Un tiempo después, me enteré que tocaba el bajo. No sé si tiene relación porque no entiendo mucho de música. Un amigo bajista dice que es el instrumento que sostiene la canción. Que marca el tiempo, como la batería, pero con la libertad y color de la guitarra.
La semana siguiente conocí a sus amigos. #Nat era parte de la aristocracia del sur. Colegio bilingüe, en los que los alumnos pasan todo el día juntos en doble escolaridad. Y los fines de semana, también. En la casa de alguno, o en los clubes.
Al menos en esa época, era muy común el maridaje entre jugadoras de hockey y rugbiers. Su grupo era bastante cerrado, y todos sabemos lo que pasa cuando hay mujeres y varones y confianza y hormonas adolescentes.
Esa órbita hermética donde se movía #Nat me recordaba a la endogamia de la nobleza del siglo XV. Era difícil ingresar si no eras parte de la monarquía. Yo había logrado atravesar la muralla, pero en su ambiente me sentía un extraño.
Dentro de su grupo había varias parejitas. Algunas seguían juntas desde el secundario. Otras eran segunda gestión, siempre del mismo círculo o mínimamente ampliado. Formar parte del clan selecto era más difícil que obtener un crédito hipotecario.
#Nat tenía amigos varones. Su mejor amigo era “Colesterol”. No hizo falta preguntar por el apodo. No tardé en darme cuenta de que era más malo que el colesterol malo. Ácido, frontal, parco, obsesivo. Sin tacto, beligerante, observador y sobrador.
No obstante, #Nat lo quería mucho. Así, malo como era. Es más, admiraba esa frontalidad para decir las cosas. La primera vez que lo vi, me dieron ganas de partirle un vaso en la cabeza.
A lo lejos y desde un sillón, gritó “Ahí viene quémeimporta”. Yo me quedé sorprendido. No sé cómo hizo para notar mi escoliosis. Tardé en comprender que se estaba burlando de que tengo un hombro más alto que el otro. #Nat me arrastró a otro ambiente con incomodidad.
Todo esto sucedió un mes antes de mi viaje. Yo me iba unos meses al otro lado del charco, sin fecha precisa de vuelta. Fue difícil irme, pero más difícil sería mantener una relación a distancia con alguien que recién acababa de conocer.
Si bien mantuvimos contacto y nos hicimos promesas sobre el bidet, la que apostó más fuerte fue ella. Habían pasado cuatro meses cuando me tocaron el timbre. Una amiga de ella me entregó una valija llena de golosinas argentinas.
Era oro en glucosa y una manifestación de amor hipercalórica: alfajores Havanna, Rodhesia, Shot, Marrocs, Cabsha, y más alfajores y más chocolates. Es raro de explicar, pero vivir afuera hace extrañar más el kiosco que a los familiares.
Decidí volver al mes siguiente, sin avisar. Fui a la casa y aparecí. Cuando la vi, sentí todo eso que había imaginado en todos mis viajes. No obstante, ella no parecía tan contenta. Me supe a destiempo, como el Roca, impuntual.
Quizás la lejanía geográfica se había transformado en distancia real. Fueron pasando los días y empecé a sentirla más cercana. Aunque nunca tan suelta como la había conocido, o leído en sus emails mientras estuve afuera. Nuestras locomotoras no echaban el mismo humo.
Colesterol se puso provocador al verme llegar al primer asado. Es cierto que no me enganchaba en las conversaciones del grupo:
los padres eran dueños de empresas, y yo no sabía lo que era una acción; tampoco entendía de rugby, pensaba que el apertura era la primera edición de un torneo en vez de un puesto en la cancha.
Me costó entrar en esa bóveda de amistad, creencias y vivencias. No me aceptaron. #Nat estaba incómoda con mi rusticidad. Colesterol se ponía cada vez más agresivo, y todos le festejaban los chistes. Nunca conocí una persona tan mala.
Los besos de #Nat seguían siendo lo mejor de los mundos. Tal vez por haber ido a un colegio con idiomas, por momentos daba besos bilingües. Dentro de su boca se apagaba toda mi bronca contra su amigo, y ella manejaba los tiempos. Siempre.
Como en la música, marcaba el ritmo. A veces acompañaba, otras veces caminaba, y cuando quería, iba galopando entre las cuerdas de mi boca, subiendo y bajando de tonos con una naturalidad envidiable.
Además de furioso, empecé a estar celoso de Colesterol. Se juntaban sin mí. Se veían sin mí. Como había sido siempre, tal vez más aún. Era claro que #Nat no quería que estuviéramos compartiendo el mismo espacio. ¿Y él?
