Por si no lo saben, tita Carmen echó a tío Willy de casa. La causa fue la gravísima y pública infidelidad cometida al escrutar con lascivia -en apreciación de su esposa- el escote de Rosita, la prima sesentona y descocada de Petri, la anterior esposa del muy perillán. Va hilo.👇
Así que en consonancia con la gravedad de la situación decidió proclamarse viuda electa. Pero electa por Dios Nuestro Señor según acordó con mi madre en una larguísima conversación telefónica tras valorar otras posibilidades como viuda en funciones e incluso viuda in pectore.
Las dejé con sus disquisiciones teológico-matrimoniales y a mi padre con la organización de la Porra de la Reconciliación que «avanza viento en popa, Nene. Será histórica. Lo del whatsapp es un invento divino. Todavía me acuerdo cuando las organizábamos enviando telegramas».
-No me lo puedo creer, papá.
-Sí, hombre. No todo el mundo tenía teléfono, así que organizamos una red de telegramas. Teníamos un botones en el Club que por un duro los llevaba a correos y en un día o dos, estaba la porra cerrada. Pero esto es genial. La inmediatez absoluta.
-Pero tened cuidado que el whatsapp lo puede mirar cualquiera y lo mismo alguno tiene un disgusto con lo de apostar
-¿A nuestra edad? Somos supervivientes
-Pues porque no vive la tía Clara, que si no iba a poder apostar tío Fernando
-Siempre lo hacía yo por él «in loco parentis»
-Eso significa «en lugar de sus padres».
-¿Y no he sido yo siempre un padre para él?
-Me voy a leer un rato tranquilo.
-¿Te has traído algún libro somnífero?
-No, me apetece a leer.
-¿Qué?
-Ya veré.
-Allá tú. Te iba a contar lo del telegrama de la apuesta del parto de Margarita.
-A ver, ¿quién es Margarita?
-Era. Ya falleció la pobre. Hace años. Una señora encantadora.
-Vaya por Dios.
-No es lo más importante de la historia, pero ya que insistes te cuento: Margarita era la mujer de Anastasio el pollero. Tenían un puesto de aves y huevos en el mercado.
Y, más importante que toda esa cuestión mercantil, Margarita fue la protagonista involuntaria del escándalo que rodeó a don Felipe Encinares, un miembro del Club que, destinado como Registrador de la Propiedad en Soria había matrimoniado con una señorita de buena posición.
Pero también, melindres, algo triste y más estricta que un inquisidor tridentino. Con decirte que al pobre Felipe, que no era ningún juerguista -diez años preparando Registros encerrado en la casa de sus padres en Montilla- le quitó de fumar y hasta de tomarse una copita de vino.
Una tragedia, Nene. Pero lo que no pudo doña María del Espino que así se llamaba la señora, a quien tu abuelo, por el nombrecito, por la nariz arrugada que solía lucir ya que parecía que iba siempre oliendo estiércol, la llamaba «doña Gancho», fue quitarle la afición a las porras
Diseñamos un sistema de envío de telegramas al Registro para que apostara tranquilo, si bien, entre la economía del lenguaje telegramesco y la necesidad de no ser claros, se dio pie a que aplicáramos nuestra creatividad en los textos. Aunque esta vez, el problema fue otro. Y peor
Como estábamos ayunos de acontecimientos, la noticia de que Anastasio el pollero iba a ser padre a sus cincuenta años y después de doce de matrimonio con Margarita, a la que llevaba quince, se convirtió en tema de conversación y tertulia recurrente del Club. Lógico por otra parte
Descartada la infidelidad, Margarita era de misa diaria y más fea que un mono, se inició el debate sobre si sería niño o niña. Estamos en los sesenta y no había modernuras como hoy. Así que echábamos las tardes hablando de estas cosas y claro, surgió la natural porra al respecto.
Unos que si niño, otros que si niña, hasta que llegó don Anselmo, y al límite, apostó a gemelos. Claro, esto permitía dos posturas: Un hijo o Gemelos. Y cada una desdoblada en Niño o Niña la primera y en dos niños, dos niñas o uno de cada como apostó Felipe Encinares desde Soria.
