Revisando carpetas en el portátil he encontrado por ahí perdido el primer guion de largo que escribí. Y, como lógicamente eso ya no va a llegar a ningún lado, me hace gracia poner por aquí las primeras escenas. Son nueve paginitas.
Repito: era lo primero que escribía. Prometo que lo estoy subiendo tal cual me lo he encontrado, sin modificar ni una coma. Sed compasivos, por favor.
Ya, adolescentes muertas, qué original. Y dos policías de personalidades muy distintas para resolver el caso: ¡lo nunca visto! Cuando terminé el guion estrenaron La isla mínima y True Detective; comprendí la diferencia entre los profesionales y el primer intento de un aspirante.
Bueno, pues ya está. De aquí hasta el final era todavía peor.
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Qué buena tiene que ser una canción para estar considerada, sin titubeo alguno, entre las mejores de cuantas ha compuesto Joan Manuel Serrat. Qué digo buena: excelsa. Para reafirmarlo, ahí va un hilo sobre esa delicada tragedia amorosa llamada Romance de Curro el Palmo.
El romance más extendido es el octosílabo, pero este lo compone con versos de seis sílabas —y se cuela alguno de siete—. Será la métrica, la temática o simplemente la calidad, pero deja un regusto a texto clásico que induce a muchos a pensar que no fue Serrat quien lo escribió.
La letra consta de cuatro estrofas, y cada una desarrolla un capítulo de la historia: la contextualización, podría llamarse este primero. El narrador se recrea en los antecedentes, sin prisas; la presentación del protagonista, que da nombre a la canción, se aplaza hasta el final.
Relacionamos la canción protesta con un señor contando sus cosas con voz suave y arpegio, pero The Cranberries demostraron en septiembre de 1994 que se podía hacer lo mismo con una muchacha berreando, metiéndole distorsión a la guitarra y leñazos a la batería. Hilo sobre Zombie.
En concreto, el tema se lanzó como single el 19 de septiembre del 94. Lo compuso en una noche Dolores O'Riordan, líder de la banda, con su guitarra acústica. Pero ya en el cuarto de ensayo el grupo comprendió que el mensaje que querían transmitir necesitaba el toque grunge.
La canción nació como reacción de Dolores, irlandesa, 22 años por entonces, al atentado terrorista del IRA —del PIRA, en realidad, pero por resumir— en la ciudad inglesa de Warrington, ubicada entre Liverpool y Mánchester. Explotaron dos bombas instaladas en sendas papeleras.
Sabina es capaz de colarle una letra sobre fútbol a los que buscan una canción romántica mientras le canta un noviazgo en verso a los futboleros. Semejante mezcla, con Argentina como escenario, solo podía llamarse Dieguitos y Mafaldas. Hilo.
La letra está minada de alusiones a la joven protagonista, su novia de entonces, pero también rebosa referencias futbolísticas. Y abundan los argentinismos, porque a Sabina le encanta enriquecer un texto con vocabulario específico.
Vamos a intentar desentrañarlo todo. Al lío.
La canción arranca sin preámbulos, directamente con versos descriptivos. Todos referidos a ella, la muchacha que inauguró la veintena en brazos del que canta. Hasta entonces, se deduce, no había tenido demasiada suerte en el amor, y quién sabe si tampoco en todo lo demás.
Un día, los Beatles dejaron de componer canciones estrictamente románticas. La madurez les abrió el abanico temático, y sus letras se salieron de la norma. Escribieron, por ejemplo, sobre un rincón de Liverpool. Uno que se hizo mundialmente famoso y que se llama Penny Lane. Hilo.
Penny Lane es una calle, pero en realidad la canción se inspira en el cruce donde desemboca. Allí hacían trasbordo los autobuses urbanos que McCartney y Lennon usaban para visitar la casa del otro, y también era donde se encontraban para viajar juntos al centro de la ciudad.
Los establecimientos mencionados en la letra en realidad no estaban en Penny Lane, sino justo al lado, visibles desde el cruce. Allí echaron muchos ratos juntos; sus sucesivas casas siempre pillaron cerca. La madre de John trabajó en la zona como camarera y acomodadora de cine.
Tal día como hoy mataron a García Lorca, y qué mejor fecha para repasar el largo camino que recorrió un poema suyo hasta convertirse en una canción magnífica y rompedora. Esto no es un hilo, es el viaje de unos versos por el tiempo y el espacio.
NUEVA YORK - 1929
Federico llega a bordo del transatlántico RMS Olympic, hermano del Titanic. Primero le ciegan las luces de Broadway, le impresiona la gran ciudad, pero pronto desarrolla una profunda animadversión hacia la sociedad estadounidense, epítome de la modernización.
El motivo oficial del viaje son unas conferencias en Nueva York y La Habana, pero en realidad las acepta para poner tierra de por medio tras la ruptura de su relación sentimental con el escultor Emilio Aladrén. Además, le aflige tener que esconder su condición sexual en España.
Hay ocasiones, muy pocas, en que los cantantes perciben que un tema marcará su carrera. Justo eso sintió Carlos Cano al componer esa preciosidad llamada María la portuguesa. Ahí va un hilo sobre la canción, y sobre los hechos reales que inspiraron al granadino para escribirla.
1985. La ruptura del acuerdo pesquero entre España y Portugal favorece el contrabando entre los pueblos de la zona fronteriza, la desembocadura del Guadiana. El puente de la imagen todavía no existía, y el paso de un país a otro solo podía hacerse cruzando el río.
Juan Flores, 35 años, natural de Ayamonte, cruza hasta Castro Marim —primer pueblo portugués— la mañana del 5 de enero; quiere sacarse un dinero y así comprarles los Reyes a sus dos hijas. Pilla cuatro cajas de marisco y las carga en su barca para revenderlas en España.