En la negociación de los PGE @MasPais_Es y @Equo hemos logrado que se apruebe una enmienda que presentamos para construir una planta piloto de recuperación de minerales críticos. Se trata de un avance sustancial para apuntar hacia una transición ecológica socialmente justa. Hilo: 
Las energías renovables deben ser las energías del futuro. Un mañana sostenible pasa necesariamente por una matriz energética 100% renovable. Pero estas presentan límites de diversa naturaleza que no suelen ser tenidos en consideración en el debate público.
Se habla mucho de la intermitencia de las renovables. Un poco menos de los inmensos y complejos procesos de electrificación que implicará su uso masivo en sociedades que son esencialmente no eléctricas, con un cuello de botella crítico en el transporte.
Todavía menor es la atención que se presta a la subvención fósil que reciben las renovables en su ciclo completo de instalación: por ejemplo los combustibles fósiles que requiere levantar y mantener las infraestructuras renovables.
Pero de lo que no se habla nada, y es un punto ciego muy peligroso, es de la huella material que acompaña a las energías renovables. Esto es, los materiales de lo que dependen las infraestructuras renovables, que hay que extraer de algún sitio, y que son finitos.
En este tema hay un error conceptual de base que conviene evitar: las energías renovables son más bien dispositivos no renovables de captación de energía renovable. Ni los minerales que emplean ni las ubicaciones espaciales idóneas son inagatables.
Al contrario, comparativamente, las energías renovables son altamente intensivas en usos de minerales, algunos de los cuales presentan horizontes de agotamiento y escasez que deberían quitar el sueño a cualquier persona interesada en el futuro de la civilización industrial.
Alicia Valero, una de las científicas españolas que más sabe sobre este tema, en un artículo publicado en el número 36 de la @MaletadePortbou, ofrece una serie de datos al respecto que merecen ser difundidos por su extrema importancia para cualquier reflexión seria al respecto:
1 gigavatio de potencia eléctrica, que es la equivalente a la que podría suministrar una central térmica de gas natural, necesitan 200 aerogeneradores de 5 megavatios (MW) o bien 1000 aerogeneradores de 1 MW.
Esta instalación de aerogeneradores implicaría el uso de unas 160.000 toneladas de acero, 2000 de cobre, 780 de aluminio, 110 de níquel, 85 de neodimio y 7 de disprosio para su fabricación.
La central térmica en cambio habrá necesitado principalmente de 5500 toneladas de acero, 750 toneladas de cobre y 750 de aluminio aproximadamente, o lo que es lo mismo, en peso, unas 25 veces menos de metales que en el caso de la eólica.
Pero lo determinante no es sólo la cantidad sino la variedad. En la central térmica entran en juego metales convencionales y relativamente abundantes. Pero las nuevas tecnologías son altamente voraces en muchos elementos distintos, algunos muy escasos
En esta imagen, Alicia expone los elementos necesarios para la fabricación de algunas de las tecnologías limpias en las que se quiere basar la transición ecológica:
Los estudios de Alicia Valero y de sus compañeros del instituto CIRCE en Zaragoza sobre el estado del "capital mineral Tierra" arrojan datos concluyentes sobre riesgos medios, altos y muy altos de suministro de alguno de estos minerales críticos en las próximas décadas
Concretamente, la transición ecológica enfrentará riesgos muy importantes de déficits de suministros de teluro, plata, cadmio, cobalto, cobre, galio, indio, litio, manganeso, níquel, estaño y zinc.
Por supuesto, esto no afecta solo a las tecnologías renovables sino también a toda la infraestructura material que debe sustentar los desarrollos en campos como la digitalización y la robotización y otros procesos de la llamada IV Revolución Industrial.
Y al déficit de suministros se le unen otros problemas muy graves: el impacto ambiental y social destructivo de la minería extractivista, la violencia política (golpes de Estado, guerras...) que puede ejercerse alrededor del control de estos recursos...
O la nueva dependencia que van a generar las importaciones y exportaciones de estos materiales críticos, con efectos perversos no muy distintos a la economía del petróleo en el siglo XX.
Estas son algunas de las razones, bien justificadas, que llevan a muchos ecologistas a rechazar cualquier propuesta de transición ecológica que no esté asociada a un decrecimiento muy acusado de la economía vinculado a una planta de energías renovables muy pequeña.
Compartiendo la necesidad de transitar a una economía poscrecimiento por muchos motivos, este límite concreto presenta, sin embargo, cierta flexibilidad. Podemos jugar con él gracias a la innovación tecnológica y a cambios de orden legislativo y de diseño industrial.
Técnicamente, los minerales pueden reciclarse. Nunca al 100% porque eso es termodinámica imposible. Pero si en proporciones muy superiores a las actuales. Que en el caso de los minerales raros de las nuevas tecnologías, es nulo.
Esta planta piloto apunta en ese camino: recuperar minerales críticos a partir de RAEES y desechos de minería. Es un test necesario para después poder aplicar esa tecnología a gran escala y de forma comercial.
En Europa solo Bélgica tiene una empresa, UMICORE, que es capaz de reciclar estos minerales críticos. Este paso es necesario para que España pueda seguir el camino belga. Que no solo es ecológicamente urgente, sino económicamente prometedor.
Un posicionamiento pionero, desarrollando una planta nacional de reciclaje de minerales críticos, puede ofrecer a este país un mecanismo de reindustrialización verde e inserción económica internacional que nos permita salir de la pesadilla turística...
...al tiempo que implementamos reformas técnicas, económicas y sociales que vuelven nuestro metabolismo más sostenible en un aspecto tan crítico como olvidado [sigue el hilo un poco más]
Por supuesto, no basta con el reciclaje. Para que la economía circular deje de ser retórica hacen falta cambios sustanciales en otros aspectos. Uno es el legislativo: hoy muchas de nuestras leyes impiden tratar los rediduos como materias primas.
Otro es el relacionado con el diseño: necesitamos normativas estandarizadas de fabricación de productos que faciliten recuperar y reciclar sus componentes. Lo que ocurre hoy es justo lo contrario...
...esto es, diseños que casi imposibilitan el reciclaje y que aceleran artificialmente la dispersión de estos minerales críticos.
Por supuesto, la obsolescencia programada es una práctica económica absolutamente irracional que debería ser abolida con una legislación draconiana al respecto.
Y yendo a lo esencial, el problema de fondo seguirá siendo una estructura económica como la capitalista que exige un crecimiento económico perpetuo para funcionar. Cualquier ganancia en ecoeficiencia servirá de poco mientras sigamos presos de la acumulación constante de capital.
Pero mientras aprendemos a salir del capitalismo y tanteamos nuevas lógicas económicas, institucionales, sociales e imaginarias que rompan con la trampa del crecimeinto, y ganamos trincheras en la guerra de posiciones que vayan haciendo palusible este horizonte de transformación
Invertir una parte de los Presupuestos Generales del Estado en una planta piloto de recuperación de minerales críticos es exactamente el tipo de cosas por las que merece la pena desgastarse en el siempre desagradecido frente institucional [FIN]
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