Lo que hace el aburrimiento, Nene. Pero, claro, entonces en Soria, aparte de ir a ver el Duero, lo más que podías hacer era deprimirte como don Antonio Machado o apostar en el Club, supongo. Yo es que nunca he estado en Soria, la verdad, pero no parece Las Vegas, según dicen.
A lo que vamos. Margarita dio a luz gemelos, un niño y una niña. Y don Felipe que se lo lleva todo. Le mandamos su telegrama, que redactó tío Ramón a su aire y que decía: «Margarita dio a luz gemelos. Niño y niña. Rubios como el padre. Enhorabuena, campeón. Menuda puntería».
El telegrama llegó al Registro. Don Felipe estaba en cama con un gripazo y el oficial, pensando que era importante, lo lleva a casa y lo entrega a «doña Gancho» que lo abre y lo lee. Y recuerda que en Semana Santa -hacía nueve meses- habían estado en Córdoba y su marido es rubio.
Primero le da un vahído, y después llama a sus padres llorando histérica. Y aparece el padre, general retirado de la Guardia Civil, con el comandante de puesto y dos guardias y saca al yerno de la cama y se lo lleva al cuartelillo a que el explique quien es Margarita el lunes.
Era miércoles. Y allí que se tiró el pobre hombre en el calabozo, en pijama, con fiebre y sin comer. Agua si le dieron. Un cubo. Ni confesando se lo creyó el suegro. Para evitar el escándalo lo devolvieron al Registro y «doña Gancho» se presentó en Córdoba con su padre para
llevarse a los hijos del pecado y criarlos en su casa ya que Dios no le había dado vástagos en los diez años de santo matrimonio. Un espectáculo, Nene. Que fatiguita pasamos explicando lo de la apuesta. Hasta el Obispo tuvo que intervenir para tranquilizar a «doña Gancho».
Y menos más que un general de la Guardia Civil que era miembro del Club y había apostado cien duros a que era niña, conocía al suegro de don Felipe y la cosa quedo en el típico cachondeito, que nos veíamos todos encarcelados en Soria. Con el frío que debe hacer allí, Nene.
-¿Y qué fue de don Felipe?
-No volvió a aparecer por Córdoba y como los telegramas venían rechazados, lo dimos de baja en las porras y lo incluimos en la misa de difuntos de todos los años del Club.
-¿Y ya está?
-No íbamos a peregrinar a Soria, Nene. Allá él con quien se casó.
En estas que suena el teléfono. Don Alfonso, el párroco. Despierto a mi madre de su profundísima siesta y le doy el teléfono
-¿Quieres hablar con él ahora?
-Sí, sí, sólo estaba traspuestilla. Ya sabes que yo nunca duermo la siesta.
-Jamás, Pilarín. ¿Tú? Jamás.
-Papá, ya te vale…
Le cuenta que lo ha llamado tita Carmen y ha ido a visitarla a su casa. Y se ha quedado tan preocupado que nos telefonea desde el mismo rellano de la escalera. En primer lugar le ofrece a mi madre su más sentido pésame por la repentina y dolorosísima desaparición de tío Willy.
Después, le recrimina que haya dejado sola a tita Carmen, en un momento tan complejo y grave aunque la pandemia no aconseje los movimientos. Como mi madre sigue dormitando con el góndola en la mano y solo acierta a decirle, «sí, don Alfonso, claro», el hombre se viene arriba.
Transcribo: No se imagina usted, doña Pilar, cómo está su pobre hermana. De luto de pies a cabeza igual que Conchita. En el mismo salón de casa hemos oficiado un funeral por el alma de don Guillermo. Un mar de lágrimas doña Carmencita. Y Conchita. Las dos demacradas, hundidas…
Respira y continúa: abandonadas de su familia. Ustedes tan felices en el campo y ellas dos desamparadas en la gran ciudad, presas del dolor. Espero que vengan inmediatamente y se hagan cargo. Y si no pueden, que se presente aquí su hijo y que… pí pí pí…
-Se ha cortado, Nene.
-Mamá no sacudas el teléfono. No va a salir don Alfonso por ahí.
-Es que no se oye nada.
-Tampoco le des golpes sobre la mesa.
