En una muestra de crueldad que dejaría en mantillas al doctor Mengele, mi madre y tita Carmen, que han vuelto de su matinal paseo antes de las ocho de la mañana, me han obligado a levantarme para que las acompañe a ver el sorteo de la Lotería Nacional y a comprobar los números.👇
Y aquí estamos, sentados en el salón, con la tele encendida, los décimos y participaciones ordenados sobre la mesa en columnas por terminaciones y de menor a mayor y al menos, con un tazón de chocolate caliente entre las manos y una fuente de los divinos bizcochos de Conchita.
Tita Carmen, a cuya vera se sienta tío Willy, le está rezando a san Pancracio. La imagen del santo, camuflada entre una selva tropical de perejil y yerbabuena, de la que tan sólo sobresale, y sólo un poco, el aura, preside la mesa. A sus pies, los décimos y participaciones.
Mi madre, en cambio, es más de rezar a san Matías, que «para eso, nene, se ganó lo de ser apóstol de Nuestro Señor Jesucristo a suertes y eso no le pasa a cualquiera».
Amalia y Conchita, rezan a quien diga su jefa, que para eso, ellas son muy leales, como me acaban de decir.
Tita Carmen le ha encargado a tío Willy que mire atenmtamente a la tele no vaya a ser que se caiga una bola al suelo ahora que están llenando la tolva.
-Ve contándolas, Willy.
-Han dicho que son cien mil, Carmencita.
-Pues mira con atención y cuenta deprisa. No seas derrotista.
Ya están todas las bolas en el bombo.
-Willy,¿has visto si está la de la parroquia?
-Debe estar.
-Debe, debe, debe, ¿qué si está? No te has fijado bien. Si es que no se te puede encargar nada, Willy.
-Seguro que está.
-Cómo no toque va a ser culpa tuya
-Tita, no te pongas trágica
-Claro, como no juegas...
-Pues bien que los he pagado todos y aquí hay más de cincuenta décimos.
-Hijo, hay que ayudar a parroquias, cofradías, asociaciones pías, a las oenegés modernas...
-¿Y este que pone «Peña las Flores»?
-Ese es de las amigas,que este año no ha habido Feria
Entra mi madre que ha salido a por más chocolate.
-¿Han salido ya los Niños de san Ildefonso?
-Aún no.
-¿Y no está el señor del traje de botones?
-Este año no hay público, mamá.
-Desde luego que los comunistas estos del gobierno sólo saben quitarnos las pocas alegrías que tenemos
-Los niños, los niños, Pilarín ¡Ay, que monos!
-Pues a mí, esos leotardos rojos no me gustan, Carmencita.
-Eso es cosa del gobierno,nena
-Al menos, llevan la mascarilla azul, que es más elegante
-Willy, ¿a tí te hubiera gustado ser Niño de san Ildefonso?
-¿Ya había sorteos, Tita?
-A callar, que ya están saliendo los números.
Tendrían que verlas a las cuatro, cada una con su libreta apuntando los números que luego me pasarán a amí para que los compruebe una vez que acabe cada tira.
Mi madre y Amalia apuntan los pares y tita y Conchita los impares.
-Pues ya ha salido un quinto. Mira a ver si lo tenemos, Jacobo, que es un dinerito...
-Ahora miro, tita.
-Mira ya, y no seas vago.
-A ver... no.
-Así no nos hacemos ricos, Willy. Y yo quiero que me lleves en un yate por la Costa Azul mientras bebo champaña.
-¡Carmencita!
-¿Qué?
-Mujer, que Amalia y Conchita son solteras y Jacobo es muy niño para te pongan a hablar de sicalipsis.
Yo, con estas cosas, ya ni protesto, porque ... ¿para qué?
Menos mal que ha salido otro quinto.
-¡Otro quinto!
-Pues no hay quinto malo, Carmencita.
-Willy, no digas pegos.
-Conchita, si te toca el gordo -y no me refiero a mi sobrino Jacobo que es un caballero- ¿me dejarías para irte a vivir la vida con tus sobrinas?
-Doña Carmen, con lo bien que me lo paso yo con usted y con esta familia, ¿me voy a ir con mis sobrinas a que me saquen los ahorros?
-Si es que te quiero como una hija. Ven que te abrace. Es que me he quedado hundida en el sillón y no tengo forma de levantarme, hija.
Conchita se levanta y se abrazan.
Willy hace el gesto de abrazar a Conchita pero tita Carmen le pega un manotazo y una colleja.
-Tú, ahí quieto.
