Ayer, 7 de octubre, en el hilo conmemorábamos el aniversario de Lepanto. ¿Pero sabían que la batalla casi no se libra? ¿Que hubo un duelo sobre la cubierta de una galera? ¿Que los españoles estuvieron a punto de amotinarse? El día que don Álvaro sujetó el carácter español. Hilo.
La Liga Santa logró reunir un total de 91.000 hombres entre marineros, chusma y soldados, de ellos 34.000 eran gente de armas. Por la parte real hispana, eran 20.231 los soldados, de los cuales sólo 8.160 eran de los Tercios españoles, 5.000 eran italianos y 4.987 alemanes.
A causa de la escasez de gente de armas en las galeras venecianas, que sin embargo sí llevaban muchos marinos, Juan de Austria decidió embarcar en ellas 4.000 infantes españoles, para reforzar su guarnición. También embarcó a 500 arcabuceros españoles en cada galeaza de refuerzo
Los italianos no eran malos soldados y los alemanes siempre cumplían con su parte, pero los españoles componían el grueso de la infantería aliada agrupados en los famosos Tercios Viejos del Mar de Nápoles y en Tercios de Tierra embarcados como infantes y arcabuceros.
Mientras que los alemanes tenían fama de disciplinados y los italianos de notables combatientes, los españoles por su carácter lo tenían de pendenciero. Sin embargo, podían ser tan disciplinados como los alemanes y más fieros que los italianos. Cuando querían. Gente de 1ª línea.
Antes del combate, se produjo una disputa de competencias entre don Juan de Austria y los venecianos, en una galera veneciana. Por defender cada uno a su gente, se enfrentaron con las armas el capitán italiano de la galera y el capitán de los soldados embarcados, español.
Tras el intercambio de estocadas el veneciano resultó herido, sobrevivió aunque de milagro pues los españoles tenían fama de ser los mejores espadachines de Europa a través de su Verdadera Destreza, la ciencia y arte de la esgrima española, con el maestro Jerónimo de Carranza.
El almirante veneciano, Sebastiano Veniero, como castigo y escarmiento hizo que ahorcaran al capitán español, a lo que respondieron los soldados españoles amenazando con la rebelión, pues eran numerosos y no toleraban esa clase de ofensas, y menos de alguien que no era su mando.
A don Luis de Requesens, general español y mentor de don Juan de Austria, no le gustó esto ya que además ejercía de segundo jefe de la Armada y no había sido consultado, y eran sus hombres. Hombre prudente y de buen juicio, y diplomático, aconsejó reunir un Consejo de Guerra.
Don Luis había recibido expresamente el beneplácido de Felipe II en la expedición contra los turcos, de forma que: “todo lo que hubiera de despacharse por escrito, debía llevar la firma tanto del capitán general como la suya”. Dándole el poder tácitamente, por encima de don Juan.
Incluso el pliego insistía: “todo lo que ordenare e hiciese debía ser de acuerdo, sin poder don Juan apartarse de él de ninguna manera y en caso de que se apartara alguna vez de su parecer, le facultaba para hacer discretamente las diligencias que creyera convenientes.”
Por otra carta del mismo 1571, se designa como una de las personas, junto a don Álvaro y don Juan Doria, que tienen que prestar su aprobación a la decisión de presentar el combate pero se mantiene que “no se podía firmar disposición ninguna sin la previa aquiescencia de don Luis”
Guardó, no obstante, tal discreción que quedó en un segundo plano, tanto por seguir las recomendaciones de su Rey, como por el afecto que profesaba a don Juan de Austria. Posteriormente, Don Juan convoca Consejo de Guerra del que excluye a Veniero, y llama a Barbarigo en su lugar
En el momento del acuerdo, se habían nombrado tres comandantes: por el Papado Marco Antonio Colonna, por Venecia Sebastiano Veniero con Banarigo como segundo suyo y por el Imperio Hispano a don Juan de Austria, quien ostentó el mando militar supremo de la Santa Liga.
Ante esta desavenencia, que algunos consideraban un insulto, Juan Andrea Doria, almirante al servicio de España, se manifiesta partidario de volverse a España y dejar solos a los venecianos, a los que considera poco de fiar, dada su experiencia anterior en la campaña de Chipre.
Los generales españoles que hablaron después de él, defendieron esta postura, pero fue cuando don Álvaro de Bazán discrepó, argumentando que el hecho de que Veniero hubiera hecho un disparate no era motivo para tirar por la borda todo el esfuerzo hecho hasta el momento.
Los generales y almirantes que hablan después de don Álvaro, hombre prestigioso y con fama de juicioso, apoyaron su postura. Los soldados españoles también sofocaron sus ánimos aun a disgusto por haber perdido a su capitán de forma tan poco honrosa, y se instauró la disciplina.
Don Álvaro, dio muestras de sabiduría en sus consejos y aconsejó de inmediato a don Juan de Austria que buscase sin demora un enfrentamiento contra el enemigo porque comenzaban a surgir roces entre los aliados, también entre la tropa y los españoles no eran propensos al perdón.
Cierra el consejo don Juan, diciendo: “Adelante, sigamos el parecer del marqués”. Y formaron una línea de combate naval a 15 millas de las bocas de Lepanto, al esperar dos horas si el enemigo no saliese, dispararían sus cañones pidiendo batalla. El resto es ya historia.
Espero que les haya gustado el hilo de hoy como complemento a la batalla de Lepanto.
Los cuadros son de variados artistas de época.
Láminas variadas.
Y recuerden: hay pocas cosas que le gusten menos a un español que le castigue uno que no es de los suyos.