Yo no podía comprender cómo podía tener un amigo tan malo. Malo, malo. Cruel. Imposible de digerir. Aunque según ella, inofensivo. Él no podría soportar cómo su amiga salía con un tipo que no había nacido en una calle adoquinada y no conociera Cambridge.
En el fondo, estaba en juego la amistad entre un hombre y una mujer. Yo no creía que su amigo quisiera mantenerse en ese estatus. No era igual de incisivo con otras personas como era conmigo. Para mí, estaba locamente enamorado de #Nat. Y ella no hacía nada para alejarlo.
Fui volviéndome tóxico, como se dice ahora. Selectivo. Empecé a presionarla. Que dejaran de verse. Que no había nada tierno en ser una persona asquerosa, que decir barbaridades de frente no te hace mejor ser humano.
Ella me silenciaba con besos. Ganaba tiempo. Compases. Silencios. Hay momentos donde el bajo suena, y hay momentos donde no suena. Y eso es también crear climas, canciones más o menos feas.
La relación con #Nat crecía junto con mis fantasmas. Yo sentía que había algo ahí, entre ellos. Latente. Como el monstruo detrás de la cortina, como el asesino detrás de la esquina, como un tren con ganas de descarrillar.
En mi festejo de cumpleaños, Colesterol se agarró un pedo inolvidable. Para mí, sobre todo. Rompió tres copas, me rayó la pared del departamento con un anillo cuando se arrastraba al baño, y vomitó más afuera que adentro del inodoro.
Mis amigos le querían pegar. Los amigos de #Nat lo protegían. Ella misma lo protegía. Soplé la vIsata solo. Ella no salió en la foto, le estaba sosteniendo la cabeza a su amigo. Me enojé, se enojó.
Una noche, soñé que #Nat y Colesterol tenían una banda. Ella tocaba el bajo, con los ojos cerrados y la precisión de siempre. Él, con su guitarra, hacía sonar unas armonías hermosas, con mucha distorsión. O la distorsión era mía.
Colesterol cantaba con una voz prodigiosa. El resto de la banda estaba sin rostro, solo eran ellos y un estadio colmado. Vino el coro, y #Nat se acercó al micrófono de él. En vez de cantar, se besaron.
Me desperté y lo vi todo muy claro. La llamé por teléfono y en un bar de la plaza de Temperley le dije que no podía más con la situación. Que no la iba a compartir con nadie. Se lamentó y me dijo que era un primitivo. Que Colesterol era su amigo.
Asumí que quizás lo fuera. Que yo fuera un primitivo. Sin embargo, ya no podía manejarlo más. Me desenganché del vagón y me fui. Ella se quedó en el café, terminando su jugo exprimido. Yo me fui con un traqueteo triste.
No supe más de #Nat. No frecuentamos los mismos lugares. Nunca supe si se había mudado, derretido, o muerto. A veces pienso en esa canción de Sabina: “Hoy dice el periódico que ha muerto una mujer que conocí”. ¿Qué sentiría?
Hoy, en medio de una peste que no nos deja ni viajar en tren ni en avión, la reconozco. Adivino su boca incluso detrás de un barbijo. Hay cosas que nunca se olvidan. Me siento muy torpe en estos casos. Me acerco un poco.
No me decido. Miro los precios, a ver si ella me reconoce detrás del barbijo. Qué caro es Jumbo. Está concentrada leyendo una etiqueta. Me acerco un poco a través del sector de conservas. Se conserva bien.
Por fin, levanta la vista y me mira. Me reconoce. Sonríe, muchos años después, sonríe. Dice mi nombre y amagamos a saludarnos con un beso. Nos congelamos en el movimiento, la pandemia cambió todos los hábitos.
Conversamos. Busco el espacio para reconocer que fui un paranoico, pero ella insiste en saber qué fue de mi vida y no me deja espacio. Siento algo raro en el cuerpo. ¿Le pasará lo mismo?
Se ríe y sostiene un aceite de oliva, sin colesterol. Se lo digo y lo remarco, como una ocurrencia genial. Se ríe, pero nerviosa.
“No podés tardar tanto en elegir un puto aceite”, escucho detrás de mí. Ella se desinfla. Yo también. Detrás de #Nat, aparece su amigo con dos nenitas hermosas. Él no me reconoce, aunque nada cambiaría. “Apurate que la mogólica de la cajera es muy lenta”, agrega.
Le digo que sus hijas son hermosas, y miento que fue un placer verla. Mientras salgo hacia el estacionamiento, me juro nunca más ir a Jumbo, porque es carísimo.
Y porque encontrarte de frente con sospechas sepultadas es aún más caro. Espero que el auto arranque, hoy la batería estaba remolona. Le doy contacto mientras cruzo los dedos.