Pasan los minutos y sólo salen pedreas. El soniquete de los Niños de san Ildefonso surte efectos y ya hay cabezaditas y trasposiciones.
Tío Willy se remueve en el sillón. Tita Carmen lo mira.
-¿Qué te pasa?
-¿Puedo ir al baño?
-Willy, pareces un viejo.
-Tiene 94 años, le digo.
-¿Y qué? El duque de Edimburgo tiene 99 y ahí está.
-¿Dónde, dónde? -dice mi madre que acaba de salir de uno de sus habituales microsueños- ¿en el Teatro Real o en casa? ¿Cuándo ha llegado?
-En Inglaterra, mamá. Está en Inglaterra.
-¡Ah! Avísame si sale el gordo.
Sigue durmiendo.
Dice Conchita que no entiende porqué el señor de la mesa cobra un sueldo por estar ahí. Está toda la mañana sentado mientras los chiquillos cantan los números, los premios, meten las bolitas en los alambres y lo mismo, ni les pagan.
-Será un enchufado, le contesta Amalia.
-Eso seguro, niñas, acordáos de las gemelas que tenían la Administarción de Loterías por la Magdalena. No daban un palo al agua y les dieron la Administración porque el abuelo estuvo en la Guerra de Cuba y le pegarin un tiro en salva sea la parte.
-¿Por detrás o por delante?
-Por detrás, Willy, que tuvo una hija. La madre de las gemelas.
-Bueno... -interviene mi madre- que la mujer del lotero decían que era un tanto casquivana.
-¿Estáis anotando los números? Les digo.
-Ya no. Nos aburre, nene.
-¿Y porqué me sacáis de la cama?
-Es la tradición, nene.
-¿Qué tradición?
-La del sorteo. Si es así desde mis abuelos o mucho antes.
-Me refiero a lo de hacerme madrugar.
-Eso es una tradición más corta en el tiempo, hijo. Desde que tenías un par de años o poco más
-¿Y porqué?
-Porque soy tu madre. ¿Te parece bien? ¿Me lo vas a negar?
Y ahora empieza el discurso lloroso materno:
-Cría a un hijo, llévalo al colegio, dale estudios, aliméntalo..
-Eso si que lo has hecho siempre bien, Pilarín -interrumpe tita Carmen- no hay más que verlo, que no cabe en el sofá.
Yo, ni caso.
-Pues eso, que no es justo este trato.
-Mamá, yo sólo he preguntado que porqué me haces madrugar si luego os ponéis a hablar y ni siquiera seguís el sorteo. Que empezáis a apuntar números en la libreta y lo habéis dejado al segundo alambre.
-Porque soy tu madre. Y a una madre no se le niega nada. Que te traje al mundo
-Tampoco creas tú que te lo va a agradecer el mundo, Pilarín. Que yo sé que es tu hijo y sabes que lo quiero como el hijo que no quiso Dios que tuviera, pero no te creas tú que va a pasar a la historia. Que no veo yo que le pongan ningún monumento en un jardín o en un parque.
-Tita -ya no puedo más e intervengo- estoy hablando con mi madre, ¿Quién te ha dado vela en este entierro?
-Yo las velas las cojo sin que me las de´nadie, hijo. Soy una Ruiz de Almodóvar y a mñi no me va a achantar el tataranieto de un inglés pelirrojo por mucho que te empeñes.
Suena el teléfono. Contesta mi madre. Es mi prima Mariloli.
-Hija, ¿qué pasa?
-...
-¿No me digas que ha tocado un quinto en Córdoba?
-¿Hemos pillado algo? Es tita Carmen.
-Que no, Carmencita.
-Entonces para qué llama.
-Para hablar con sus tías
-Pero eso puede hacerlo por la tarde
-Dime, Mariloli. ¿Cómo estáis?
-...
-Carmencita, que dice que nos quiere mucho.
-Que ilusión.
-Nosotros tambien. Y a Antonio y a Alvarito. Os queremso mucho, hija.
-Sí, sí, pero dile que los queremos lejos, no vayan a presentarse aquí como está lo del virus y tengamos un disgusto
-Mujer, que es nuestra sobrina.
-Ya, pero puede ser portadora del virus. ¿O tú no ves la tele?
-Y lo de Iker JIménez. Ya lo sabes que no nos lo perdemos.
-Pues entonces.
-¿Traigo más chocolate? Es Conchita.
-Pues sí. Yo me tomaría otro, le digo.
-Mejor no traigas nada, Conchita.
-Tita, ¿me quieres matar de hambre?
-Calla, calla, que han salido dos premios en un pispás y nos los hemos perdido.
-¿Cuáles?
