Los astrónomos saben desde hace mucho tiempo que las grandes galaxias como la Vía Láctea se construyen a partir de otras más pequeñas. Sin embargo, solo recientemente hemos podido identificar rastros de galaxias anteriores dentro de la nuestra. (📷V. Belokurov)
Pues bien, un último estudio ha encontrado una gran “galaxia fósil” en el interior de la Vía Láctea.
Y es que se ha encontrado una de las galaxias más pequeñas que formaron nuestra galaxia escondida cerca del núcleo de la Vía Láctea y con una gran masa.
Este descubrimiento parece sugerir que nuestra galaxia tuvo un comienzo de su vida bastante inusual y turbulento según los estándares que siguen las galaxias espirales.
(📷Localización de las estrellas que quedan de la Galaxia de Heracles delineadas/via Danny Horta-Daarrington )
Esta galaxia “fósil” descubierta es diferente a otras que los científicos han visto, ya que muchas de sus estrellas están ubicadas a 13.000 años luz del centro de la Vía Láctea, en vez de dispersas a través del halo. Sin embargo, no habíamos podido verla hasta ahora ¿por qué?
Las nubes de polvo oscuras que existen entre nosotros y el centro de la galaxia han evitado que viéramos estas estrellas antes y que hallaramos sus orígenes. Para poder encontrarla han observado la composición química detallada y los movimientos de decenas de miles de estrellas.
Por ello utilizaron el Experimento de Evolución Galáctica del Observatorio Apache Point (APOGEE) que usaba observaciones infrarrojas para observar a través del polvo oscuro de la galaxia.
Observaron que de las decenas de miles de estrellas que analizaron, solo unas pocas de cientos tenían sorprendentemente diferentes composiciones químicas y velocidades. (📷Localización de las estrellas que quedan de esta galaxia fósil/via Danny Horta-Daarrington)
Estas eran bajas en su composición en metales en comparación con otras estrellas vecinas y se movían más rápido por lo que concluyeron que debían haberse originado en otra galaxia. Al estudiarlas en detalle pudieron rastrear la ubicación precisa y la historia de esa galaxia fósil
Esta “galaxia fósil” ha sido bautizada como Heracles, y se cree que fue absorbida por nuestra galaxia hace unos 10.000 millones de años en el proceso de captura de varias galaxias pequeñas. Esto sugiere un periodo inusualmente activo para la formación de la Vía Láctea.
Las antiguas galaxias constituyen gran parte del halo de la Vía Láctea, y los autores de este estudio estiman que los restos de Heracles representan un tercio de las estrellas del halo.
Sin embargo, a diferencia de las otras galaxias pequeñas, muchas estrellas hercúleas han permanecido juntas, concentradas en parte del bulto que se encuentra por encima y por debajo del núcleo.
Las estrellas de la galaxia Heracles tienen una masa combinada de alrededor de 500 millones de veces la del Sol. Eso es el doble de la masa estelar de la siguiente galaxia consumida más grande,la salchicha de Gaia (que se fusionó con la Vía Láctea hace 8.000-11.0000 mill de años)
Este descubrimiento podría catalogarse como el “fósil galáctico” mas antiguo y masivo descubierto y nos da una nueva pista sobre cómo creció y se desarrolló nuestra propia galaxia durante sus primeros años de vida cósmica.
En 2004, los astrónomos y científicos de la misión Galaxy Evolution Explorer de la NASA descubrieron un objeto muy diferente a los demás: una gran mancha de gas que parecía tener una estrella en su centro y que les dejó absolutamente perplejos. (📷K. HOADLEY (CALTECH)/GALEX TEAM
Lo analizaron en longitudes de onda del ultravioleta y observaron que esa mancha parecía azul (aunque en realidad no emite luz visible para el ojo humano) con dos anillos gruesos dentro de ella. (Imagen genérica)
Pasó a ser conocida como la Nebulosa del Anillo Azul (técnicamente estrella TYC 2597-735-1).