Gracias por leer.
“El fiero turco en Lepanto,
en la Tercera el francés,
y en todo mar el inglés,
tuvieron de verme espanto.
Rey servido y patria honrada
dirán mejor quién he sido
por la cruz de mi apellido
y con la cruz de mi espada.”
Poesía dedicada por Lope de Vega a don Álvaro de Bazán.
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La hegemonía española en los mares empezó en los albores del siglo XVI, hasta dominar el orbe. ¿Pero qué clase de naves usaban? ¿Eran todas iguales? ¿Cómo se clasificaban? Desde el descubrimiento de América hasta Lepanto y la Grande y Felicísima Armada. Los barcos españoles. Hilo
La navegación casi tan vieja como el ser humano, y en España durante la Edad Media se desarrollaron barcos que permitirían a los ejércitos tanto castellanos como aragoneses desplazarse grandes distancias, llegando incluso hasta Italia y el Norte de África cruzando el Mediterráneo
La galera fue un barco ampliamente usado desde la antigüedad hasta el final de la edad de la vela. Era un barco impulsado por la fuerza de los remos, y en ocasiones por el viento; por eso poseía una o más velas; el eslabón entre la Navis longo romana y los dromones bizantinos.
Chipre había caído en las manos del Turco, que ansiaba hacerse con todo el Mediterráneo. Enfrente, una coalición cristiana comandada por don Juan de Austria y sus letales Tercios Viejos españoles. Una gran batalla naval sin parangón y hasta una intervención divina. Lepanto. Hilón
Chipre, en manos venecianas desde hacía tiempo, era el último de los Estados Cruzados que permanecía latina en el Mediterráneo oriental, y el sultán Selim II, como rey de Jerusalén, reclamó su jurisdicción sobre la isla con la intención hacerla una base para sus conquistas.
Entre 1567 y 1570 la capital de Chipre, Nicosia, había sido completamente fortificada siguiendo el modelo italiano, con 11 bastiones muy bien proyectados. En el momento de su asedio por los otomanos, la ciudad contaba sólo con 12000 hombres que resultaban aptos para combatir.
El imperio español se forjó en la mar, pero no sin un alto precio. ¿Sabían que España es el país con más barcos naufragados? ¿Que la mayoría de los pecios del mundo llevan pabellón español? ¿Pero dónde están? ¿De quién es la rica carga en un pecio? ¿Cuáles son más famosos? Hilo.
España ha sido a lo largo de la historia uno de los imperios más extensos, con tierras en prácticamente todos los continentes. Pero todo eso costó un alto precio, y supuso una necesidad de logística y rutas comerciales y militares de vastas distancias. El mar fue su principal vía
Con este objetivo impulsaron la creación de una gran flota repartida en distintas escuadras, además de convoyes comerciales y gran cantidad de barcos mercantiles, privados o estatales. Desgraciadamente, bien por mala mar, piratas o guerras, algunos no llegaron a su destino.
¿Sabían ustedes que vestimos con prendas marineras en nuestro día a día? ¿Que la moda está muy influenciada por el mundo naval? ¿Que muchas prendas tienen sus origen en los navíos de la Real Armada? La influencia marinera en la moda cotidiana y su significado original. Hilo.
Es posible que nos vistamos con ropa cómoda o bien que nos gusta y nunca se nos haya ocurrido pensar en su procedencia ni su función original. En el caso de muchas prendas de hombres y algunas de mujeres, su origen hay que buscarlo en las armadas europeas del siglo XVIII y XIX.
El más clásico en el armario de todo caballero en otoño es el pea coat o chaquetón marinero de lana. Esta prenda procede casi sin modificaciones de los chaquetones de los marineros de mediados y finales del siglo XIX, pero a su vez este procede de la guerrera o casaca del XVIII.
La satisfacción de vengar una afrenta. La toma de dos ciudades. Una gran escuadra. La disciplina española bajo el fuego que hizo huir a los famosos jenízaros otomanos. El día que los pabellones españoles oscurecieron el Mediterráneo. La conquista de Orán y Mazalquivir de 1732.
En abril de 1708, durante la Guerra de Sucesión Española, el bey otomano de Argel conquistó las estratégicas plazas de Orán y Mazalquivir, en el norte de África, que habían estado hasta entonces bajo dominio español, aprovechando los apuros de España, en la contienda europea.
Finalizada la guerra y afianzado en el trono, Felipe V organizó una expedición para recuperar las ciudades perdidas. La conquista fue en parte financiada por la ofensiva exitosa contra la República de Génova, dirigida hábilmente por el almirante de la Real Armada Blas de Lezo.
Julio de 1797. El vicealmirante Horatio Nelson arriba a las islas Canarias con una gran escuadra con intención de tomarlas, pero no cuenta con el arrojo de un pequeño contingente de milicianos, soldados y marinos, mandados por un anciano oficial. El día que Nelson perdió su brazo
El 21 de julio de 1797, el vicealmirante de la Royal Navy, flor y nata del Almirantazgo inglés, Horatio Nelson aparece en el horizonte, frente a Terife, con una formidable escuadra de 4 navíos de líne, 4 fragatas, 1 goleta, 1 balandra, lanchas de desembarco y más de 4000 hombres.
Sus órdenes: desembarcar y asaltar Santa Cruz de Tenerife, hacerse fuerte ahí y establecer una punta de lanza y base en Canarias para los ataques británicos a las costas andaluzas. Su plan táctico constaba de dos puntos importantes que permitiría hacerle salir victorioso.