-Un tercero, nada menos. Y otro quinto.
-¿Y por eso no me puedo tomar otro chocolate?
-Por eso,no, porque estás cada día más gordo, que pareces cebado.
-Mamá, ¿no le vas a decir que se calle?
-Si es que lleva su poquito de razón, nene. Que yo sé que te gusta mucho comer, pero te vienes arriba...
-Si papá come más que yo.
-Pero él lo sublima,nene. No hay más que ver la palnta que sigue teniendo a sus años. Podrías aprender de él.
Se oye silbar en el patio. Es mi padre que viene entonando «Jingle bells» después de desayunar en la salita. Se asoma al salón, sonríe, moviendo el bigote y dice:
-¿Cuánto nos ha tocado, Pilarín?
-Creo que nada, Luis.
-Pues seguiremos viviendo en la austeridad, como toda la vida
-Papá, no tenemos de qué quejarnos.
-Si yo es por si tu tía decide aflojar algo y nos compra un jamón para el aperitivo.
-Está tú listo.
-Carmencita
-Dime, cuñado.
-¿Has encargado ya el jamón para Navidad?
-Si yo lo haría, pero nos hemos quedado listos con el dineral de la boda.
-Si la pagó Jacobo.
-Íntegramente, tita. ¿O ya no te acuerdas?
-Sí, hijo. Y es por eso, porque me da un poquito de reparo pedirte más. Es triste.
-Si nunca pides permiso.
-¿Hace falta?
-A ver si sale el gordo ya.
-Willy, te tengo dicho que no hables así de mi sobrino preferido.
-¿Ahora soy tu sobrino preferido?
-Pero solo porque no tengo otro. Las otras tres son niñas.
-Siempre valoro tu apabullante sinceridad, tita.
-Willy -es mi padre-¿cuánto te apuestas a que el gordo acaba en siete?
-No sé, ¿cien euros?
-Hecho. Si acaba en siete te doy cien euros.
Se chocan la mano y tío Willy pregunta
-¿Y si no acaba en siete?
-Me los das tú, cien por cada núemro en el que no acabe.
Tío Willy se queda pensativo y mira a tita Carmen
-Ya te ha vuelto a liar, Willy. Si es que pareces tonto
-Es la emoción del juego, Carmencita, que lo pierde
-Está diciendo la radio que el tercero ha caído en Barbate -dice Amalia. Ahí hizo la mili mi hermano Paco.
-Pues en la mía -es Conchita- que ha caído parte en Cuenca.
-Pero si está puesta la tele ¿por qué tenéis cada una un transistor pegado a la oreja?
-Porque lo explican mejor
-Conchita, si dicen lo mismo.
-Qué va, a mí me gusta más la COPE.
-Y a mí Onda Cero, Jacobo. Y es que no lo dicen igual.
-Vale Amalia. Haced lo que os venga en gana. Y tú, papá, ¿qué haces sacando la botella de brandy?
-Celebrar que ha tocado en Barbate.
-Sólo es un tercero.
-Ya sacaré el Veuve Clicquot para el Gordo.
-¿Y para el segundo?
-O el Cardenal Mendoza o una botella de Montilla. Dependerá de la hora. La costumbre es brindar. ¿Quieres?
-Bueno.
-¿Y los mantecados, Pilarín?
-En el repostero de la salita. ¿Voy?
-Por Dios, nena, que vaya el niño.
Y aquí me tienen, cargando con la bandeja de mantecados como si fuera un porteador de las películas de Tarzán. Porque no se imaginan como es la bandeja.He visto veladores más pequeños. Y la han cargado bien. Parece el monumento ese de Waterloo que tiene un león en lo alto de todo
-El cuarto, el cuarto.
-¿Qué pasa?
-Que ha salido un cuarto y a tu tía le ha dado un parraque de la emoción porque acaba en 51 y ese año estuvo ella de veraneo en Estoril y conoció a un ingeniero austríaco que la dejó enamoradísima.
-¿Eso es verdad, Carmencita?
-Sí, Willy, Hans.
-¿Y te enamoraste?
-Mucho más que de ti.
-¡Carmencita!
-Éramos jóvenes, Willy y calla, calla... que ha salido el Gordo.
-Pues acaba en siete, papá.
-Esto lo arreglo yo.
-Ay, Willy que has ganado la apuesta con mi cuñado.
-Pues ya sabes, afortunado en el juego...
Tío Willy calla.
-Trae los cien euros, cuñado.
Mi padre se vuelve hacia mí y me dice:
-No ha colado. Préstame cien euros, Nene. Ya te los doy para Reyes.
