍓🍇🍏🍎🏘️)
Fundació Enric Miralles, Roland Halbe, Alex Gaultier, Pere Vivas, EMBT, Catàleg de Patrimoni de Barcelona, Joanna Delmert, Louise Callais y un par que no he podido averiguar autor o autora.
(Fin del HILO 🍊🍓🍇🍏🍎🏘️)
(Y en próximo capítulo vamos a viajar a la ciudad fantasma/no fantasma más extraña del mundo)
Ayer se me olvidó recordarlo: el domingo tenemos el octavo episodio (¡ocho ya!) de #LaBrasaLITE, la versión ligera de #LaBrasaTorrijos.
