Thread by @hectoralexx

¿Qué hay detrás de la "Cartilla moral" que el Gobierno de AMLO va a repartir entre adultos mayores?

No se trata de una pérdida de tiempo o un catecismo santurrón.

Esa "Cartilla" tiene una base empírica muy sólida nacida en 2011.

(Hilo)

Abundan las voces ignorantes o de mala fe que ven la "Cartilla Moral" en el mejor de los casos como un documento puritano.

En el peor, como un texto manipulador que moldeará mentes mexicanas, nos hará militar en Morena, amar ser pobres y hablar en tabasqueño.

Esa interpretación no es nueva. El antropólogo Roger Bartra definió ese proyecto lopezobradorista como "quimera reaccionaria" en marzo de 2012.

Otros lo definieron como algo "propio de mentes incapaces de retener ideas", como dijo el golpeador Jaime Sánchez Susarrey en 2011.

Tanto la soberbia elitista de Bartra como la estupidez porril de Sánchez Susarrey coincidían en una cosa: ninguno de los dos se tomó ni la molestia ni la honestidad intelectual de leer la propuesta encabezada por AMLO ni los hechos que la precedían.

Y esos hechos son los siguientes.

En el proyecto de Nación que AMLO enarboló en 2006, la tesis central consistió en cambiar el modelo económico ante la pobreza creciente, renovar instituciones públicas y garantizar el derecho ala información, sita en este texto:

Vino la elección y el sabido fraude de 2006. La imposición de Calderón significó dos cuestiones.

Enquistado como presidente espurio, el panista buscó cómo legitimarse.

AMLO, por su parte, encabezó una movilización político-social caracterizada por recorridos por todo el país.

La vía de Calderón para dotarse de legitimidad que las urnas no le dieron fue una presunta "guerra contra el narco", que hoy sabemos fue una fachada corrupta y genocida encabezada por un presunto narcotraficante, García Luna, con la complicidad del panista.

Eso desató una violencia inusitada en el país. Si bien la "guerra" tenía antecedentes desde el salinato, la fragmentación de cárteles y diversificación de actividades delictivas implicaron grados dantescos de horror, muerte de inocentes y dolor social que tardará en sanar.

AMLO y su equipo tenían un recorrido a ras de suelo por absolutamente todos los municipios del país, lo cual les dio un mirador privilegiado sobre las condiciones concretas y las prácticas reales de diversos sectores de México.

La violencia recrudecía y llegaba a cotas macabaras en 2010-2011, mientras Calderón justificaba todo con el discurso fascista de que los muertos de la "guerra" seguro "en algo andaban metidos", y con él criminalizó a víctimas inocentes, como en Salvárcar y en el Tec de Monterrey.

Parte de la crítica contra la guerra partía de una tesis plausible, que era que la pobreza empujaba a la gente a unirse al crimen organizado.

Pese a la sensatez de esa tesis, en los recorridos a ras de suelo, AMLO y colaboradores notaron una cosa de suma importancia.

Y eso era que había zonas del país, principalmente en Oaxaca/Chiapas, donde pese a la extrema pobreza, la población no optaba por la criminalidad como actividad para escapar de su condición.

Y la razón de que eso pasara es que en esas localidades imperaba una educación solidaria

La gente ahí tenía otro tipo de convivencia, en donde la presión social era más fuerte contra aquellos que miraban con buenos ojos la posibilidad de tornarse criminales.

Se trataba de poblaciones con un grado alto de comunalidad.

Obviamente eso no hacía que se tratara de poblaciones exentas de problemas. Pero era de resaltar que en un clima generalizado de violencia atroz, en esos lugares el dolor social fuera plausiblemente menor que en otras zonas más desarrolladas económicamente, como el norte.

De ese modo, cuando AMLO repitió como candidato en 2012, su proyecto de país se modificó: el cambio de modelo económico debía ir necesariamente acompañado de una reformulación educativa que ponderara de nuevo el sentido de comunidad y solidaridad, como se publicó aquí:

El libro que entrañó ese proyecto se publicó en 2010, poco antes de que emergiera, en inicios de 2011, una de las movilizaciones más notorias contra la Guerra calderonista: el movimiento "No más sangre" encabezado por voces desde las izquierdas, encabezadas por Rius.

