Hoy tendremos una sesión muy especial en #SaboresVenezolanos con un invitado de lujo:
Don Oscar Yanes (1927-2013), quien a pesar de haberse despedido de nuestro plano terrenal se encuentra hoy más presente que nunca en la memoria y los corazones de todos los venezolanos.
Coincidimos muchas veces con Don Oscar Yanes, el siempre recordado "Chivo Negro", en el viejo restaurant El Congreso del centro de Caracas, incorporándose a nuestros almuerzos con una agradable tertulia que duraba horas, siempre empatando un cuento con otra interesante historia.
Hoy, en su memoria, recorreremos nuestra gastronomía entre los cuentos, anécdotas y amenas historias que tanto caracterizaron a Don Oscar Yanes, destacando aquellos detalles y curiosidades tan propias de la cocina venezolana.
La mesa está servida, ¿nos acompañan?
"En los tiempos del benemérito Juan Vicente Gómez (1908-1935), Venezuela era un país pobre. Sin embargo, después de su muerte comenzaron los venezolanos a probar la gastronomía exterior porque llegaban al país las mejores delicatesses del mundo, como se solía decir entonces."
"Todo era importado y a precios irrisorios; esas delicias llegaban del exterior porque nosotros teníamos una gastronomía muy primitiva, sabrosa y sencilla pero primitiva."
Hasta los años 1940, todo el jamón que consumíamos era serrano o de parma y podíamos comprar medio de jamón, sí, medio, dos lochas de jamón sin que nos diera pena, sin sonrojarnos."
"Todo el queso amarillo venía de Holanda y también vendían una locha de ese queso sin problema; usted llegaba a una pulpería y decía: “¡Déme una locha de queso!” y le daban su queso amarillo. La gente no llamaba al queso de Holanda, queso holandés sino queso amarillo..."
"... dos personas podían desayunar entonces con una locha de queso amarillo. Las arepas costaban un centavo: Unas arepas hechas en budare que le sacaban lo negro, la manchita negra se la quitaban con unos pedacitos de cuchillo."
"El aceite comestible tenía el nombre genérico de aceite de comer y se empleaba exclusivamente para aderezar las ensaladas, porque todo el mundo utilizaba manteca de cochino para preparar las comidas."
En aquella época no se hablaba del colesterol. Los aceites venían de España, de Francia o Italia y a nadie le interesaba la marca; los muchachos iban a la pulpería con una botella vacía y podían comprar una locha o medio de aceite y vinagre y le decían al pulpero “me da mi ñapa”
"Siempre se compraba revuelto aceite y vinagre, a nadie se le ocurría freír un huevo con aceite. La gente lo que usaba era manteca de cochino."
"En cuanto a la mantequilla, toda la que comíamos era danesa y con una locha se arreglaban tres arepas. La vendían en una forma muy curiosa que ya desapareció, y consistía en que la colocaban en un papelito doblado, con el riesgo que se derritiera por el sol."
"En aquella época, sin embargo, la gente se seguía quejando de los precios y decía “¡Es que no se puede vivir!, ¿usted sabe lo que es que una mano de cambures cueste una locha?"
"Uno de los grandes problemas que se presentó en Venezuela después de la muerte del Gral. Gómez, fue que los precios comenzaron a subir y, por ejemplo, el tranvía que costaba una locha subió a medio, y la gente decía “¡Qué falta hace el benemérito, que en paz descanse!"
“¡Oiga mijo, vaya a casa de los Yanes y pídale que le presten el hueso!", le decían al muchacho de la casa, y ese carricito salía corriendo a la casa donde vivían los Yanes y allá le prestaban un hueso; pero ustedes dirán y ¿qué es eso de que le presten el hueso?"
"En ocasiones memorables, cuando se celebraba un cumpleaños o una fecha extraordinaria como el 19 de Abril o el 5 de Julio, cuando había algo que recordar, en las casas se mejoraba la comida y se apelaba al hueso, y ¿qué es el hueso?, bueno vamos a hacer un poco de historia...
"Caracas fue auténtica hasta 1940; todo el mundo, incluso la gente adinerada, vivía dentro del casco de la ciudad; la urbanización, por el este, lo más lejos que llegaba era al Parque Los Caobos, después lo que venía era monte y culebra..."
"... todo el mundo se conocía en Caracas; la gente sabía que en la casa de fulano de tal tenían un hueso para darle gusto a la sopa y nadie se avergonzaba en pedírselo prestado y lo devolvían lo más rápido posible. Había una frase común “¡Aquí somos pobres pero honrados!"
