Thread by @JFitzEdwards

Ayer tuvimos un día más o menos normal. Bien es cierto que mi padre y tío Fernando no se levantaron hasta casi las dos y después de almorzar se echaron la siesta. Y es que el viernes nos acostamos muy tarde tras la ajetreada despedida de soltero de tío Willy en Málaga. Va hilo 👇

No es que yo estuviera todo el día cazcaleando por Las Golondrinas. Entre el cansancio y la imaginaria que me tocó hacer para dejar a tío Willy en perfecto estado de revista sobre las nueve que es cuando mi madre y tita Carmen vuelven del paseo, necesité una siesta de tres horas.

Así que el pobre, sentado en una butaca del patio, sufrió primero el ninguneo,después el desprecio y al fin, un juicio sumarísimo que careció de toda garantía procesal. No sólo no se le proporcionó defensor, sino que juez, fiscal y jurado coincidieron en la persona de tita Carmen

La sentencia condenatoria que se dictó en un par de minutos, es firme e inapelable. Mi padre, al enterarse durante el almuerzo, puso el grito en el cielo y anunció con solemnidad churchilliana su firme intención de presentar una durísima demanda ante el Tribunal de Estrasburgo.

Según él, el trato recibido por Willy en la casa de los guardeses vulnera las Convenciones de Ginebra. Así, a voleo. No una concreta. Todas. Ha dejado claro que lo hará pro bono porque, y son sus palabras, me ha roto el corazón ver como la venganza se ha impuesto a la justicia.

Tío Fernando, a instancias del letrado, ha fotografiado al pobre Willy y ha realizado un amplio reportaje de la casa de los guardeses con el objeto de preparar la denuncia aportando pruebas concluyentes e indubitables. En sus propias palabras, el trato ha sido inmoral y vejatorio

Pero como tras deleitarnos con un exquisito café nos retiramos a disfrutar de una siesta de pijama, padrenuestro y orinal, tal y como recomendaba don Camilo José Cela a quien por algo le darían el Nobel, el ímpetu justiciero se disipó entre sueños y ronquidos, que alguno hubo.

Después de la siesta, el tiempo voló. Íbamos con retraso y encima nos levantamos cerca de las nueve. Había que recuperar inmediatamente el ritmo circadiano de los Fitz-Edwards: merienda, piscolabis, cena, picoteo con el gintonic y chocolate con bizcochos para conciliar el sueño.

Vamos, que esta mañana nos hemos levantado ya con los horarios normalizados. Mientras desayunaba, mi madre y tita Carmen, que están ya un poco nerviosas con la boda, se han sentado a mi vera -Willy estaba en el porche mirando fijamente la cancela- para pedirme algunas cosas.

-Jacobo, quiero que me lleves a la iglesia en el landó.
-¿Cómo?
-Y con cuatro caballos blancos con penachos de plumas-apunta mi madre.
-¿Y una guardia de alabarderos?
-Pues mira -dice tita Carmen- estaría bonito.
-Era una broma, tita. Como espero que sea lo del coche de caballos

-¿No me vas a dar ese capricho?
-El landó no se usa hace un siglo.
-Pues bien bonito que está.
-Está limpio. Adorna la vieja caballeriza. Habría que engrasarlo. No hay caballos aquí y del porche a la capilla hay veinte metros. La separa un parterre de la casa. ¿Te parece lógico?

-Es que Willy anda a saltitos -mi madre- y va a echar un rato largo para llegar. Y va de mi brazo que soy la madrina.
-Os llevo en el jaguar de tío Ramón.
-No es lo mismo. Con la ilusión que me hace a mí ir saludando desde el coche de caballos a las multitudes que me aclamen.

-¿Qué multitudes? Si vamos a estar cuatro gatos.
-Pero en las fotos de Fernando no se va a ver que no hay nadie. Luego les enseño el álbum a las amigas y les cuento que han venido de todos los pueblos de la comarca. Y seguro que estaré regia saludando como la reina de Inglaterra.

-¿Y por qué no como la reina de España, Carmencita?
-Verás, -pone tono de confidencia- aunque Isabel es mayor que yo, es de mi quinta y me siento más cercana,Pilarín. Las dos hemos vivido la guerra mundial y eso une mucho
-Yo, que a Dios gracias no sufrí esa experiencia os admiro

Se abrazan. Yo, que me quedo patidifuso, las dejo disfrutar del emotivo momento y sigo:
-Esas fotos te las hace igual, tita. Y te pone multitudes de fondo con banderas. Es un artista.
-Pero que sean banderitas de España que es 12 de octubre. Y pancartas¿les puede poner pancartas?

-Sí, banderitas y pancartas. Ea, ya está. Os llevo en el jaguar, primero al novio y la madrina y después a la novia -tita Carmen ensaya su saludo en plan regio- y al padrino ¿Puedo terminar de desayunar?
-¿No gastarás mucho carburante?
-Mamá, voy a recorrer cien metros como mucho

-Yo que sé, hijo, como a los gobiernos siempre les da por subir la gasolina…
Mientras me termino el café y las tostadas de aceite y jamón, se ponen a cuchichear. Son como dos adolescentes; risitas, confidencias
De pronto aparece Conchita con el teléfono:
-Doña Carmen, el párroco

-Dígame, don Ramiro… Sí, muy ilusionada… Pues el consentimiento normal…Como usted vea padre... ¿La hora? A las doce… ¿Qué mi cuñado le ha dicho que a la una y media?
Tapa el auricular y se vuelve hacia mi madre.
-¿Es que tu marido no piensa madrugar ni para llevarme al altar?

