Es difícil celebrar a Biden, cierto. Un hombre tan gris que sus tres méritos para ganar fueron Barak Obama, su decencia, y tener enfrente a un energúmeno en Donald Trump.
El tema de la decencia de él se exhibe en contrasentido de las absurdas campañas de desinformación.
Es uno de los principios básicos del troleo propagandista: destruye las virtudes, reales o de percepción, del objetivo. Y ataca ad delirium a sus aliados.
Por meses a partir de fotos fuera de contexto y manipulaciones de información, pusieron un gran esfuerzo en presentarlo como un pederasta.
Increíble. Para esas mentes cuenta y vale más una cuenta anónima de redes sociales y pseudomedios alternativos.
Además de las manipulaciones para querer lavarle la reputación al que si estaba más cerca de un traficante confeso de mujeres. Lo bueno es que hoy empieza a tener un pie fuera de la Casa Blanca.
Es delirante. Desde al menos 2018 se detectó que la desinformación ahora estaba buscando presentar como desinformación a la información comprobada, verificada. A la realidad.
Que Trump empiece su camino fuera de ese lugar en la historia si se debe celebrar. Es tanto, de verdad tanto el daño de lo que el representa, que algunos obsesionados no se dan cuenta de su propia incoherencia cuando usan iconografía religiosa y la asocian a Trump.
Por cierto. Igual que lo hacen los fanáticos más radicales de otros líderes populistas. No hay izquierda ni derecha. Hay autoritarios que sólo anhelan tener, acaparar y nunca soltar, el poder.
Será que una de las cosas que vendrán con la casi segura próxima salida de Trump es que las campañas de desinformación aumentarán su virulencia, su violencia, tenderán a una polarización aun mayor. Si, aun mayor. Se puede.
Hoy día buena parte de la audiencia, simpatice o no con Trump, esta convencida que BLM son casi un grupo de terrorismo domestico, equiparable a sus contrapartes como los Proud Boys y los Boogaloo. Ambos en extremos de la segregación racial.
También la audiencia da por hecho que todo esto se resume y se reduce a progres y wokes, para sobresimplificar luchas sociales muy válidas, pero, cierto, llevadas al extremo de la intolerancia. La nueva tiranía de la corrección social.
Los talibanatos vienen en tantos cultos, credos, fes y colores.....
Uno en especial olvida, o selectivamente omite, uno de sus puntos esenciales: al Cesar, lo que es del Cesar.
Ejercer la profesión de una fe, participar de un culto religioso, rendirse a la creencia de una divinidad, ni de chiste debería ser un atributo para evaluar a un político y mucho menos para aceptarlo como una cualidad para ejercer simpatía por él.
Y viceversa, el ejercicio de una fe, de un culto, el que sea, no se pelea con tener una opinión política; el ejercicio de la creencia en una divinidad y opinar al respecto, no es motivo de exclusión de la vida política. Pero es cierto, la religión NO debe ser poder político.
El problema de la desinformación no es tan simple. Una y tantas veces como sea necesario repetirlo, no solo es mentir. Basta inducir en la audiencia una narrativa que crean por iniciativa propia, aunque no sea verdad, aunque no sea real.
Esa narrativa lleva como eje un mensaje simple, fácilmente asimilable, que no necesita apenas ser razonado sino que se acepta como válido simplemente por ir en concordancia con la audiencia objetivo que lo asimila, casi siempre, desde sus filias y sus fobias.
Cuando el mensaje llega, la audiencia lo replica sin detenerse a pensar, sin detenerse a considerar la veracidad o no. Porque además, esa responsabilidad suele conferirsele al emisor a partir de la afinidad que se le tenga.
La desinformación que ya corre es apenas el calentamiento.
Lo que viene será de locos. Digo, si ya se tragaron bulos nacidos del pizzagate y similares, y qanon tiene su primera seguidora que ganó un puesto, no es para menos lo que venga.
Esas narrativas, tan básicas pero tan efectivas. Incontenibles.
La desinformación no necesita mentir. Basta inducir en la conversación narrativas que vayan de acuerdo a las aversiones, filias y fobias de la audiencia, para que se acepten sin cuestionarlas.
Bastan las dudas, las suspicacias, las fotos fuera de contexto, los vídeos editados, los audios manipulados, los rumores, y ya ni se diga de los dichos de supuestos expertos. La audiencia los acepará porque irán acorde a sus propios códigos existentes.
Interesante. Ese raro embrujo de la popularidad de las cuentas, que algunos confunden con autoridad, pero que no es más que el inflado de egos, que en el fondo, ni siquiera significa realmente que sigan realmente el objetivo que dicen seguir. Curious & Curiouser.
No todo quienes se digan sus aliados lo realmente lo hacen ni persiguen los mismos objetivos que usted.
Que se oiga fuerte y claro: no sacrifique ni pierda un último rincón de VERDADERA LIBERTAD.
Sí a usted, aquí, en algo tan aparentemente trivial como una RRSS le condicionan el follow, sépalo con absoluta certeza:
Lo están sometiendo.
Lo están usando para construir el ego.
Esta usted siendo usado.
Sí usted cede, será parte de un tribu que después le exigirá su lealtad.