"Desde principios del siglo XX comenzamos a comer pasta en Venezuela, pero con un concepto muy parroquiano. Todo era muy sencillo, desde el nombre de la pasta hasta la forma como se preparaba. La gente siempre asociaba la pasta, y especialmente el espagueti, a los italianos."
"Lo cierto era que la costumbre entonces consistía en sancochar la pasta y luego de escurrirla se le daba color con onoto, mantecado o con la salsa sobrante del muy apreciado asado negro. Una locha de queso, rayado en casa, era suficiente para cuatro porciones de pasta."
"En Caracas y en las ciudades más importantes de Venezuela sólo conocían los espagueti, los macarrones, las cinticas, los caracolitos, los fideos y una sopa muy curiosa en forma de letras, que la gente llamaba “sopa de letras”.
"Mucha gente aprovechaba para comer lo que llaman el “manchao” (no decían "el manchado"), que era espagueti con caraotas. Aquí en Caracas se hizo muy famoso el manchao de "El Rey del Espagueti", en la esquina de Piñango. Esto era clásico."
"Todo caraqueño que se estimaba se comía su manchao, los parroquianos asiduos decían “¡tírame un manchao, y manchao bastante!”, es decir, mánchalo bastante era que le colocaran bastante caraotas."
"Hoy en día, la gente sigue comiendo pasta, pero debido a los precios del queso la comen hasta sola o con mantequilla; y hemos inventado una serie de platos a base de pasta, por ejemplo la pasta mezclada con sardinas."
"A partir de la Segunda Guerra Mundial, comenzaron a llegar a Venezuela, como a casi todas partes en Latinoamérica, una serie de productos exóticos, quesos importados y muy finos de Italia y la gente se fue refinando en la elaboración de la pasta."
"Comenzaron a ser familiares para nosotros nuevos nombres como: Pasticho, lasaña, canelones, carbonara, tortellini, tortelones, fetuchinis y hasta uno muy curioso: la pasta putanesca."
"La arepa, como la hallaca, es símbolo nacional. Los indios hacían arepa, remojando el maíz y luego lo machacaban entre dos piedras. Y después extendían la masa en planchas redondas de arcilla caldeadas al fuego. Hay arepas blancas y amarillas."
"En el desayuno criollo, especialmente en Navidad, aparece un hermano de la hallaca: el bollo, acompañando siempre al huevo frito. Sin embargo, las empanadas no fallan en el desayuno del interior de la República y en Caracas también."
"La empanada es prima hermana de la hallaca y pariente cercana del bollo. Todas son hijas legítimas del maíz. La empanada no tiene rival en el desayuno. Los expertos la recomiendan con la tela de la masa lo más delgada posible y bien frita para que cruja entre los dientes."
El "Perico" es el plato clásico en el desayuno.
Se prepara con chicharrones machacados, huevos revueltos y cebolla picada. El desayuno criollo más frecuente es carne mechada, "perico", tajadas de plátanos, queso rallado y café con leche, con una o dos buenas arepas.
“De joven me tocó vivir un año solo en Washington, me fastidié de la comida norteamericana barata y me llamó la atención el perico andino que describía Ramón David León en su libro Geografía Gastronómica de Venezuela."
"Así que intenté hacerlo, pero con la mala suerte de que se me pasó la mano al empezar a revolver los huevos y saltó una chispa y le abrí una tronera a la camisa, una de las pocas de seda que tenía. Aquello fue un duelo, estuve como un mes sin comer perico."
"Después me volví fanático del perico, me gusta pedirlo en los grandes hoteles y recuerdo que en China pedí en el desayuno un plato cuyo nombre medía en el menú como quince centímetros y resultó ser un perico como el que preparamos aquí. Es curioso”.
El desayuno venezolano es centro de cordialidad y de entendimiento político. El Pacto de Punto Fijo, firmado el 31/10/1958 en la casa de Rafael Caldera, nació en un desayuno en la casa de Rómulo Betancourt.
¡Así son las cosas!
El presente hilo es un humilde pero sentido homenaje a la memoria de Don Oscar Yanes, elaborado con fragmentos de algunas de sus entrevistas sobre las curiosidades y particularidades de nuestra gastronomía.
Hoy, más que nunca, sigue presente en nosotros.
¡Gracias Chivo Negro!