-Me extrañaría mucho. Acuérdate que cuando me puse de parto me tuvo que llevar papá porque eran las nueve y pico y él a esa hora no está para nada.
-De verdad que… ¡Vaya tela, Pilarín!
Quita la mano del auricular y dice:
-Venga don Ramiro, pues a la una y media. Qué remedio.

Llega Amalia con el desayuno de mi padre que acaba de entrar por la puerta.
-Buenos días, Pilarín. La besa. Cuñada, ¿nerviosilla? Tienes a Willy en capilla. Lo acabo de ver sentado en el porche y mirando fijamente la cancela de la entrada. Parece un muñequito Michelin desinflado.

-Está esperando que le traigan el chaqué. A su hija se le olvido traerlo el otro día. Menuda pájara. Debería haber llegado antes de las diez y son más de las doce
Conchita otra vez con el teléfono.
-Doña Carmen…
-¿Quién es ahora?
-La pájara
-Trae aquí. Coge el teléfono con genio

-¿Cómo que no vais a traer el chaqué? ¿Qué no podéis?¿Cómo va a ir con esa teba que es un harapo?... ¿Qué te da lo mismo la boda de tu padre?... ¡Qué vergüenza, hija! Sí, sí… Vale, bonita… Ya… Que sí, guapa, que ya pagará el francés el vino que se bebió. Cuelga con violencia.

-Tranquila, Carmencita. Trae agua de azahar Conchita
-Dios mío que le da un síncope. Está cianótica
-Mil euros a que se le pasa, Nene
-Papá
-Te doy dos a uno.
-Venga, hecho, pero voy a llamar al médico.
-No hará falta.
-¡Willy! El grito de tita Carmen hace temblar Las Golondrinas

-Me debes quinientos euros, Jacobo
-No sé cómo lo haces, papá
-La experiencia, Nene
Al pobre Willy le está cayendo una tromba. Mi madre media. Parece que vuelve la calma. Tensa. Pero calma.
-Luis, por favor, búscale lo que sea a Willy pero que mañana vaya presentable.
-Es domingo

-Hazlo por mí,Luis
-Cuenta con ello, Pilarín. ¿Quién podría negarle el mundo a esa mirada, a esos ojos,cariño mío?
Mi madre se va feliz y el sigue desayunando. Al terminar le pregunto qué vamos a hacer
-Ni idea, Nene. Confiemos en la suerte y la improvisación de los Fitz-Edwards

Nos reunimos los dos con tío Fernando
-A ver,dice tío Fernando,Willy es más bajo que cualquiera de nosotros y más escuchimizado. Así que lo de prestarle ropa no vale
-Nene,¿tú no tenías aquí ropa de cuando eras más joven?
-Pero era de los campamentos y mamá lo guardó en el desván

Subimos, pero nada.Lo único que hay es mi traje de comunión.Y tan bajito no está tío Willy
-Pues algo hay que hacer, dice mi padre. Lo mismo tienes que irte a Córdoba, Nene
-¿Qué son aquellos baúles?
-Fernando, eres un genio. Ya está todo solucionado.
-No te entiendo, papá
-Ni yo

-Ese tesoro es de tío Eugenio, Fernandito. De cuando se metió a empresario teatral. Seguro que encontramos algo.
-Pues como no hiciera «La Gran Vía», no sé yo, dice tío Fernando.
Y mi padre se ríe y empieza a cantar:
-«Caballero de Gracia me llaman …» como haya un frac, hecho.

-Lo malo es que sólo estén los trajes de los tres ratas, Luis.
-«Soy el rata primero…»
-«y yo el segundo», sigue tío Fernando.
-«y yo el tercero…» termino yo.
Mientras rebuscamos seguimos cantando «siempre que nos persigue la autoridad, es cuando muy tranquilos timamos más»

Pero nada. Hay trajes de «La Corte de faraón» que no nos parecen apropiados; de «La Verbena de la Paloma», no va a ir de chulapo; de «El barberillo de Lavapiés» y no lo veo ni de Lamparilla, ni de marqués. Pues anda que estos - dice mi padre- que son de «Gigantes y cabezudos»…

Nos sentamos agotados y defraudados. Mi padre se enciende un puro y yo una pipa. Tío Fernando es más de cigarrillos.
-¿Hemos fracasado, papá?
Le veo entornar los ojos y sonreír.
-No, Nene, no. Nos queda aquel armario y creo que sé de qué obra es.
Tío Fernando lo abre y…

En la parte interior de la puerta hay un cartel de «La viuda alegre».
-Lo tenemos. Y ahí tiene que haber…
-En esta funda pone «Conde Danilo», Luis.
-Hecho Fernandito. Y además es una profecía. Carmencita será pronto la viuda alegre. ¿No os dais cuenta de que es una señal divina?

Tío Fernando la abre y saca un uniforme de estilo austrohúngaro; casaca blanca, pantalón azul con bandas laterales rojas, charreteras y cordones dorados. Una gorra a juego. Y hasta una caja de condecoraciones y un sable.
-Una cosa maravillosa, Nene. Willy va a ir hecho un primor.

Se lo probamos y sólo hay que meterle en los bajos del pantalón. Mi padre recuerda entonces que aquel sobrino de tío Eugenio era bajito. Pero muy guapo, tercia mi madre. Cuando se lo contamos a tita Carmen se ilusiona. Pero al momento, pregunta, ¿no hay un sombrero con plumas?

-Tranquila, cuñada, le dice mi padre, en la biblioteca tengo un casco de policía municipal de gala que tío Ramón le robó a uno en una procesión por divertirse un rato. Le sacamos brillo y verás como va a ir Willy.
-Maravilloso, fabuloso e ideal. Y se ha ido tan feliz a contárselo