-Pues con la tele Werner que teníamos funcionaba. Si salían rayas, le daba tu padre unos golpes y se volvía a ver a Joaquín Prats y a Laurita Valenzuela.
Llamo a don Alfonso y me aparece el mensaje de «apagado o fuera de cobertura».
-Se ha quedado sin batería.
-Deberías ir a ver a tita Carmen.
-Me van a acabar multando. Pero bueno, me voy.
-Compra jamón ibérico y regañás, Nene.
-Papá, voy a solucionar una gravísima crisis familiar
-Pues haz las cosas como Dios manda y como te dicte tu corazón, hijo mío
-Gracias, papá
-Pero cómpralo todo antes de ir a casa de tita Carmen que igual te demoras con las decisiones a tomar y ahora las tiendas cierran antes. El jamón que esté entreverado y las regañás tostaditas
Cuando llego a casa de tita Carmen me encuentro que la foto de los novios que les hizo tío Fernando y tiene sobre el aparador, está cubierta con crespón negro. Y ha puesto delante el sable sobre un cojín negro y rodeado de crisantemos. Ella está de luto riguroso. Hasta velo lleva
-Tita, ¿qué haces?
-Sufrir. Lloro mi perdida, tras tantos años de matrimonio.
-Un mes mal contado
-Pero muy intenso, Jacobo
-Te recuerdo que Willy está vivo
-Para mí, no. Y eso es lo que vale. Ya el he encargado las misas a don Alfonso
-¿Y no le ha extrañado que no haya cadáver?
-Le he dicho que lo están embalsamando como a todos los Capitanes Generales.
-Conchita, dame la llave del mueble bar que la voy a tirar al río.
-Mi dolor no se apaga ni con néctar de dioses, hijo.
-¿Hasta cuándo vamos a tener esto?
-Ni lo sé, Jacobo. El dolor es tan intenso…
-Bueno, me vuelvo para Las Golondrinas y ya me avisas cuando se te pase el ataque de teatritis, maríaguerrero
-Adiós,hijo. Aquí seguiremos rezando y llorando
Suena el teléfono. Es mi madre. Se despide de mí. Las dejo hablando de sus cosas. Le digo a Conchita que la cuide y me voy
Cuando llego a Las Golondrinas le doy a mi padre el jamón y las regañás y me dice:
-Nene, la vesania ruizalmodovariana se supera. Un manicomio. Impresionante. Lo de tu tía es para hacer una serie de esas americanas. Ve a saludar a tu madre y ahora nos comemos esto. Voy a por vino
Me encuentro a mi madre la mar de feliz viendo la tele y cuando voy a contarle mi tarde con tita Carmen, me dice:
-Un beso de parte de tita. Le ha hecho mucho bien tu visita. Está organizando un viaje a París con Conchita. Ya se le ha pasado el dolor de la muerte de Willy.
Yo...
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Supongo que recuerdan como el otro día, por aquello de las elecciones a jefe de las Trece Colonias, mi madre, tras escuchar toda la tarde hablar de Wisconsin en la radio, creyó que era un supermercado nuevo. Y como a ella eso de dar barzones le priva, dijo de ir. Va hilo👇
Mi padre, que no pierde oportunidad de ponerme en un brete, la animó, contándole que le habían dicho en el Club que los «Supermercados Wisconsin» eran mundialmente conocidos por los exquisitos embutidos que ofrecían a sus clientes así como por la variedad de origen de los mismos.
Así que esa misma noche, mi madre se lo contó a tita Carmen, tita Carmen se apuntó a venir al Wisconsin para verlo y yo me encontré con no saber ni cómo, ni cuándo, ni adónde llevarlas porque, evidentemente, «Supermercados Wisconsin» es uno de esos grandes inventos de mi padre.
Ayer, mientras echaba la tarde de tertulia con mi padre, entre café, brandy y mostachones de Utrera, caímos en la cuenta de que este año, al estar en el campo, no íbamos a poder divertirnos con la fiesta de Halloween que es algo que a los dos nos encanta y emociona. Va hilo 👇
Eso de que los niños de la vecindad disfrazados de zombies llamen a la puerta de casa en plena siesta para preguntarte si deseas truco o trato no es más que una terrible blasfemia, un agravio luterano, una afrenta a la civilización hispánica y un atentado a los derechos humanos.