Después de 16 años, un equipo de científicos ha logrado usar observaciones con modelos teóricos para investigar las propiedades de este objeto.
Los pinos Cook (Araucaria columnaris) son árboles imponentes y autóctonos de Nueva Caledonia, un archipiélago en el Océano Pacifico. Sin embargo, se han cultivado en regiones tropicales, subtropicales y regiones templadas alrededor de todo el mundo. (📷Kaleidonie)
Esta especie de conífera de aspecto estrecho y alargado puede alcanzar hasta 60 metros de altura. Pero no es su altura lo que llama más la atención.
Estos árboles tienen una particularidad y es que se inclinan, con un ángulo preciso de 8,55º hacia el ecuador, se encuentren donde se encuentren. Esto es aproximadamente el doble de la inclinación de la Torre inclinada de Pisa.(📷Johs et al, ecology)
La Depresión Danakil, en Etiopía, es uno de los sitios más inhóspitos del planeta y uno de los más cálidos. Este lugar posee numerosos manantiales ardientes de colores con formaciones de sulfuro, sal y azufre. Esta considerado el “valle extraterrestre” en la Tierra.
Lago Nyos: este lago de Camerún mató a más de 1.700 personas y 6000 cabezas de ganado en una sola noche. Ocurrió el 21 de agosto de 1986 por una erupción límnica, un extraño desastre natural, en el cual el dióxido de carbono erupciona súbitamente de las profundidades de un lago
El nombre del Valle de la Muerte no es para nada infundado. En este desierto californiano el calor es asfixiante. Según la OMM en 1913 se registraron 56.7ºC y recientemente se alcanzaron 54ºC, pendiente de validación.
A mediados de noviembre tenemos una nueva cita astronómica: la lluvia de estrellas de las Leónidas. Se espera que el pico de 2020 de esta lluvia de estrellas llegue este martes 17 de noviembre, antes del amanecer.
¿Por qué se llaman así? Su punto radiante se encuentra en la constelación de Leo y los meteoros parecen provenir de esta constelación, de ahí su nombre.
La lluvia de estrellas de las Leónidas está activa desde el 6 al 30 de noviembre pero tiene su máximo este 17 de noviembre. Durante su pico, solo un 5% del disco lunar estará iluminado lo cual ofrece unas buenas condiciones de visibilidad si las nubes no lo impiden.
Las supernovas son uno de los eventos más repentinos y violentos del universo. Cuando una estrella (con la masa suficiente) llega al final de su secuencia principal, explota en forma de supernova, emitiendo un brillo incluso superior al de su galaxia.
Pues bien, un reciente estudio publicado en la revista International Journal of Astrobiology ha encontrado que al menos cuatro supernovas pudieron alterar el clima del planeta Tierra en los últimos 40.000 años.
Cómo lo han averiguado?Analizando los registros de la historia paleoambiental de la Tierra durante el Cuaternario tardío (hace 40.000 años hasta hoy). Entre diferentes análisis como testigos de hielo y espeleotemas, se han usado anillos de los árboles de los últimos miles de años
Júpiter es el planeta más grande del sistema Solar. Tiene 53 lunas con nombre, entre ellas Europa, uno de los lugares donde los científicos quieren buscar indicios vida. Pues bien, se ha descubierto que este satélite brilla de formas diferentes en total oscuridad. (📷NASA/JPL)
A partir de telescopios terrestres, los científicos saben que la superficie de Europa es principalmente hielo de agua y los científicos han encontrado pruebas sólidas de que debajo de la corteza de hielo hay un océano de agua líquida o hielo fangoso.
En 1979, las naves Voyager atravesaron el sistema joviano, dando los primeros indicios de que Europa podría contener agua líquida. Después, los telescopios terrestres en la Tierra, junto con la nave Galileo y telescopios espaciales, aumentaron la confianza en un océano en Europa