En mi intento de educar a mis hijos, trato de explicarles que las cosas no siempre son como ellos desearían que fueran. No siempre podrán realizar los planes previstos. Aunque lloren.
A veces porque es por su bien o el de otros niños (si están malos no irán a un cumple).
Otras veces porque no habrá dinero o posibilidades (ahorremos para poder ir un año a Eurodisney!).
Otras veces porque los padres no podemos (tenemos que trabajar ese día, o se nos estropea el coche).
Claro que cuesta. Pero les enseño a aceptarlo y a buscar un plan alternativo.
Se supone que los adultos tenemos controlado ese sistema de aceptación de las frustraciones y búsqueda de plan alternativo, no?
Pues no. Y aquí llega el covid para sacarnos los colores.
Y aquí estamos los adultos, frustrados y enrabietados como niños pequeños.
-Es que la Navidad es importantísima. Si no me junto con los míos me muero.
Pues en estos momentos, el mayor riesgo de morirnos de verdad lo trae justamente el juntarnos con los nuestros.
Y a quienes estamos poniendo en riesgo es a los nuestros. A las personas que más queremos.
-Es que nos merecemos que se levante la mano en Navidad, después del año tan duro que hemos pasado.
Ese concepto del "me lo merezco" es peligrosísimo. Es un concepto infantil ("me merezco un regalo porque me porté bien"). Y sería genial si siempre se pudiera obtener lo deseado.
Pero una cosa es merecer algo y otra muy distinta es identificar lo que me merezco con lo que deseo. Y además obtenerlo.
Mi hijo puede merecer (o creer que merece) un regalo por portarse bien. Pero si lo que desea por portarse bien es desproporcionado o imposible de conseguir,
por más que lo desee no lo tendrá. Tenerlo o no tenerlo no estará ni en su mano ni en la mía. Por más que creamos él y yo que "se lo merece".
Y la vida real nos lo demuestra a diario.
Algún padre se merece que al final de una larga lucha contra el cáncer se le muera su hijo?
Alguna persona se merece tener un ictus incapacitante justo cuando se acaba de jubilar?
Algún joven se merece morir de muerte súbita a los 24 años?
Algún niño se merece que sus padres mueran en un accidente de tráfico?
Casi todos se portaron bien, amaban a sus seres queridos,
estudiaron o trabajaron al máximo, eran buenas personas...no se merecían otra cosa que felicidad.
Pero estas cosas pasan a diario.
Tenemos delante un bicho desconocido y cabrón.
Tal vez otros virus fueron igual de dañinos en sus inicios en el mundo, hasta que "se integraron".
(Pero no había medios tecnológicos para analizarlo entonces)
Pero hoy sí sabemos todo lo que este virus puede causar o desencadenar.
En un rinconcito de Asturias, mis compañeros y yo hemos visto las siguientes enfermedades causadas o desencadenadas por el SARS-Cov2:
-Neumonías bilaterales fulminantes
-Infartos cardíacos
-infartos cerebrales
-henorragias cerebrales
-miocarditis severa (inflamación del músculo cardíaco)
-trombos pulmonares fulminantes que causan muerte súbita
-parálisis de cuerdas vocales
-parálisis de piernas y brazos
-pérdidas de memoria
-meningitis y encefalitis, con convulsiones
-ceguera o disminución de la visión
-vértigos y zumbidos en los oídos
-problemas de coagulación en dedos
-microrroturas de fibras musculares con dolores y cansancio extremo, y a veces con problemas de riñón
Me acuerdo de estas (vistas o contadas en primera persona por compañeros del SAMU o de urgencias).
Y no sabemos todavía con certeza por qué le ocurren a unas personas y a otras no.
Pero no es justo que muchas de esas personas mueran o queden con secuelas...
...y que yo lo haya pasado de forma leve y no tenga ninguna secuela. Todos nos merecimos estar bien. Ellos se lo merecieron incluso más que yo, porque tuvieron que luchar más que yo. Por qué no tuvieron su merecida y deseada curación completa?
Creemos que merecemos pasar una Navidad en familia.
Lo deseamos muchísimo. Y seguro que lo merecemos. Pero la vida, y el covid, no nos aseguran que nos vayan a dar lo que merecemos.
Y quizá nos toque algo que nos haga lamentar para siempre esa confianza en "lo que merecíamos".
Igual es momento de demostrar a nuestros hijos con el ejemplo que hay veces en las que, por mucho que nos merezcamos algo, por mucho que lo deseemos, no siempre lo vamos a poder tener. Y que si los planes se tuercen, hay que aceptarlo con resignación y buscar un plan alternativo.
