Según Kevin Simler, tenemos dos tipos de creencias y saber diferenciarlas es importante para entender el mundo que tenemos ahí fuera (y aquí en Twitter)
Las creencias “realistas” que nos dan un información precisa acerca del mundo serían las creencias funcionales: qué plantas se pueden comer, cuáles son venenosas, cuántos kilómetros hay de un sitio a otro, con quién podemos ligar porque está libre, etc.
Otras creencias no sirven para representar el mundo de forma fiable sino que tienen ventajas sociales/políticas. Esas creencias son las creencias sociales: En el trabajo nos recompensan si creemos cosas buenas acerca de la empresa, en política si seguimos la línea del partido…
Robin Hanson lo explica comparando las creencias con la ropa. La ropa que vestimos tiene que mantenernos calentitos, protegernos de heridas, ayudarnos a llevar cosas encima, etc. Ese es su lado funcional.
Pero la ropa también nos sirve para identificarnos con un grupo u otro, para señalar nuestra riqueza, profesión, estatus social, etc. Es decir, que la ropa tiene una función social. Con las creencias ocurre lo mismo, también sirven para identificarnos con grupos.
La función del cerebro no es encontrar la verdad, sino ayudar a los genes a hacer más copias de sí mismos. Si un cerebro anticipa que va a ser recompensado por adoptar una determinada creencia (sea funcional o social) no tendrá ningún problema en hacerlo.
Simler aventura la hipótesis de que los incentivos sociales son la raíz de todos nuestros grandes errores de pensamiento. Si fuéramos una especie solitaria, todas nuestras creencias serían funcionales y representarían de forma fiable la realidad.
Pero vivimos con otra gente y el problema es que los demás nos recompensan por creer falsedades y nos castigan por creer la verdad.
¿Tenemos alguna manera de saber cuáles de nuestras creencias son sociales? Simler sugiere algunas:
-Con una creencia funcional no hay problema en que nos digan que estamos equivocados y corregirla. Pero las creencias sociales son otro asunto.
Como no buscan reflejar bien la realidad no tenemos necesidad de desear que nos las critiquen, sino mas bien todo lo contrario. Es más, las creencias sociales necesitan ser protegidas de las críticas, porque no serían capaces de soportarlas.
-Cuanto más ciega una idea (religiosa, política, etc) más posibilidad de que sea social.
-Visibilidad. Cuanto más destacada y manifiesta, cuanto mayor sea nuestra necesidad de hablar de esa creencia, de exhibirla como un pin, más probable que sea social.
-Exceso de Confianza. Las creencias sociales tienen más valor social cuanto más confianza tengamos en ellas.
-El signo más distintivo de una creencia social es que da lugar a unas fuertes emociones, como sentirnos orgullosos de esa creencia o sentir angustia ante la necesidad de tener que cambiarla, o ira si somos criticados.
Todavía podemos darle una vuelta de tuerca más al tema de las creencias sociales. Según Robert Kurzban y John Christner , cuanto más raras las creencias, mejor funcionan para señalar la lealtad al grupo.
La moraleja de todo esto es algo que ya decía Jonathan Swift: “No puedes disuadir con razones a nadie de algo de lo que no fue convencido por razones”. Si estás ante una creencia social no te va a servir de nada dar datos, razones y argumentos. Ahórrate el esfuerzo.
La gente es aceptada o rechazada en base a sus creencias, luego una función de la mente puede ser sostener creencias que procuren al que las sostiene el mayor número de aliados, protectores y discípulos, más que creencias que sean verdaderas.
- Steven Pinker
"Es difícil conseguir que un hombre entienda algo cuando su sueldo depende de no entenderlo".
-Upton Sinclair
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Los políticos de Estados Unidos tienden a utilizar el lenguaje moral con más frecuencia cuando tienen menos poder, según un nuevo estudio publicado en Psychological Science.
Wang y su colega, Yoel Inbar, analizaron 687.360 mensajes de Twitter de congresistas estadounidenses entre 2016 y 2018, así como 2.630.688 discursos publicados en el registro del Congreso de Estados Unidos entre 1981 y 2017.
Los investigadores utilizaron una técnica automatizada de análisis de textos para identificar el lenguaje asociado a los fundamentos morales de daño, justicia, lealtad, autoridad y pureza. (La teoría de los fundamentos morales es la de Jonathan Haidt)
“’Alba' es... una hermosa palabra británica. Sin duda, es mucho más antigua que Escocia. Desde hace milenios, se utiliza para designar la totalidad de Gran Bretaña.
Por eso, los primeros geógrafos griegos, cuando escribían sobre la misteriosa tierra que se extendía más allá del Océano, se referían a sus habitantes como Albiones;
y por eso los enciclopedistas romanos, incluso después de que gran parte de la isla se hubiera constituido en una provincia llamada Britannia, señalaban doctamente que su nombre había sido originalmente Albión.”
“Tanto los estudiantes de secundaria como los universitarios juzgaron abrumadoramente que la lectura en papel era mejor para la concentración, el aprendizaje y la memoria que la lectura digital.
Con el papel, hay una imposición de manos literal, junto con la geografía visual de las distintas páginas. La gente suele relacionar su recuerdo de lo que ha leído con la extensión del libro o el lugar de la página en el que se encuentra.
La Práctica de la difamación ritual,
por Laird Wilcox:
Difamación ritual es la destrucción, o intento de destrucción, de la reputación, estatus o carácter de una persona o grupo de personas por medio de lenguaje o publicaciones injustas.
El elemento central de la difamación es la retaliación por las actitudes, opiniones o creencias, reales o imaginarias, de la víctima con la intención de silenciar o neutralizar su influencia y de que sirva de ejemplo a los demás para evitar que violen determinados tabús.
Es ritual porque sigue un patrón predecible y estereotipado que liga una serie de elementos como en un ritual. Los elementos de la Difamación Ritual, según Laird Wilcox son estos:
Este artículo hace una revisión de los hallazgos de psicología social que Kahneman compendia en su libro “Pensar Rápido, Pensar Despacio”. La principal conclusión es que la base empírica de las afirmaciones de “Pensar Rápido, Pensar Despacio” es poco fiable.
“En conclusión, Daniel Kahneman es un distinguido psicólogo que ha hecho valiosas contribuciones al estudio de la toma de decisiones humanas… Sin embargo, sus reflexiones se basan en una literatura científica con fundamentos poco sólidos.
Como todo el mundo en 2011, Kahneman confiaba en que los estudios individuales eran sólidos y replicables porque presentaban un resultado estadísticamente significativo. En retrospectiva, está claro que no es así.
La Ley de Jante (danés: Janteloven; sueco: Jantelagen) es una ley ficticia creada por el autor danés/noruego Aksel Sandemose en su novela Un refugiado sobre sus límites (1933)
Esta Ley de Jante se entiende como un patrón de comportamiento de grupo dentro de las comunidades escandinavas donde se piensa más en el propio grupo o colectivo que en la individualidad, retratando negativamente la vanidad, creerse superior, el éxito y logro personal.
A los que violan esta norma no escrita se les mira con cierta hostilidad y se considera que van en contra del deseo escandinavo de conseguir una igualdad y justicia social entendida como una igualdad total.