Thread by @esttoper

Mi opinión sobre la gestión de Martin Ødegaard por parte de Zidane y del Real Madrid:

El pasado verano, al Madrid se le había doctorado una de sus promesas más potentes y debía decidir qué hacer con él con la vista puesta en dos perspectivas que podían chocar entre sí: necesidades del equipo para competir ya (presente) y desarrollo del jugador (futuro cercano).

Sacar a Ødegaard de la Real Sociedad suponía apartarlo del contexto perfecto, donde su fútbol se estaba expandiendo de la mejor forma. La Real le ofrecía un modelo de juego a su medida. Foco del ataque desde el interior derecho en 4-3-3, con libertad para (...)

(...) ocupar la zona de la mediapunta y rodeado de jugadores complementarios con calidad asociativa y movilidad por delante, que rompían al espacio para que luciera su último pase y alternaban apoyos con movimientos profundos para generar espacio a su conducción y regate.

El perfil de Ødegaard permitía a Zidane trabajar con él como interior derecho (donde Modric), mediapunta o volante derecho (aunque en banda prefiera extremos antes que volantes), pero el francés sólo lo contempló como ‘10’. Veamos el desarrollo de su rol en plantilla:

Los 3 primeros partidos de la temporada son un banco de pruebas, pero los 3 se inician con mediapunta. Ø e Isco se reparten los minutos: Ø juega ante la Real (Isco lesionado) y la 1ª parte vs Betis. Isco juega la 2ª parte vs Betis y es titular vs Valladolid (Ø no juega).

Zidane sólo confía en Casemiro para jugar de pivote único, siendo alternativa el Kroos-Modric (o Modric-Valverde, como en Valencia) más un mediapunta. Y no contempla a Casemiro en doble pivote. Así que cuando se juegue con un ‘10’, será en 4-3-1-2 con Casemiro y 4-2-3-1 sin él.

En dicho partido vs Valladolid, el equipo no funciona y se da un punto de inflexión. En el minuto 60, Zidane quita a Isco y Jovic para pasar al 4-3-3 y enterrar hasta hoy el sistema con mediapunta como primera opción y ponerle la cruz a Jovic, lesiones aparte.

Sin Jovic y con Mariano en el rol de último recurso sólo cuando no queda más remedio, el 4-3-1-2 desaparece. La falta de oportunidades en otras demarcaciones deja el 4-2-3-1 como único sistema en el que Zidane contempla a Ødegaard. O sea, si juega Casemiro, no juega el noruego.

Sólo hubo mediapunta cuando Casemiro contrae el Covid (Valencia y Villarreal: uno titular Isco, otro Ødegaard), en su convocatoria posterior aún convaleciente (Inter: titular Ødegaard, juega '58) y cuando Zidane le da descanso (Cádiz, Shakhtar y Athletic: Isco, Ø y Valverde).

La única excepción en toda la temporada serían los 20 minutos finales en el desastre ante el Alavés, cuando Isco y Ødegaard entraron en medio del caos como interiores por Kroos y Modric para intentar sin éxito levantar el 0-2.

Conclusión: Las opciones de jugar de Ødegaard han pasado por pelearse con Isco por ser 1er o 2º mediapunta cuando falta Casemiro (además de que pueda serlo Valverde como vs Athletic –estando Isco disponible– o Hazard) y 4º o 5º interior del equipo, tras Kroos, Modric y Valverde.

Esta gestión de entrenador se puede valorar como buena o mala para el desarrollo de la temporada, pero se lleva a cabo desde la búsqueda de resultados. Zidane tiene una plantilla de mucha calidad y lleva a cabo el plan que considera con los hombres que considera.

Ahora bien, la gestión de Ødegaard supone un fracaso de la dirección deportiva del club. Si el Madrid consideró que merecía la pena sacarlo del jardín perfecto que era la Real debió ser porque tenía preparado otro jardín, no tan cómodo pero con estímulos para seguir creciendo.

El Madrid parte de un problema sistémico, que es contar con un entrenador tan despegado del proyecto del club. Desarrollar jugadores que ya son (desarrollar no es formar) implica tener un modelo, unas pautas de actuación y un técnico implicado, que reme en la misma dirección.

Para que el entrenador ponga a jugar a futbolistas que no le dan garantías inmediatas necesita saber que tiene un respaldo institucional cierto que le legitime a hipotecar mínimamente los resultados a corto plazo para conseguir algo superior en el futuro inmediato.

Y en el caso de Ødegaard no estamos hablando de un jugador que pueda alcanzar un nivel que se le adivina por potencial, sino que basta con que traslade ese rendimiento que ya mostró de una manera consistente y no a fogonazos durante 5 meses consecutivos en la Real Sociedad.

Ødegaard es un jugador ya formado, que sólo necesita desarrollar lo que ya es. Un activo que Zidane no podía desaprovechar. No haber corrido más ‘riesgo’ en integrarlo (no le ofrecía la fiabilidad de otros en ese momento) puede suponer un riesgo mayor visto lo que resta de curso.

Y aquí viene el segundo problema: ¿integrarlo en qué? El Madrid parte de una estructura que no pierde el balón y aquí Ødegaard por calidad y comprensión del juego no tardaría en engranar. Pero si, más allá de tener otro futbolista que no la pierda, queremos el Ødegaard del (...)

(...) último pase y las conducciones por dentro, hace falta enmarcarlo en un equipo que le ofrezca posibilidades en el último tercio, zona donde el Madrid sólo funciona por inspiración. Porque lo que en la Real era matemática, allí es azar. Crecer en este Madrid es muy difícil.

Pero dejamos aparte lo que debería ser y nos ceñimos a la actuación del club con las circunstancias habidas en verano, con un entrenador que es Zinedine Zidane y que busca ganar como ganó siempre. Que de ganar hay pocos que sepan más.

Cuando se decide traer a Ødegaard, el objetivo para la dirección deportiva debería ser que para el curso 2021/22 estuviera afianzado como 1er mediapunta y 4º interior, entrando en esa rotación de medios que trae la incertidumbre de si Modric envejecerá o seguirá rejuveneciendo.

Para cumplir este objetivo, Isco supone un tapón. Y no por méritos acumulados en el último trienio, precisamente. Ødegaard tiene un rol secundario en plantilla, dicho rol está copiado (Zidane les ha dado el mismo uso) y, ante la duda, Isco tiene el punto a favor de la jerarquía.

Y es aquí donde debe entrar el club. Si Zidane de verdad quiere a Ødegaard en verano, debe aceptar la salida de Isco. Y si necesita otro medio, que acepte uno de perfil distinto y menos peso. Y si no, que Ødegaard continúe su desarrollo en la Real. Que Zidane elija.

Ødegaard debía ser esa alternativa distinta, como lo fue Isco en 2017. Crecer sin la presión de ser titular, pero con la certeza de ser el jugador nº12 que aporta desde lo distinto, tanto por ser el único mediapunta al uso como por ser el interior con más peso en la medialuna.

Demasiado complicado es acertar con una cesión, como para soltarla en estas condiciones. Porque apostar por otra supone volver a rezar por que se adapte a la ciudad, encuentre su sitio en ese equipo o consiga esos resultados que salvaguarden en el cargo al técnico que lo pide.

Al final, es sólo parte de la penitencia del club por haber elegido a su entrenador con el fin de ganar tiempo en medio de una crisis de resultados en vez de buscar el que diera sentido a su proyecto deportivo, bien fuera adecuando el proyecto al técnico o el técnico al proyecto.