Thread by @hectoralexx

A nadie sorprende la alianza PRI-PAN, partidos hermanados desde 1988.

Lo que es más repulsivo es el papel que en esa unión va a jugar el PRD.

Y esa complicidad perredista tampoco es nueva, pues data al menos de 2008.

Aquí una exploración:

(Hilo)

El PRD nació en 1989 con el antecedente de la candidatura de Cuauhtémoc Cárdenas un año antes, resultado de una coalición entre el sector nacionalista del PRD con ciertas izquierdas partidistas y sociales.

Nunca fue un partido homogéneo sino una sumatoria de visiones.

Su conflictividad interna empezó a repuntar en fines de los noventa, tras la dirigencia nacional de AMLO (1996-1999), periodo en que el partido estaba viviendo los mejores momentos de su historia, a ganar por vez primera cargos clave y quitarle al PRI mayoría en San Lázaro.

Los mejores números de la historia del PRD y su antecedente se dieron, sin duda, cuando jugaron papel francamente impugnador al viraje neoliberal.

1. En 1988, con esa actitud, Cárdenas ganó la elección, que le sería robada, con la votación más alta de las izq. hasta entonces.

2. En 1991, el PRD tuvo votación media nacional de apenas 8%.

Sin embargo, en el plano regional, en los lugares donde el partido asumía una postura más contestataria, su votación aumentó. Tal fue el caso en Tabasco, donde el partido obtuvo más del 20% bajo dirigencia de AMLO.

3. En 1997, gracias a la crítica frontal al PRI y al PAN, el PRD tuvo su mejor participación electoral hasta entonces:

-Quitó mayoría del PRI en congreso y logró 125 diputados.

-Ganó gubernaturas (BC Sur, Tlaxcala, Zacatecas).

-Ganó el crucial enclave del DF.

4. El partido se vivificó a nivel nacional y obtuvo sus futuros bastiones (municipios importantes en Hidalgo, Guerrero o el "cinturón amarillo" en el Estado de México).

Todo ello gracias a una postura ideológica firme y ejerciendo críticas duras a latrocinios como el Fobaproa.

5. En 2006 el PRD lograría su mejor votación en la historia (casi 15 millones de votos oficiales), con todo y fraude de Calderón, asimismo gracias a que su candidato, AMLO, ejerció una crítica dura y frontal a la simulación panista y priista.

La debacle del partido comenzaría en 2008, cuando llegó a la dirigencia, de manera fraudulenta, el señor Jesús Ortega, un perdedor acomodaticio que siempre había ganado cargos gracias al carisma y méritos de otros, de los que se colgaba.

Ortega afianzó una estructura de leales en el PRD desde 1999 ("Nueva izquierda"), repleta de gente sin ningún liderazgo pero mucha presencia burocrática en el partido.

Los lugares en donde el PRD era liderado por los chuchos, este partido lograba siempre una votación raquítica.

Un ejemplo. Aguascalientes, de donde Ortega es oriundo y donde su gente dirigió siempre el PRD, el partido apenitas y lograba conseguir votos para salvar el registro, y a duras penas lograba risibles o ridículos resultados que no sobrepasaban el 4 por ciento en las elecciones.

Ortega ha sido siempre un tipo mediocre y perdedor profesional. Apenas legislador por representación proporcional, se presentó a una elección interna en el PRD en 2006 para seleccionar candidato al DF. Pese a tener control burocrático del PRD, perdió brutalmente ante Ebrard.

Pese a ser un don nadie y representar nada ante la sociedad, se presentó como aspirante a dirigir el PRD en 2008, frente a un candidato bien evaluado y con fuerte arrastre social: Alejandro Encinas.

De nuevo, pese a tener control del PRD, Ortega perdió, pero impugnó la elección.

El Tribunal Electoral le dio un ilegítimo triunfo a Ortega, a pesar de la escandalosa cauda de irregularidades que se encontraron en la elección, hechas por sus porros y sus mapaches, y en noviembre asumió el cargo como el presidente del PRD más fraudulento de la historia.

Desde entonces, el desmoronamiento del PRD fue en aumento.

El PRD había normado sus estatutos en sus Congresos Nacionales de 2006 y 2007 que no harían alianza alguna con el PRI y el PAN, por ser partidos responsables de la crisis del país y autores de fraudes en su contra.

Esos estatutos perredistas se habían consagrado en 2006 y 2007 precisamente luego de que el PRD fuera víctima de un fraude electoral a manos del PAN y Calderón.

El partido votó en su reglamento interno no aliarse ni a su enemigo histórico (PRI) ni al partido defraudador (PAN).

Sin embargo, apenas llegó Ortega a la dirección del Sol azteca, lo primero que hizo fue operar para revertir esos estatutos y lograr que el partido autorizara, en su siguiente Congreso Nacional, que sí se pudieran hacer alianzas, no por razones prácticas sino turbias.

Ejemplo. El 21 de septiembre de 2008, Nueva Izquierda, corriente de Ortega, declaró, en voz de Jesús Zambrano, que el PAN era responsable de la crisis que vivía el país.

Por eso, declaró Zambrano, era legítimo pensar en una alianza electoral con el PRI de cara a 2009.