Podemos tener unas Navidades diferentes, no deseadas y no merecidas. Pero podemos intentar que sean lo mejor que puedan llegar a ser. De una forma segura para TODOS. Para que cuando podamos juntarnos de nuevo, TODOS, vivos y sanos, las siguientes Navidades sean maravillosas.
• • •
Missing some Tweet in this thread? You can try to
force a refresh
-Salimos esta tarde a dar una vuelta con los críos?
-Prefiero no salir...
-Pero sería al aire libre, todos con mascarilla, bien separados. Los peques lo necesitan, mujer.
-Ya, pero hasta que no mejoren las cosas por aquí yo prefiero salir solo lo imprescindible.
-A ver. En los coles los casos parece son pocos y no son graves. Hoy dijeron que los contagios habían bajado un poco. Yo creo que la cosa no está tan mal como dicen, no?
-En nuestro entorno no, por fortuna. Pero en mi realidad laboral las cosas son muy distintas.
-Pero para tanto es? Mujer, es que vosotros veis todos los casos desgraciados; pero la gran mayoría no son así, son leves.
-Tienes toda la razón. Pero me basta con ver lo que veo para preferir no salir más que lo imprescindible.
Yo estaba muy de acuerdo con los anuncios que trataban de concienciar a los jóvenes (y al resto de ciudadanos) de que su conducta irresponsable podía ser el foco de contagio de sus padres, abuelos, etc.
Hasta que he vivido un caso de cerca.
Un adolescente fue a ver a su abuela.
Para la abuela era importante abrazar a su nieto. Y para el nieto también lo era abrazar a la abuela. Mucho más importante que "ese bicho invisible", porque "nosotros estamos sanos".
Dos días después el chico tuvo clínica leve. Pero su médico pidió una PCR. Positiva.
Una semana después su abuela empezó con fatiga. Covid positivo. A los 5 días falleció.
El sentimiento de culpa del chico no se lo deseo a mi peor enemigo.
Una cosa es explicar a la gente lo que podría pasar si son vector de contagio del virus.
Entiendo perfectamente que la percepción de la gente sobre la Covid sea muy diferente que la de los sanitarios.
Cuando tengo varios días seguidos de descanso, me canso de escuchar y leer todo tipo de cosas en los medios. Me saturo. Pienso que el alarmismo es excesivo.
De hecho en mi entorno cercano casi no hay casos: algún niño aislado por positivos en los coles, algún amigo o compañero positivo pero más o menos leve.
Y piensas en la hostelería, en los negocios que van a cerrar. Qué duro.
Y egoístamente piensas en tu vida diaria.
Que los críos no puedan estar con los amigos, que no podamos quedar con gente o familia, que tengamos que dejar de lado actividades...qué dificil, qué injusto.
Y piensas : "todo esto por algo que tal vez es exagerado, o un bulo, o algo que solo afecta a ciertos pacientes".
"Tengo terror a que algo así me pueda pasar"."Me da mucha ansiedad pensar que mi familiar puede morir de repente".
Mucha gente me ha escrito diciendo que no consiguen quitarse el miedo de encima. Hasta personas que desean ser sanitarios se lo replantean ante estas experiencias.
Ella empezó con un dolor de cabeza que fue en aumento. De pronto se le cerró un ojo. Después se le torció la boca. No se entendía lo que intentaba decir. Dejó de mover un brazo. Y vomitó.
Su marido, muy asustado, llamó al 112. Se activó la UVI móvil.
Cuando llegamos, ella ya estaba inconsciente, respirando con ronquido.
Antes siquiera de empezar la exploración física, la sospecha diagnóstica era hemorragia cerebral. Las pupilas, la tensión, el ritmo cardíaco, los reflejos...apoyaron la sospecha.
Tuve que explicar a un hombre más joven que mi marido que su mujer, pocos años mayor que yo, estaba en un estado de extrema gravedad.
La intubación y estabilización permitieron que llegara con vida al hospital. Pero el TAC confirmó una brutal hemorragia. Murió a las pocas horas.
-Mami, te arrepientes de algo que hicieras en el cole?
-Si. Yo hice bullying a un niño cuando tenía vuestra edad.
-Qué dices???
-En mi época, hace 35 años, no se llamaba así. Pero si lo analizamos con los datos de hoy en día, era un bullying como un piano.
-Pero cómo podíais ser tan crueles?
-Es que no éramos crueles. Simplemente queríamos ser aceptados, sentirnos parte del grupo "guay". Y queríamos divertirnos. Nos reíamos mucho. Y ya está. Pero ni yo ni ninguno de mis compañeros de clase éramos crueles ni malas personas.
-Entonces??
-Es que en esa época no había concienciación sobre este tema. Y no creíamos que estuviéramos causando el daño que causábamos.
No es que no tuviéramos empatía; sí que éramos capaces de ponernos en el lugar de alguien que sufria.