Le doy los cien euros a mi padre. Él se los da a tío Willy y tita Carmen los caza al vuelo. Creo que sólo han rozado los dedos del pobre hombre
-Papá, estás muy tranquilo y has perdido cien euros.
-La flema inglesa y el senequismo cordobés, Nene.
-¿Y nada más?
-Algo hay.
-¿Qué?
-Que le he hecho la misma apuesta a tío Fernando con el tres, a don Anselmo con el dos y a Antonio con el uno.
-O sea que..
-2.700 euritos, Nene
-¿Dónde vas?
-A por el Veuve Clicquot que ha salido el Gordo.
-Trae dos botellas, Luis, somos siete.
-Mamá, son las doce.
-Pues muy buena hora para beber champaña. No seas prohibicionistas. Qué pelmas sois los modernos con que no se puede comer ni beber, hijo.
-Esa es mi Pilarín.
Suen la campanilla. Amalia sale al zaguán y abre. Vuelve mi padre con don Ramiro que acaba de llegar.
-Don Ramiro, está usted iluminado por el Espirítu Santo. Ha llegado justo cuando vamos a abrir el cahampaña. Que acaba de salir el Gordo.
-Modestamente, don Luis, tengo ese don.
Don Ramiro ha bendecido los mantecados, el mazapán, los turrones y los bombones de Godiva, que a mi madre no le gustan otros.
Mi padre ha llenado las copas -de baccarat que había preparado tita Carmen para que todo fuera francés y no hubiera conflictos- y ya vamos a brindar.
-Querida familia, don Ramiro -no le incluyo como familiar sino como allegado porque hay que ser respetuosos con las leyes- Amalia y Conchita -vosotras si sois como de la familia, un año más, el Gordo de Navidad ha salido cuando le ha dado la gana en una tradición españolísima.
Brindemos por todos a quienes haya tocado y hagámoslo sin reparo alguno que Dios sabe a quien le hace falta mejor que nosotros. Y más, en estos días tan complicados. Que la alegría inunde nuestros corazones y el champaña nos nuble la vista con elegancia. Viva España y viva el Rey
Pues aquí estamos con chocolates y mazapanes y ya ha caído la primera botella de champaña.
Y don Ramiro, que se siente como en casa, hasta se ha pedido el primer lancero. Yo he preferido encenderme una pipa. Los décimos están ordenadísimos en la mesa pero ya nadie les hace caso.
Pues don Ramiro acaba de sacarnos el compromiso -tampoco es que le haya costado mucho- de que todos los reintegros y las pedreas que nos toquen sean para Cáritas. Así que luego habrá que comprobarlo todo
-Y los 2.700 euros que yo he ganado, también, don Ramiro. Cuente con ellos.
Ese es mi padre.
-Y tus cien euros, Willy, no seas remolón.
-Pero, Carmencita, si los tienes tú.
-Es que son gananciales, ¿verdad don Ramiro?
-Pues dáselos tú.
-¿Me quieres quitar cien euros de mi peculio, Landrú?
-Tío Willy, ya los pongo yo, anda.
Y se los he dado a don Ramiro.
En medio de la ceelbración, un grito:
-El segundo, el segundo.
-Don Ramiro, ni que estuviera atendiendo un parto de gemelos. Es mi padre, el ininmutable.
-Es que ha salido el segundo.
-¿Nos ha tocado?
-Si nadie los está mirando, tita.
-Willy, ve a mirar, corre. Pero corre, hombre
El pobre va dando saltitos. Si es que tiene 94 años. Mi padre lo adelanta y, sacando el pañuelo del bolsillo, le da el banderazo de llegada a meta cuando toca el borde de la mesa.
Resopla. Suspira. Se apoya en la mesa y mira los números ordenados
-Carmencita, no. No nos ha tocado
-Que juventud más mala me estás dando, Willy.
-Pero si yo hago todo lo que me pides.
-Pues es muy poco.
-Yo, del matrimonio, esperaba más lujo y más lujuria.
-¡Carmencita! Mi madre otra vez.
-Es que es así, Pilarín.
-No sé ¿un hijo?
-No, ¿para qué? ¿Para que saliera como el tuyo?
Como ya han salido todos los premios grandes y nos hemos bebido las dos botellas de champaña, ha decidido mi padre que nos vayamos a la biblioteca par a el aperitivo mientras se termina el almuerzo. Y aquí estamos don Ramiro, mi padre y yo con el montilla, el jamón y las regañás.
