Desgraciada la hora donde se dio por válida la narrativa que presentó como punitivas las medidas sanitarias requeridas para contención de la propagación de un virus.
Son necesarias para preservar la salud y la vida, no para castigar a uno u otro grupo.
Más bien, cuidado ahí en aquellos que insistan en hacer creer que las medidas que se necesitan, nunca perfectas, siempre perfectibles, para aminorar la propagación de una enfermedad, tienen como motivación algún interés oculto y siniestro.
Porque más bien, entonces, el interés oculto y siniestro sea de esos que justamente llevan todo y cualquier cosa al campo de lo político. Kudos sí además es por intentar defender o justificar la voz de un sólo hombre.
El empleado más productivo, que mejor funciona en su trabajo, es el empleado sano, y todavía más, el empleado vivo.
El alumno que mejores calificaciones puede sacar, que mejor expectativa puede tener en su preparación, es el alumno sano, el alumno vivo.
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Lo de hoy se llama jajaganda.
Esos que renunciaron a ser críticos, a juzgar con dureza y certeza, a exigir, a evidenciar, a exhibir, y pasaron a ser porristas, zalameros, paleros. Propagandistas. Publirrelacionistas.
CÓMPLICES del régimen.
Esos.
La risa, constituida en burla, ejercida como ejercicio de denuesto por parte del PODER, es una forma de cooptar y atacar.
Ante la audiencia correcta la humillación, trasvestida de risa mediante la burla, "salta" resistencias cognitivas y la recibe sin repelar. Sin oponerse.
El efecto pernicioso de la burla como ejercicio de escarnio, denostación y humillación, dirigido a objetivos específicos es parte del constante ejercicio de “combate” ideológico que busca ridiculizar y burlarse de quienes no comparten la afinidad o simpatía. Los "adversarios".
"Nosotros" y "Ellos" es el fraseo de la división, de la polarización, de la radicalización. La agravante es cuando uno de esos polos defiende a rajatabla al establishment, al regimen.
Creen que el poder emanado de “nosotros” es bueno, justo, digno y honroso.
El poder encarnado en el líder, siempre que ha sido elegido por “nosotros”, es porque tiene, o recibe, las virtudes, méritos, que “nos” representa, que “nos” transfiere el poder como ente colectivo que “lo hemos” puesto en “nuestra” representación y ejecute “nuestra” voluntad.
Es tal, la capacidad de esa transferencia, que “nosotros” no pueden ver cuando el líder llegó usándolos y ahora sólo la afinidad la refuerza ofreciendo el exacerbado culto a la propia imagen como una forma de culto a “nosotros”.
Porque para ella los reclamos no son reales.
Las exigencias no son reales.
Las criticas no son reales.
El hartazgo que ha causado en quienes se han visto afectados de una u otra forma y se lo manifiestan, no son reales.
Tiene prisa de entender "ellos" como "usuarios robotizados"
Porque ella desconoce como personas a quienes le reclaman, le exigen, la critican, le expresan su enojo, su hartazgo.
Porque en su inmensa soberbia no cabe la posibilidad que la ira manifiesta que recibe tenga alguna causa real y válida.
No puede ver en "ellos" a un prójimo.
La soberbia es el más pesado velo que ciega a este ente disforme que exige llamarse gobierno. La prepotencia y la soberbia de la estupidez y la ignorancia.
Ese siniestro discurso recurrente, tener que poner todo en términos de "nosotros" y "ellos".
Cuando el hombre que vive en el palacio virreinal es el primero y mayor agente de polarización del país.
El hombre que se asume voz y presencia de aquel ente abstracto que llama pueblo, pero que realmente no son todos a quienes, se supone, gobierna.
Cuando el hombre que vive en el palacio virreinal puede hacer esa distinción es porque está exhibiendo la forma en que ve el ejercicio de lo que cree es el poder, el gobernar, "gobernar"; sólo para quienes concuerdan con él. Y ya.
Cuando recita esa retahíla de adjetivos anula la identidad de quienes no concuerdan con él, de quienes no simpatizan con él, de quienes le critican, exigen, denuncian. Y marca la diferencia entre grupos sociales. Divide. Polariza.
Lo bueno es que los conservadores siempre son "ellos".
Lo bueno es que "nosotros" son los progresistas, libertarios.
Lo bueno es que "nosotros" son la voz de el pueblo.
Lo bueno es que de propia mano exhiben su fanatismo.
“Nosotros” son la nación, la gente buena, EL PUEBLO, la forma en que se hace una sobregeneralización acerca de un ente colectivo, pero se niega la posibilidad de individualidad. “Nosotros” son todos o no son. Pero quien no es “nosotros” entonces es “ellos”.
Por eso también el poder emanado de “nosotros” es bueno, justo, digno y honroso. El poder encarnado en el líder, siempre que ha sido elegido por “nosotros”, es porque tiene, o recibe, todas las virtudes, méritos, que “nos” representa.