***** FIN DEL HILO ****

• • •

Missing some Tweet in this thread? You can try to force a refresh
 

Keep Current with Juan Pablo Fiorenza

Juan Pablo Fiorenza Profile picture

Stay in touch and get notified when new unrolls are available from this author!

Read all threads

This Thread may be Removed Anytime!

PDF

Twitter may remove this content at anytime! Save it as PDF for later use!

Try unrolling a thread yourself!

how to unroll video
  1. Follow @ThreadReaderApp to mention us!

  2. From a Twitter thread mention us with a keyword "unroll"
@threadreaderapp unroll

Practice here first or read more on our help page!

More from @juanfio

26 Oct
Empezó como una joda. #Susto se tenía que operar, y pensamos que no la contaba. Entonces le hice una promesa. Y las promesas hay que cumplirlas.

(ABRO HILO)
Comprar un cajón es una experiencia intransferible. Me refiero al cajón donde se meten los muertos. Te lo cuento: entrás a la casa velatoria, y alguien con cara sin gesto te asesora. A nosotros nos tocó un señor muy empático. Primero nos dijo que lo sentía mucho.
Yo estaba con mi amigo el Perro. Tuvimos que estimar el peso y la altura del fallecido. Nos miramos. A él se le escapó una mueca indetectable para el mundo, excepto para mí. Alzamos los hombros pero algo contestamos. No pude evitar sonreírme.
Read 28 tweets
15 Sep
A #Nat la conocí en el tren. Y ahora, muchos años después, la reconozco en el supermercado, detrás del barbijo. Sí, es ella. Le voy a hablar y reconocer que fui un inmaduro.

⬇️
Fue en otra vida. Yo iba a trabajar al centro. Ella subió en la estación de Lomas de Zamora. Era media mañana, había espacio en el vagón. Se paró a un metro de mí. Yo bajé mi libro para mirarla, y noté que ella me prestó atención.
El tren Roca es una fuente de enamoramiento constante. Los que viajan con frecuencia sabrán entenderlo. Son trayectos largos en un espacio chico, donde los ojos también viajan y la mente es una locomotora. Pocas historias llegan a buen puerto, mejor dicho, a buena estación.
Read 11 tweets
9 Aug
“Si algo muy grave pasara, nos encontramos en la cancha a las 8 ⚽️”.

Así decía el mensaje, y le puse una estrellita.

(Abro hilo)
Hace muchos meses, alguien mandó esa invitación al grupo de #fútbol de los miércoles. Tal vez fuera en joda. O quizás, producto de una mente brillante y previsora.
Este apocalipsis no se parece a ninguna película. No hay jinetes. No hay lluvia ácida. No hay bomba atómica. Es un virus que se lleva todo.
Read 37 tweets
15 Jul
Tengo poca batería. Tengo frío. Y creo que voy a necesitar un abogado.
Todo lo que voy a contar está mal.
Abro hilo.
Está mal boludear en Tinder en cuarentena. Es como ir a un shopping sin plata. Bueno, lo hice. Pegué la ñata contra el vidrio, y alguien la pegó del otro lado.
Empezamos a chatear con frases medio tontas. #LaPiba es actriz y contadora. Yo tengo un oficio muy raro de explicar. A veces digo que soy contador.
Read 36 tweets
6 Jul
Creo que voy a tener que cambiar a mi hijo de colegio. Pedir disculpas, minga.
Abro hilo.
Mi hijo está en primer grado. Todos los días tiene una clase por zoom con la seño, que se ocupa de hacer juegos para mantenerlos entretenidos. Hoy, hizo un bingo. La dinámica está buena y le valoro las ganas de enseñar a través del juego. A Mateo le gusta.
Ayer mandó 4 modelos de cartones por email. Cada nene elige uno antes de jugar, y ella saca las bolillas. A veces canta el número, y a veces dice “24 menos 4” para que aprendan operaciones
Read 35 tweets

Did Thread Reader help you today?

Support us! We are indie developers!


This site is made by just two indie developers on a laptop doing marketing, support and development! Read more about the story.

Become a Premium Member ($3/month or $30/year) and get exclusive features!

Become Premium

Too expensive? Make a small donation by buying us coffee ($5) or help with server cost ($10)

Donate via Paypal Become our Patreon

Thank you for your support!

Follow Us on Twitter!