El Sol tiene una masa de 1,989*10^30 kg. No hemos ido a pesarlo, pero si quieres averiguar cómo lo sabemos y qué relación tiene con Kepler, lee este hilo porque lo vamos a demostrar sin más datos que la duración del periodo de la Tierra (un año) y su distancia a la estrella.
Vamos a suponer que la órbita de la Tierra alrededor del Sol es circular. No es cierto, pero si lo suficientemente cercano a la realidad como para permitirnos conseguir una buena aproximación.
Para que la Tierra no caiga hacia el Sol su fuerza centrípeta debe ser igual a la fuerza gravitatoria que le impone el Sol. Por tanto, debemos igualar ambas variables.
Empecemos por la primera variable, la fuerza centrípeta lograda gracias a la velocidad de translación (v) que tiene nuestro planeta alrededor de la estrella. Si la Tierra se para, se cae al Sol.
Por otra parte, la fuerza gravitatoria es directamente proporcional a la masa del Sol (M) y a la constante de gravitación universal (G) e inversamente proporcional al cuadrado de la distancia que separa a la Tierra y el Sol.
Con esto en mente, podemos aplicar la igualdad, para ver que podemos simplificar (parcialmente) la distancia que separa a ambos cuerpos y la masa de la Tierra, como suele pasar en estos casos.
Además, también sabemos que para el caso de un cuerpo girando en círculos alrededor de otro su velocidad puede describirse como 2 por el número pi por la distancia que los separa dividido entre el tiempo que le lleva dar una vuelta completa. Es decir, el periodo (T).
Introduciendo esta variable en nuestra igualdad vemos que lo que obtenemos es la tercera ley de Kepler deducida a partir de la mecánica de Newton. Y aquí nos queremos parar un momento.
Puede verse como el cuadrado del período de traslación de un planeta dividido entre el cubo de la distancia es constante para todos los planetas que giran alrededor de una estrella. Pues esta igualdad es constante y solo varía entre sistemas por la masa de la estrella.
Esto implica que puedo calcular el periodo o la distancia que separa un planeta del sistema solar con solo saber uno de los otros parámetros. O, por el contrario, la masa de la estrella si conozco ambos parámetros.
Lo mismo aplica a cualquier sistema estelar o planetario, como puede ser Júpiter con sus satélites. Esta igualdad, la tercera ley de Kepler, se sigue cumpliendo. Ese fue uno de los grandes logros de Kepler.
Hoy en día, gracias a la mecánica que Newton descubrió, cualquiera puede calcular esto en una servilleta. Pero Kepler no contaba con esta herramienta, solo contaba con observaciones y su capacidad de deducción. Un hito en la historia de la ciencia.
A partir de nuestro resultado, que no es sino la tercera ley de Kepler, podemos determinar la masa del astro que nos da calor.
Todo lo que necesitamos es la constante de gravitación universal… Que es constante y se puede medir con la balanza de Cavendish, el periodo de la Tierra (un año) y la distancia que separa la Tierra del Sol, que es una unidad astronómica.
Aislamos la masa y sustituimos las letras por el número que las representa, además añadimos las dimensiones de nuestros parámetros para asegurarnos de que el resultado es dimensionalmente correcto. Algo que nos ha salvado más de un examen.
Con esto llegamos a que la masa del Sol es 1,989*10^30 kilogramos. Como se pretendía demostrar.
• • •
Missing some Tweet in this thread? You can try to
force a refresh
Nos gustaría fomentar en nuestras RRSS más ciencia y cultura, para ello os dejamos aquí algunas cuentas que recomendamos. No dudéis en descubrirnos y/o recordarnos (somos de mala memoria) las que consideréis oportunas.
La mecánica cuántica y la relatividad general, dos de los pilares fundamentales de la física moderna, son completamente incompatibles. Hoy os queremos dar unas pinceladas del porqué.
Empecemos con un poco de mecánica cuántica. En esta rama de la física tenemos el principio de incertidumbre, es decir, la imposibilidad de medir con tanta precisión como queramos la posición y el momento de una partícula. La medida de una variable influye sobre la otra.
Esto en mecánica cuántica sucede con bastantes parejas de observables, como el momento angular en los diferentes ejes, o el caso que hoy nos ocupa que es la indeterminación entre la energía y el tiempo.
Dicen que un neutrino puede atravesar más de un año luz de plomo sin enterarse siquiera que estaba ahí. Entonces, ¿cómo se puede detectar algo tan sigiloso? Para hacerlo tenemos que ser más inteligentes que el plomo. Hoy te contaremos cómo.
Fue en 1930 cuando Wolfgang Pauli tuvo que escoger entre dos males, o bien la energía no se conservaba en la desintegración de los neutrones en protones y electrones, o bien ahí faltaba una partícula. Ante la duda, la conservación de la energía siempre gana.
La solución que planteó, con todo su pesar, fue el neutrino, una partícula sin carga eléctrica e indetectable. Lo que para él fue un dilema: estaba aventurando una partícula cuya existencia no podía probar… Si pudiese ver todo lo que se está proponiendo hoy en día…
No sabemos decirte qué pasó antes. Es más, somos incapaces siquiera de imaginarlo. Lo que sí sabemos es que hace ya 13,79 mil millones de años lo que hoy llamamos Universo empezó a expandirse. Y hoy queremos contar qué pasó a continuación. Imagen: NASA
Tampoco podemos decir qué ocurrió justo después de este suceso, durante el “primer tiempo de Planck”. Para hacer esto necesitaríamos la unificación de la mecánica cuántica con la relatividad general. Y parece ser que es algo que a los físicos se les resiste.
Aunque, para bien o para mal, este tiempo es increíblemente breve. Así que, a pesar de que nos gustaría poder explicar qué pasó en ese tiempo, lo vamos a pasar de largo.
En el Big Bang se formaron los elementos más ligeros. En las reacciones de fusión nuclear de las estrellas se forman elementos más pesados, pero solo hasta llegar al hierro. Entonces, ¿de dónde salen el resto de los elementos de la tabla periódica? Hablemos sobre ello.
A diferencia de los elementos más ligeros, no hay forma de que estos elementos se formen por reacciones de fusión nuclear. Esto es así debido a que son reacciones que en lugar de liberar energía la necesitan para llevarse a cabo.
Para entender esto, debemos tener en cuenta que la energía resultante de la fusión nuclear es debida a la diferencia de masa entre los nucleones (neutrones y protones) de partida y los de salida, siendo mayor la de los primeros. Esta diferencia de masa se traduce en energía.
Gracias a las observaciones de Fritz Zwicky y de Vera Rubin se advirtió que la velocidad de rotación de las galaxias era demasiado rápida para su masa. Hay materia que no vemos, la materia oscura. ¿Podría esta materia ser en realidad agujeros negros primordiales? Veámoslo.
La idea es relativamente simple, la velocidad de rotación de las galaxias es demasiado rápida para la masa que se les estima, esto debería traducirse en que algunas partes de la galaxia deberían escapar de ella, pero no sucede.
Analizando la velocidad de los cuerpos y su órbita se hace patente que hay más masa de la que podemos percibir, es un misterio aún por resolver. Entre las hipótesis que se barajan encontramos la idea de que esta materia oscura esté compuesta por agujeros negros.