Thread by @juanfio

A #Nat la conocí en el tren. Y ahora, muchos años después, la reconozco en el supermercado, detrás del barbijo. Sí, es ella. Le voy a hablar y reconocer que fui un inmaduro.

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Fue en otra vida. Yo iba a trabajar al centro. Ella subió en la estación de Lomas de Zamora. Era media mañana, había espacio en el vagón. Se paró a un metro de mí. Yo bajé mi libro para mirarla, y noté que ella me prestó atención.

El tren Roca es una fuente de enamoramiento constante. Los que viajan con frecuencia sabrán entenderlo. Son trayectos largos en un espacio chico, donde los ojos también viajan y la mente es una locomotora. Pocas historias llegan a buen puerto, mejor dicho, a buena estación.

Con #Nat pasó algo raro. A la altura de Escalada, me di cuenta de que ella quería saber qué libro estaba leyendo. Estiraba el cuello para lograr el ángulo. Yo, giraba la tapa o ponía mis dedos sobre el título. Era un juego tonto.

Cuando faltaban tres estaciones para Constitución, supe que no había retenido nada de lo que había leído. Porque intenté leer, es cierto, pero mi atención estaba puesta en ella. Un párrafo, una mirada. Una oración, un ojeo.

Quizás fastidiada por no poder leer el nombre del libro, dio un paso que me sedujo. Sacó de su cartera un labial y un espejo. Quitó la tapita, y repasó su boca mientras me permitía mirarla en el reflejo y lo movía: la imagen iba de sus labios a sus ojos.

Fue una insinuación clara, pero no pude decirle nada. No me atreví. Ella tampoco dijo nada, ya había dicho bastante con el espejo. Llegamos a Constitución y la perdí en una marea de gente. Estuve todo el día acusándome impiadosamente de lo que era: un tibio, un cagón.

Un mes más tarde, estaba en Petecos, un boliche que en paz descansa. En ese momento, lo que menos había era paz. Había mucha gente. Yo iba de una pista a otra. En un embotellamiento, la crucé de frente. #Nat cantaba el estribillo de “Paseando por Temperley” con la boca gigante.

Quedamos detenidos en vías opuestas, aunque de frente. Ella estaba disfrutando del viaje, como mirando por la ventanilla. Yo le dije algo, mientras trataba de entender de dónde la conocía. Ella me miró y abrió los ojos y la sonrisa.

Vos sos la del tren, le dije. Y vos leías El Viajero del Tiempo, respondió ella, al instante. Ese reencuentro fue bastante más efusivo. Digamos que a este párrafo le faltan signos de exclamación, música fuerte y aliento etílico.

#Nat podría dar una charla TED sobre cómo besar. Boca grande. Labios acolchonados. Lengua generosa para un beso envolvente. No sabías desde dónde venía el beso, lo sentías en toda la boca. Sabía llevar el ritmo. Cuándo la estrofa, cuándo el estribillo.