Ella empezó con un dolor de cabeza que fue en aumento. De pronto se le cerró un ojo. Después se le torció la boca. No se entendía lo que intentaba decir. Dejó de mover un brazo. Y vomitó.
Su marido, muy asustado, llamó al 112. Se activó la UVI móvil.
Cuando llegamos, ella ya estaba inconsciente, respirando con ronquido.
Antes siquiera de empezar la exploración física, la sospecha diagnóstica era hemorragia cerebral. Las pupilas, la tensión, el ritmo cardíaco, los reflejos...apoyaron la sospecha.
Tuve que explicar a un hombre más joven que mi marido que su mujer, pocos años mayor que yo, estaba en un estado de extrema gravedad.
La intubación y estabilización permitieron que llegara con vida al hospital. Pero el TAC confirmó una brutal hemorragia. Murió a las pocas horas.
Llegué a casa por la mañana. Era fin de semana; todos seguían en la cama.
Me abracé a mi marido, le acaricié, le besé. Se revolvió en la cama.
-Qué te pasa que vienes tan cariñosa?
-Nada...que te quiero muchísimo...
Se puede hacer el amor sintiendo mil cosas a la vez.
Sintiéndose por un lado la persona más afortunada del mundo: "yo te tengo aquí conmigo". Sintiendo por otro lado una especie de susurro incómodo, casi culpable: "ellos ya no podrán hacerlo más". Y sintiendo también una punzada de miedo: "Podría ocurrirnos lo mismo...?".
Esa mezcla de sensaciones dura unos segundos. Los justos para decidir que te vas a abrazar a tu amor y a disfrutar a su lado como si no hubiera un mañana. Porque podría no haber un mañana.
Y que al terminar vas a agradecer a la vida que "hoy seguimos juntos, hoy todo está bien".
Cada guardia en la que vives una experiencia de muerte repentina conlleva un día de toma de conciencia de tantas cosas valiosísimas que tenemos y que solemos dar por sentado que mañana tendremos también. Un día de agradecimiento intenso, porque eres consciente de que tal vez no.
Cada emergencia atendida te recoloca las prioridades y te aparta las tonterías de un empujón.
Esas experiencias transcendentales que de vez en cuando "abren los ojos" de la gente puedes tenerlas varias veces en una misma guardia. Y aprenderlas en alma ajena. Es un regalo divino.
Cuando un residente te pregunta qué es lo mejor de trabajar en emergencias, la respuesta siempre es:
-Ver LA REALIDAD. Te hace consciente de la importancia de ciertas cosas y momentos. Y de que la vida puede cambiar en un segundo. Te enseña a vivir,a amar y a agradecer cada día.
• • •
Missing some Tweet in this thread? You can try to
force a refresh
-Mami, te arrepientes de algo que hicieras en el cole?
-Si. Yo hice bullying a un niño cuando tenía vuestra edad.
-Qué dices???
-En mi época, hace 35 años, no se llamaba así. Pero si lo analizamos con los datos de hoy en día, era un bullying como un piano.
-Pero cómo podíais ser tan crueles?
-Es que no éramos crueles. Simplemente queríamos ser aceptados, sentirnos parte del grupo "guay". Y queríamos divertirnos. Nos reíamos mucho. Y ya está. Pero ni yo ni ninguno de mis compañeros de clase éramos crueles ni malas personas.
-Entonces??
-Es que en esa época no había concienciación sobre este tema. Y no creíamos que estuviéramos causando el daño que causábamos.
No es que no tuviéramos empatía; sí que éramos capaces de ponernos en el lugar de alguien que sufria.
10 curiosidades de los domicilios a los que vamos los de extrahospitalaria a atender una urgencia.
(Cosas que, por extraño que parezca, se repiten frecuentemente en innumerables casas. Y se podría intentar cambiar alguna de ellas para facilitarnos la tarea)
1. Si alguien llama al 112 a las 4 de la mañana por una urgencia y pican a su timbre a las 4.10, quién podrá ser? O el familiar al que han llamado contando qué pasa, o la ayuda sanitaria 🤔
Pues no deja de extrañarme que pregunten "quién es?" en vez de abrir corriendo sin más...
2. "A qué piso vais? Vais al tercero o al cuarto? Se puso mala Pepa otra vez?"
Cuando encontramos personas en el portal y no se identifican como familiares del paciente, no podemos contarles a qué piso vamos ni a quién vamos a atender. Por la privacidad del paciente.
El COVID ha dado visibilidad a una realidad muy parecida a la realidad que intentamos hacer visible desde urgencias de hospitales, de atención primaria y "ambulancias".
Y antes de que esto se disuelva en la "nueva normalidad", me gustaría remarcarlo de nuevo.
(Abro hilo 👇)
Cuando los sanitarios decíamos que ciertos comportamientos y usos de las urgencias eran abusivos o injustificados, muchos usuarios se molestaban y contestaban que "la gente tiene derechos, no tienen por qué saber lo que es urgente, pagan por ello, es vuestro trabajo", etc.
Y seguramente tenían razón desde sus puntos de vista.
Pero es que creo que la mayoría de usuarios no se imaginaban el grado de mal uso o abuso que ciertas personas llegaban a hacer.
Ni lo limitados que estábamos los sanitarios para hacer "educación sanitaria".
Compartir información sanitaria es muy bueno. Ayuda a conocer casos posibles, a estudiar los motivos, a prevenirlos, a estar atentos a sus manifestaciones y a actuar cuanto antes.
Pero la información sanitaria debe transmitirse por los cauces apropiados y de forma apropiada.
Cuando los sanitarios compartimos ciertos datos o casos clínicos, todos sabemos de qué porcentajes reales o habituales están hablando. Conocemos los sesgos de publicación, de transmisión de la información, de número de casos, etc. No nos hace falta que lo remarquen.
La población no sanitaria no maneja esos datos. Necesitaría buscarlos. Y como no sabe que tiene que buscarlos, interpreta la información que recibe de forma literal.
(Igual que yo interpreto datos sobre mil cosas con las que nos bombardean, y en realidad me entero de la mitad)