La polémica sobre la extinción de fideicomisos ha generado mucha polémica en las últimas semanas. Como suele pasar, hay muchas exageraciones, politiquería e infodemia. Aquí algunas impresiones, tras años de analizar el tema.
Definición básica.
Un fideicomiso es un tipo de contrato por el cual una persona o entidad destina ciertos bienes para un fin determinado.
Un fideicomiso, por lo regular, consta de:
FIDEICOMITENTE: Persona o ente que destina bienes para constituir el fideicomiso.
FIDEICOMISARIO: Persona que recibe el beneficio derivado del fideicomiso.
FIDUCIARIO: Institución con autorización para llevar a cabo operaciones legales.
El fideicomiso es una figura legal usada para diversos fines, como el pago en la inversión y reinversión de recursos; realizar pagos con cargo a dicho fondo; en la administración de fondos a favor de trabajadores o empleados, etcétera.
En México, el fideicomiso comenzó a utilizarse en la administración pública desde la década de 1920. Desde entonces, ha sido una figura laxa, ambigua y opaca cuya implementación en el ámbito público ha estado sujeta a polémica.
En una resolución de 1979, la SCJN definió a los fideicomisos públicos como un negocio jurídico "por medio del cual el fideicomitente constituye un PATRIMONIO AUTÓNOMO, cuya titularidad se concede a la institución fiduciaria para la realización de un fin determinado".
Con la llegada del régimen neoliberal y las privatizaciones, los fideicomisos se convirtieron en una figura legal cada vez más utilizada por el gobierno, con el fin de manejar dicho PATRIMONIO AUTÓNOMO.
Un caso famoso es el Fobaproa, utilizado para el rescate de bancos.
Pese a las múltiples irregularidades que existen en los fideicomisos, estas figuras pueden ser útiles cuando existen fondos que no dependen exclusivamente de dinero público, y en los cuales participan además, recursos provenientes de la iniciativa privada, para fines concretos.
Sin embargo, a lo largo del régimen neoliberal, los fideicomisos se usaron también como un mecanismo de privatización de dinero público, con el fin de facilitar el saqueo. Cada fideicomiso tiene particularidades, como el secreto bancario, que obstaculizan la rendición de cuentas.
Desde hace muchos años, algunos periodistas y académicos hemos seguido la pista a los fideicomisos, porque es un mecanismo utilizado para robar dinero.
Cuando revisé a fondo el FONCA, encontré que la mayor parte del dinero iba a subcuentas o subfondos con fines desconocidos.
Hasta donde pude indagar, no hay forma de saber dónde quedó el dinero destinado a las subcuentas y subfondos, más allá de las becas para creadores.
Pero acá entre nos, sabemos muy bien para qué tipo de cosas se utilizó ese dinero en un país despedazado por la corrupción. 😉
Durante años, organizaciones han documentado la magnitud de la opacidad en torno a los fideicomisos.
Uno de los trabajos más completos es el de Fundar (que curiosamente ha sido poco mencionado en toda esta polémica de la extinción de fideicomisos).
Fundar señala que actualmente existen 835,033 millones de pesos en fideicomisos "pero NO SABEMOS cómo y en que se gasta la mayoría de estos recursos", que representan casi el 14 de todo el presupuesto federal y 3.3% del PIB.
Asimismo, en la última década hubo una tendencia a meter cada vez más dinero a los fideicomisos, precisamente, por ser un mecanismo facilitador de la opacidad y el saqueo.
El 93% de los fideicomisos "NO CUENTA CON CONTROLES DE VIGILANCIA". (Prácticamente todos).
En un país con los niveles de corrupción y los problemas financieros que enfrenta México, esta situación es completamente inaceptable.
Por ello, me parece que la propuesta de extinguir fideicomisos fue una muy buena iniciativa del presidente Andrés Manuel López Obrador y la 4T. Sobre todo, porque los fines de muchos fideicomisos como ProMéxico eran un insulto para la pobreza que impera en este país.
Sin embargo, la manera en que se ha procesado el tema en la Cámara de Diputados ha sido vergonzosa. Para obtener más recursos de manera rápida y cumplir con la presión del presidente, la bancada de Morena y aliados han legislado con las patas un tema que debía revisarse con lupa.
No todos los fideicomisos obedecen a los mismos fines y se requería un trabajo minucioso para garantizar que no habría afectaciones o problemas legales para la operación de recursos prioritarios como el Fonden.
No hubo tal análisis y lo que vimos fueron discusiones al vapor.
Legislar al chingadazo, provocó posturas encontradas dentro de la misma bancada de Morena. Y esto también dio pie a que la oposición y los medios afines, generaran una campañita de desinformación para exacerbar miedos entre la población y sacar raja política.