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Me entristece pensar el día en el que mi querida @VHavisham debió anular su viaje a Córdoba. Así que le mostraré algunas cosillas que se perdió y que espero que conozca a la mayor brevedad. Como todos ustedes. Que no sé como pueden vivir sin conocerla.
Va hilillo provocador👇
Como ya les anuncié no voy a contarles la historia del día en el que tía Cristina se envenenó en la boda de su hijo Borja. Y no lo haré porque, sencillamente, no puedo relatarla. Me resulta metafísicamente imposible. Porque esa historia, debo confesarlo, jamás ocurrió. Va hilo.👇
Y no es que mi padre me liara. Que podría ser. No es, que empecinado, insista en mi cumplir mi público anuncio de no contarlo dada la ausencia de interés en conocerlo por parte de todos ustedes, siendo una historia tan espectacular e interesante. La razón es mucho más prosaica.
Lo confieso: me equivoqué de nombre. No hay excusa. Es cierto que mi abuela tuvo quince hermanos y que cinco de ellos fueron mujeres, pero tía Cristina profesó como clarisa en el granadino monasterio de Santa Isabel la Real del que llegó a ser abadesa tal y como les conté
Pues como está la tarde tranquilita por casa y estoy algo desocupado -incluso más que de costumbre- voy a escribir un hilo sobre uno de mis autores preferidos y la excepcional relación de su obra literaria con el cine.
Me refiero a mi admiradísimo E.M. Forster.
Va hilo 👇
Forster (1879-1970) nació en Londres y murió en Coventry. Fue novelista, pero también ensayista y libretista. Sus obras describen con elegancia la Inglaterra eduardiana y reflejan las diferencias de clase y esa forma de afrontar la vida con cierta distancia, cinismo o hipocresía.
Estudió literatura clásica e historia en el King's College de la Universidad de Cambridge. Un lugar bellísimo. 👇
Allí formó parte de un grupo llamado «Los Apóstoles». Bastante de sus miembros fueron parte del «Círculo de Bloomsbury». Fue amigo de John Keynes y Lytton Strachey.
Ayer le pedí -le rogué- a mi madre que hoy me dejara descansar. Tanto hacerme madrugar estaba desencajándome las meninges. Así que, aunque no me he levantado tarde, he podido remolonear un poquito. Serían poco más de las once cuando el ajetreo del patio me sobresaltó. Va hilo👇
Me incorporé en la cama, agucé el oído y oí unas voces desconocidas. De fondo, lo que parecía ser una radio desgranaba canciones modernas. No sé si seré capaz de explicarme. Era un ruido de esos en los que el cantante parece tener unas canicas en la boca y recita una salmodia.
De pronto, llaman a la puerta. Increíble, mi padre. Entró y se sentó en la descalzadora. Se atusó el cabello -es algo que hace para recordarme mi calvicie ruizalmodovariana que contrasta con su legendario pelo fitzedwardsiano-, se pasó el dorso de la mano por el bigote y me dijo:
Por si no lo saben, tita Carmen echó a tío Willy de casa. La causa fue la gravísima y pública infidelidad cometida al escrutar con lascivia -en apreciación de su esposa- el escote de Rosita, la prima sesentona y descocada de Petri, la anterior esposa del muy perillán. Va hilo.👇
Así que en consonancia con la gravedad de la situación decidió proclamarse viuda electa. Pero electa por Dios Nuestro Señor según acordó con mi madre en una larguísima conversación telefónica tras valorar otras posibilidades como viuda en funciones e incluso viuda in pectore.
Las dejé con sus disquisiciones teológico-matrimoniales y a mi padre con la organización de la Porra de la Reconciliación que «avanza viento en popa, Nene. Será histórica. Lo del whatsapp es un invento divino. Todavía me acuerdo cuando las organizábamos enviando telegramas».
Supongo que recuerdan como el otro día, por aquello de las elecciones a jefe de las Trece Colonias, mi madre, tras escuchar toda la tarde hablar de Wisconsin en la radio, creyó que era un supermercado nuevo. Y como a ella eso de dar barzones le priva, dijo de ir. Va hilo👇
Mi padre, que no pierde oportunidad de ponerme en un brete, la animó, contándole que le habían dicho en el Club que los «Supermercados Wisconsin» eran mundialmente conocidos por los exquisitos embutidos que ofrecían a sus clientes así como por la variedad de origen de los mismos.
Así que esa misma noche, mi madre se lo contó a tita Carmen, tita Carmen se apuntó a venir al Wisconsin para verlo y yo me encontré con no saber ni cómo, ni cuándo, ni adónde llevarlas porque, evidentemente, «Supermercados Wisconsin» es uno de esos grandes inventos de mi padre.