Thread by @Navegaciones

Hace un rato tuiteé que debería haber sitios gratuitos, seguros y limpios en el que las personas, especialmente las jóvenes, pudieran tener sexo. No me ocuparé de las reacciones empapadas en estupidez pacata o pícara, pero me sorprendió que muchos lo tomaran a broma.

Van tres datos:
1. en el Estado de México 25% de las personas de entre 25 y 34 años tuvieron su primera relación sexual antes de los 17 años; la mitad, antes de los 18 años y medio y las tres cuartas partes, antes de los 21.
conapo.gob.mx/work/models/CO…

2. El promedio nacional de edad de iniciación sexual es de 16 años.
scielosp.org/pdf/spm/2014.v…
3. Entre estudiantes de bachillerato, 45% de los hombres y 35% de las mujeres tuvieron su primera relación sexual entre los 12 y los 15.
excelsior.com.mx/nacional/2015/…

En estas realidades influyen un poquito factores sociales (entre el campo y la ciudad, así como entre los niveles socioeconómicos se presentan diferencias de meses o de un año), pero están determinadas en primera instancia por la biología, esto es, por las hormonas.

O sea que, independientemente de las toneladas de moralina o de “buenas costumbres” que se pretenda inculcar, las y los jóvenes –púberes y adolescentes– cogen porque son jóvenes y porque su cuerpo los impulsa.

Si se les prohíbe que cojan, cogerán con culpa; si se pretende ignorar su despertar sexual, cogerán en la ignorancia; si se aparenta indiferencia ante su evolución fisiológica, evolucionarán en el descuido.

Los datos marcan con bastante precisión a qué edad iniciaron su vida sexual las y los jóvenes del país y aportan indicios del tipo de relación (novio, en la mayoría de las mujeres, amiga, en la mayoría de los hombres) pero no dicen dónde la iniciaron.
¿A alguien le preocupa?

Bueno, como a la gran mayoría de la gente no le preocupa, las y los jóvenes empiezan su vida sexual en condiciones azarosas e inseguras, a escondidas, en la calle. Se les empuja, así, a asociar sus primeras experiencias sexuales a lo oscuro, la sordidez y la prohibición.

Estos se traduce en indefensión y vulnerabilidad y, en el entorno machista del país, las chavas están mucho más vulnerables e indefensas. Para la mayoría, su sexualidad incipiente es negada en el hogar y fuera de él están expuestas a escarnios, violencias, abusos y maltratos.

Por esas razones escribí que la sociedad debería brindar a las personas (especialmente, a las que están haciendo sus pininos) sitios seguros, limpios y gratuitos en donde coger.
Desde luego, no todo es el lugar:

Se requiere también de una educación sexual y de salud reproductiva eficiente y amplia, de un entorno comprensivo y afectivo que no rechace ni ignore la sexualidad de los jóvenes sino que, por el contrario, la respete y dignifique. Me parece un deber humanitario de primer orden

¿Estoy proponiendo que se aliente a chavas y chavos a coger? No. Que cada uno le llegue cuando las hormonas, el amor, Dios o las ganas se lo indiquen, y si quiere llegar virgen al altar, al juez o a la tumba, está muy su derecho.

Si a alguien esta reflexión le causa gracia o, peor aun, abominación moral, que revise sus valores y su sentido de la compasión, y que ni se preocupe de ir al cardiólogo porque queda clarísimo que no tiene corazón.

FIN