Poco más tarde, en una incongruencia que dejaba ver que lo movían la ambición y no principios, Ortega persistió en la idea de que "había que consolidar las alianzas"... pero ahora ya no con PRI, sino con el PAN, partido a quien poco antes acusó de ser "causante de la crisis".

Ortega y sus porros operaron para que en el Congreso perredista de 2010 se autorizara que el PRD se aliara con el PAN...

... partido al que no sólo habían acusado recientemente de ser culpable de la crisis, sino que les había hecho un fraude artero en 2006.

Lo que ha venido después en el Sol Azteca es la putrefacción total.

-Alianzas con el PAN en 2010 dizque para "evitar a toda costa el triunfo del PRI", en estados como Hidalgo, Durango, Sinaloa, Puebla y Oaxaca.

-Pese al supuesto anti-priismo que justificaba esas alianzas, la mayoría de ellas se hicieron y terminaron postulando... ¡a ex priistas!

-Tal fue el caso en Oaxaca, con Cué; Sinaloa, con Mario López Valdez; Moreno Valle en Puebla y Rosas Aispuro en Durango.

En 2012 la degradación perredista fue total. Si bien postularon a AMLO como candidato (quien de nuevo logró la mejor votación en la historia del partido hasta entonces, con 16 millones de votos), pronto la dirigencia perredista, con Jesús Zambrano, le daría la espalda.

Peña Nieto cometió una cauda enorme de delitos electorales y el propio PRD impugnó la elección ante el Tribunal Electoral.

La dirigencia del PRD estaba obligada a acompañar a su candidato en ese proceso y a defender la exigencia de saneamiento de la elección.

Sin embargo, tanto el dirigente Jesús Zambrano -otro mediocre que nunca había ganado nada en su vida- como Jesús Ortega, en vez de hacer lo que su pertenencia al PRD les obligaba por ética, de inmediato fueron a adherirse a Peña Nieto y al PRI.

El acercamiento fue indecoroso: se prestaron para firmar el “Pacto Por México”, un pastiche que contenía el tercer ciclo de reformas estructurales donde destacaban dos contrarias al ideario perredista: reforma laboral-educativa y privatización petrolera.

Zambrano estaba obligado a consultar a las bases perredistas si firmar ese Pacto o no. Por supuesto, las bases le importaron un rábano, al igual que los principios fundacionales perredistas, y , sin previo aviso a sus militantes, se acercó a avalar el Pacto el 25 de nov. de 2012.

Resultaba una indecencia que Ortega y Zambrano iniciaran acercamientos con Peña incluso antes de que el Tribunal Electoral lo reconociera como presidente electo y cuando aún estaba procesándose la impugnación.

En vez de defender a su candidato a la presidencia, como estaban obligados, ese par de mediocres prefirieron ir a ponerse de tapete ante el impresentable Peña firmando un pacto que contenía atentados a la ideología del PRD.

Era un verdadero contrasentido que los chuchos acusaran en 2010 que el PRI era lo peor de lo peor de lo súper peor, y en razón de ello justificaran una alianza con su defraudador el PAN y así evitar un “mal mayor”.

El 2012 y el Pacto por México, y la pronta actitud lacayuna y servil que los chuchos tuvieron ante Peña y el PRI, dejaban en claro que eso del “mal mayor” era una simulación y que eran unos vulgares rastreros, y baratos además.

Además de baratos, eran tontos, porque el Pacto contenía un golpe duro a la ideología perredista: la reforma energética privatizadora de Pemex; que fue aprobada corruptamente –con sobornos de por medio- en 2014.

Es inolvidable la cara de brutos que pusieron Ortega y huestes ante la privatización energética en 2013 y 2014, a tal grado, que en mayo de ese año, el chucho mayor advirtió que “había sido un error” aceptar tal privatización.

La decisión de fundar Morena en 2012 y su fundación efectiva en 2014 terminó de resquebrajar al PRD, pero los chuchos, fieles a su estilo pérfido, siguieron destrozando los de por sí ruinosos rescoldos del partido.

El colmo de todo llegó en 2016, cuando en su inercia aliancista con el PAN, llegaron a postular a Miguel Ángel Yunes como candidato a gobernador en Veracruz; un gángster que no sólo fue priista, sino verdugo de perredistas.

Esa es la realidad perredista hoy: un partido liderado por seres grises y mediocres, que llevaron al partido en 2018 a tener solamente un miserable 2.8 por ciento de los votos… cosa muy parecida a la que el orteguismo siempre ha obtenido en Aguascalientes, por ejemplo.

Hoy no sorprende que esos perdularios se unan al PAN y al PRI en alianza electoral formal. Es la cereza del pastel de su putrefacción. Lo que sí es sorpresivo es el discurso demencial que esgrimen para justificar tal alianza.

Luego de demostrar ser unos perdedores profesionales, y luego de demostrar ser unos trepadores sin escrúpulos, hoy dicen hacer la alianza en pos de “ser competitivos” y evitando “un mal mayor”. No cabe duda, su apuesta es clara: embaucar ingenuos y desmemoriados.

Sería menos despreciable si lo dijeran así en vez de andar preconizando sandeces que ni ellos mismos se creen.