Varios de los integrantes o simpatizantes de "No más sangre" serían colaboradores del proyecto de Nación que AMLO enarbolaría en 2012, que preconizaba tanto un cambio estructural en la economía como la revalorización de una ética pública solidaria, como apuntó Luis J. Garrido.

Con esa base, en noviembre de 2011, a la víspera de la elección, AMLO convocó a una discusión por los "Fundamentos de una república amorosa", hecho que en lo electoral era un llamado a la conciliación y, en el fondo, una ponderación de revalorar una ética más solidaria.

La convocatoria se convirtió en un foro que puede ser discutible, pero implicó una discusión muy seria y muy rigurosa donde diversas voces públicas, de intelectuales y expertos plurales, aportaron en pos de discutir una propuesta ética contrapuesta al individualismo.

La idea se concretó en marzo de 2012, donde bajo la coordinación del notable antropólogo Alfredo López Austin y el filósofo Enrique Dussel, se dispusieron diversas discusiones donde participaron especialistas en educación, pedagogía, filosofía e historia.

El resultado de esas discusiones fue, en síntesis, una propuesta muy seria para una reforma educativa de contenido, que ponderara la educación sin violencia, con equidad de género, se repuntara el servicio público y se validara de nuevo el sentido de comunidad.

El investigador Armando Bartra compiló esas voces en un documento titulado "Los grandes problemas nacionales", cuya síntesis fue abrazada por el proyecto educativo de la plataforma electoral de López Obrador de cara a 2012. Es resaltable la pluralidad en los autores del libro.

Las tesis en ese libro y el foro de la "República amorosa" pueden ser discutibles.

Pero sin duda fueron un aporte muy seria y enriquecedor que se tradujo en una propuesta de gobierno concreta, desde una visión no conservadora, en tanto ponderó la agenda de izquierdas.

El origen histórico de esa discusión fue, como se observa, una oposición constructiva a la inmundicia genocida del señor Calderón, cuya "guerra" se interpretó correctamente desde el lopezobradorismo como una farsa criminal y una exacerbación individualista.

Seis años después la visión de AMLO se mantuvo constante y apeló a que, de ganar en 2018, retomaría esa ponderación ética a la par del cambio de rumbo económico en pos de hacer frente a la crisis grotesca de violencia, culpa innegable del hampón Calderón.

Hoy se puede discutir el alcance del proyecto educativo de AMLO o cómo se ha desempeñado con base en su agenda nacida de ese diagnóstico. Algunas cosas son avances y otras estancamientos.

Pero sin duda el cambio de tono del discurso público es un gran acierto.

Esa "Cartilla Moral" es, como se ve, una reacción documentada, y seria en contra de una acción corrupta, grotesca, inenarrablemente sangrienta y farsante, como la Guerra contra el narco.

Así que burlarse de la "Cartilla" no sólo es desconocer la historia, sino mala fe.

Porque por lo demás, el título y raíz de la obra data de Alfonso Reyes, enriquecida por otras visiones contemporáneas.

Se vale exigir una profundización en sus alcances y diversificación en su agenda.

Pero poner a la ética en el centro del discurso es innegablemente correcto.

Los que hoy dicen que es una cosa "religiosa" o una payasada, ignoran no sólo los significados elementales de conceptos básicos como "ética" y "moral", que no son ni privados (porque con ellos nos relacionamos con los demás) y significan primordialmente "costumbre".

Y además de ser ignorantes conceptuales, omiten hechos de la historia reciente, donde AMLO ha encabezado una ponderación seria sobre la vivificación de la solidaridad.

El tono paternalista y de izquierda intuitiva de AMLO se puede discutir, pero es tonto nomás ridiculizarlo.

Asimismo, que el libro se reparta a adultos mayores es una cuestión estratégica: desde 2004 ese grupo -principalmente maestras y maestros jubilados o trabajadores retirados- han sido los activistas más serios y bien documentados del lopezobradorismo.

Ellos son parte de una generación que se informa vía textos impresos, en contraste con muchos jóvenes que no saben distinguir un meme de una información verificada o se intoxican con bestias como Chumel o Loret.

Así que es, en suma, es una herramienta de socialización política.

Toda crítica seria al proyecto de AMLO debe partir de bases empíricas que atiendan estos hechos.

Quien no lo haga, y se limite a la burla tonta, en realidad más que ofender a un proyecto que no le gusta, se describe a sí mismo.