Pero como, según recuerdo de mis divertidos tiempos universitarios, disparar contra una patulea de menores de edad disfrazados podría constituir un grave ilícito penal, sumado al hecho de que carezco de armas de fuego y mi padre sólo cuenta con una vieja carabina de tiro olímpico
He pasado malas noches en mi vida. Ya decía el gran Chiquito que «una mala noche la tiene cualquiera». Pero esta ha sido como para sumarse a la Santa Compaña y seguirla hasta Cuba como hacía aquel personaje de «El bosque animado» aconsejado por el bandido Fendetestas. Va hilo👇
Serían las cinco de la madrugada, hora que si sé que existe es porque más de una vez ha sido la de volver a casa tras alguna noche de juvenil jarana o larga cena y tertulia con los amigos, cuando creí oír el tañido de una campana en la lejanía. No hice caso y me di media vuelta.
Y al hacerlo, volvió a sonar. Me incorporé en la cama y otra vez el tilín, talán, que empezó ya a incomodarme. Que no es que sea yo persona impresionable ni amigo de historias de fantasmas -soy un aguerrido Fitz-Edwards- pero que tampoco hay que ir por la vida de loco temerario.
Me llama mi padre. Me urge a ir al salón. Está sentado junto a mi madre. Los dos muy serios. Mi madre, más.
-Nene, ¿cuántos años tengo? Ni mamá ni nos acordamos ahora mismo.
Me preocupo. Están mayores y a esas edades les puede ocurrir cualquier percance de salud en un pispás.
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-Ochenta y cuatro, papá, le contesto.
-¿Y yo?
-Eso, ¿y mamá?
-Los mismos, ochenta y cuatro.
Se vuelve hacia mi madre y le dice:
-¿Ves, Pilarín, como Jacobo no tiene lagunas de memoria? No sé por qué te preocupas tanto. Tiene sus años pero está bien.
-¿Me podéis explicar que pasa?
-Que como se te ha olvidado encargar un pastel cordobés para mañana que es San Rafael, nos hemos preocupado. Que vas cumpliendo años y podéis tener problemas de salud. Que lo vi en un documental.
-Nena, tranquila. Ya ves que está bien. Atontado, pero bien. ¿Qué hay del pastel?
Me ha comentado mi querido @tobiasestempran que explique a que llamamos en Córdoba, medio. O mediecito (seseando para ser cordobés autentico).
Pues es nuestra forma de pedir el vino. Ustedes van al bar y piden un vino. Así, sin más. Nosotros diferenciamos entre copa y medio. 👇
A la izquierda, el medio. A la derecha, la copa.
¿A qué parece raro? Es una broma habitual con los invitados foráneos.
-Como nunca has probado el Montilla-Moriles y es un vino generoso, ¿qué quieres, copa o medio?
-Mejor medio, ¿no? Dicen así, temerosillos.
-Un medio
Y... voilá!
Hay quien no entiende que la copa sea media copa llena y el medio, la copa hasta arriba. Sí, hasta arriba. Sin miserias. Lo de dejarle coronilla -aire entre la superficie del vino y el borde del catavinos- queda poco elegante.
Es que nos gusta el vino. No lo vamos a negar.
Como les contaba, cuando entramos a casa, tita Carmen decidió que nos hiciéramos un retrato de familia en el patio. Nos fuimos situando según sus órdenes y cuando dijo toda orgullosa: «Y aquí, a mi lado, mi querido esposo», nos dimos cuenta de que nos faltaba el novio. Va hilo👇
Entre la conversación y las risas se me había olvidado liberarlo de la silla. Al verse solo en el jardín y como tiene esa vocecita tan fina, no oímos sus grititos. Así que intentó levantarse. Pero como el correaje estaba bien sujeto a los travesaños, perdió el equilibro y se cayó
El pobrecito, con toda su buena voluntad y haciendo un esfuerzo infinito, consiguió ponerse a cuatro patas y avanzaba gateando muy despacito hacia el porche. Entre Antonio y yo lo incorporamos, le desatamos el correaje de la silla, lo cepillamos un poquito y lo entramos en casa.