Si como afirman en presidencia, la nueva ley incluye reglas de operación claras para operar los recursos que antes estaban en los fideicomisos, no debería haber mayor problema. Fidecine, por ejemplo, bien podría operar desde IMCINE, sin drama de por medio.
El problema es que al legislar con las patas, a nadie nos queda claro si existen tales reglas de operación y cómo funcionarán, lo cual explica buena parte de las protestas. Puede haber también fideicomisos que valga la pena mantener.
Ese es el problema de legislar con las patas.
Hace unas horas se aprobó en lo general la ley para extinguir al menos 109 fideicomisos. Lo más probable es que dentro de unas horas se apruebe también en lo particular y listo.
Interesante gráfica, sobre la polémica del CIDE y el Colmex.
¿Hasta qué punto las escuelas y universidades son un factor de movilidad social en la inercia del neoliberalismo? Es una pregunta que debemos hacernos con seriedad.
Yo soy un radical en este asunto y creo que hay que repensar todo el sistema educativo.
Las escuelas como las conocemos hoy obedecen a una lógica obsoleta (estudiar para tener un buen empleo).
El mundo requiere una revolución educativa, filosófica y cognitiva.
El modelo educativo surgido tras la revolución industrial estaba orientado a generar mano de obra para las fábricas. Ese modelo ha entrado en crisis. Por eso ahora tenemos gente muy preparada que no encuentra trabajo.
Como generó mucha polémica la discusión de la Cámara de Diputados sobre la extinción de fideicomisos, voy a ampliar un poco el asunto, para luego fundamentar mi postura sobre el tema. Es un tema oscuro que hace falta indagar a fondo.
En febrero de 2019, noté que en la plataforma de Infomex donde se hacen solicitudes de información vía transparencia, aparecieron un montón de fideicomisos entre los sujetos obligados a rendir cuentas, así que mandé solicitudes masivas de información.
Solicité los estados financieros de todos los fideicomisos que aparecían en la plataforma de transparencia con el fin de tener a la mano los montos de los fideicomisos en los últimos años. Lamentablemente, no me dio la vida para revisar yo solo tantísima información.
Esta misma visión impera en otros proyectos como el Tren Maya. Detonar el crecimiento de los centros urbanos no necesariamente se traduce en mejores condiciones de vida para la población, pues eso conlleva una serie de problemas sociales, además del impacto ecológico.
Uno puede tener repudios políticos por ciertos personajes. Pero desearles la muerte, es nocivo, trátese de AMLO o Trump. El odio envenena a quien lo promueve.
Una mente sana, exige justicia y desea que todos los seres se liberen del sufrimiento. El karma se encarga del resto.
El odio ensucia el alma. Hace daño a quien lo desea. Odiar a otros, en el fondo, es odiarse a uno mismo.
Por eso todos los grandes sabios, de todos los tiempos, han promovido el amor. La compasión es la forma más elevada de amor, porque se conmueve por la pequeñez del que odia.
Sólo las almas diminutas alimentan su propio odio como forma de aliviar su dolor.
El amor, en cambio, exige fortaleza para soportar la tempestad. Un corazón fuerte y vigoroso es necesario para amar incluso al que odia. La separación es la ilusión primera. El amor une, equilibra.
Para entender qué hay detrás de la crítica del Financial Times a AMLO
El FT señala que el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, se ha convertido en el "nuevo hombre autoritario de América Latina" y da "buenas razones para sentir miedo".
Históricamente, el FT ha sido el brazo mediático del capital financiero trasnacional. Durante la década de 1980, apoyó a Margaret Thatcher y Ronald Reagan (artífices del proyecto neoliberal) y promovió el rescate financiero de los grandes bancos a nivel global en 2008.
Dos de los principales comentaristas del FT son asiduos asistentes a las reuniones del Club Bilderberg, donde a puerta cerrada, las oligarquías financieristas de Occidente se reúnen a analizar la agenda geopolítica del mundo. Me refiero a Martin Wolf y Gideon Rachman.
Me desconecté de las noticias el fin de semana. Es de llamar la atención la disputa mediática por la convocatoria de FRENA. No más de 10,000 personas (y me fui alto) que la derecha quiere inflar a 150,000. Juego de percepciones. Y el Financial Times les hace segunda a los fachos.
Hoy no hay condiciones en México para un golpe de Estado (el aval de la SCJN a la consulta es una buena señal en este aspecto). Es evidente que la lógica de la derecha será apostarle al golpe a ver si en una de esas es chicle y pega. Por la vía electoral no tienen oportunidad.
Todo esto se junta con el desaire de AMLO a Corral. Yo creo que el gobernador de Chihuahua se lo ganó a pulso. ¿Qué esperaba? Mejor que se dedique a dar resultados en la entidad que gobierna, pues las opiniones de los chihuahuenses sobre su gestión coinciden en que queda a deber.