Decía el sociólogo Erving Goffman, que la sociedad es un teatro donde cada persona interpreta al personaje que le toca interpretar en determinadas circunstancias.
Para los payasos feministos que evaden su rol social escudándose en sus 'personajes' y las ficciones que promueven.
Para los payasos feministos que evaden su rol social escudándose en sus 'personajes' y las ficciones que promueven.
Por eso es peligroso darle tanto espacio en medios a bufones ignorantes, que no tienen idea de lo que hablan, pero son muy efectivos para controlar a las masas.
La sociedad del espectáculo creó la dictadura de los idiotas, confundiendo popularidad mediática con democracia.
La sociedad del espectáculo creó la dictadura de los idiotas, confundiendo popularidad mediática con democracia.
De ahí que, hoy en día, es muy común ver payasos queriendo hacer política desde los medios de comunicación y su enorme caja de resonancia.
Los reflectores y la guerra política nunca serán sustituto del saber.
La sabiduría es cobrar conciencia de quiénes somos y dónde estamos.
Los reflectores y la guerra política nunca serán sustituto del saber.
La sabiduría es cobrar conciencia de quiénes somos y dónde estamos.
Todo este asunto me recordó un poema que escribí en 2015:
https://twitter.com/manuelhborbolla/status/1371684305047592962
2015 fue más o menos la época en que leí a Goffman. El poema tiene esos tintes sociológicos.
A partir de ideas de este tipo, aunado a mi insatisfacción en las opciones disponibles en el menú ideológico, me vi forzado a inventar mi propia ideología: el ficcionalismo.
A partir de ideas de este tipo, aunado a mi insatisfacción en las opciones disponibles en el menú ideológico, me vi forzado a inventar mi propia ideología: el ficcionalismo.
El ficcionalismo sostiene que el relato es el punto crucial a partir del cual se articula la existencia humana. En los tiempos más remotos, los seres humanos inventaban cuentos para explicarse y habitar el mundo.
Los límites entre realidad y ficción siempre son difusos.
Los límites entre realidad y ficción siempre son difusos.
Por ello, el brillante Paul Ricouer sostiene que es muy difícil diferenciar textos históricos de relatos de ficción. Todo relato lleva implícita una carga de ficción, dada la condición metafórica del lenguaje.
Eso que llamamos realidad no es sino una ficción con consenso social.
Eso que llamamos realidad no es sino una ficción con consenso social.
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