• • •
Missing some Tweet in this thread? You can try to
force a refresh
Recuerden que esta noche, a las 11:50 pm., daremos inicio a la cuarta temporada de 😱 #CuentosDeMedianoche 💀 con nuevos relatos, historias de miedo y de aquellas "de que vuelan vuelan" para recorrerlas, juntos, cada semana.
De nuevo les acompaño, me presento ante ustedes como "el fantasma anónimo" de 😱 #CuentosDeMedianoche ya que, por lo visto, el editor de la cuenta no tenía aún pensado darle luz🚦verde a la nueva temporada y no puedo seguir esperando...
Son muchas las historias pendientes de contar de tantos fantasmas que, como yo, hemos quedado en la desmemoria del caraqueño.
Pero debo ser justo ya que el editor no nos ha olvidado. Se la pasa revisando archivos, documentos y escritos antiguos...
Tranvías 🚃 frente a la Plaza Bolívar,
entre Principal y La Torre.
Un marcado acento y aires de ciudad española caracterizaban aquella Caracas de los techos rojos, "la ciudad que no vuelve" de Guillermo José Schael.
📚 Guillermo Schael,
"Caracas, la ciudad que no vuelve"
Dos íconos de la modernidad en Caracas, armónica integración de pasado y presente en una ciudad que mantenía aún su esencia humilde, pueblerina y pintoresca mientras se preparaba para el futuro...
Los tranvías caraqueños, de lento y peculiar paso, protagonistas solitarios del progreso en aquellos tiempos, convivían armónicamente con los coches tirados por caballos... quedaban pocos años para ver desaparecer su estampa como iconos característicos de la ciudad .
Los origenes de la primera planta de General Motors de Venezuela se remontan a 1944, con la compra de un terreno en San Martín para la construcción del centro de distribución de repuestos, que fue vital para atender la alta demanda del parque de automóviles importados.
Iniciamos la semana con una sabrosa taza caliente de "Avena-Cacao Fullié" ☕️ & "Phosphadine Fullié", elaborados con avena y el mejor cacao de Chuao y Ocumare.
Sin duda, ¡el alimento indispensable para niños, ancianos y enfermos!
📰 El Cojo Ilustrado, 01/03/1905
Publicidad de Chocolates y Cacao Soluble "La India", fundada en 1861 por los hermanos Fullié, de origen suizo.
En 1913, el hermano sobreviviente había vendido la fábrica a un grupo comercial caraqueño, manteniéndose el nombre "Fullié y Cía."
📰 El Cojo Ilustrado, 15/07/1896
"La Sultana del Ávila", Gran Fábrica de Chocolates y Cacaos, era la competencia de Ramella Hnos. y Pablo Ramella Sucs. a "La India".
Disponía de 5 locales en Caracas y 2 en La Guaira, con un total de 214 empleados en 1920.
Damos la bienvenida al domingo, un día ideal para el descanso, la reflexión y el compartir en familia, con esta hermosa vista panorámica de Caracas en enero de 1958.
¡Un gran abrazo y las mejores bendiciones para todos!
📷 Mario Di Biasi, Mondadori Portfolio
🖥 @GettyImages
Nostálgica vista de la Plaza Bolívar en enero de 1958; al fondo, derecha, el hermoso edificio Alcázar/Washington, que alojara en su momento al Hotel Madrid y el Grand Hotel Klindt, absurdamente demolido ese mismo año.
📷 Mario Di Biasi. Mondadori Portfolio
🖥 @GettyImages
Nuestra hermosa Santiago de León de Caracas vista desde El Calvario, destacando en el horizonte las torres del Centro Simón Bolívar (CSB), símbolo de la ciudad que se abría paso, entre aciertos y errores, a la modernidad.
Quien escribe hoy en #CuentosDeMedianoche no es el editor, sino un fantasma anónimo que decidió relatar su propia historia y la de tantos fantasmas de la ciudad que han quedado en la desmemoria del caraqueño, de esos que seguimos allí pero de los que ya nadie se acuerda...
Debo confesar que traté muchas veces de "convencer" al editor para que escribiera sobre nosotros, pero no tuve éxito: Encendía de repente su computador y le dejaba información pero no la revisaba; movía cosas y dejaba pistas, pero no las tomaba en cuenta...
En su biblioteca sacaba los libros y los dejaba abiertos en algunas de nuestras historias, pero entonces llegaba su esposa y los volvía a colocar en su sitio... eso sí, con el acostumbrado sermón: "¡Luis volvió a dejar todo regado en el escritorio, siempre hace lo mismo!"