“José Hernández y la verdad sobre el asesinato del Chacho”
José Hernández denunció uno de los crímenes políticos más atroces de nuestra historia, el cobarde asesinato del Chacho Peñaloza. Un hecho aberrante que fue instigado por Sarmiento y luego justificado “en nombre
del progreso”.
El asesinato del Chacho fue presentado por los periódicos de la época, los de Buenos Aires, como el “lógico final de un bandolero”.
Pero José Hernández, uno de los precursores del periodismo en nuestra Patria, descubrió la verdad y la divulgó a través de una serie
de artículos que publicó en el periódico entrerriano “El Argentino”, de Paraná.
La primera nota se tituló “Asesinato atroz”, y en ella destacó lo siguiente:
“El general de la Nación, Don Ángel Vicente Peñaloza ha sido cosido a puñaladas en su lecho, degollado y llevada su cabeza
de regalo al asesino de Benavídez, de los Virasoro, Ayes, Rolin, Giménez y demás mártires, en Olta, la noche del 12/11/1863.
El general Peñaloza contaba con 70 años de edad; encanecido en la carrera militar, jamás tiñó sus manos en sangre y la mitad del partido unitario no tendrá
que acusarle un solo acto que venga a empañar el valor de sus hechos, la magnanimidad de sus rasgos, la grandeza de su alma, la generosidad de sus sentimientos y la abnegación de sus sacrificios”.
Luego continúa:
“El asesinato del general Peñaloza es la obra de los salvajes
unitarios; es la prosecución de los crímenes que van señalando sus pasos desde Dorrego hasta hoy”.
Luego escribió un segundo artículo titulado “La política del puñal” en la que predice con una total lucidez lo que podría sucederle a Urquiza: “Tiemble ya el general Urquiza que el
puñal de los asesinos se prepara para descargarlo sobre su cuello; allí, en San José, en medio de los halagos de su familia, su sangre ha de enrojecer los salones tan frecuentados por el partido Unitario”.
Finalmente la predicción de Hernández se hizo realidad. Sarmiento y Mitre
culparon a López Jordán, pero ¿Quién o quienes dieron la orden para asesinar a “Injusto” José? Siempre quedará la duda, Ricardo López Jordán siempre se declaró inocente.
La tercera nota es quizás la génesis del género de la investigación periodística en la Argentina.
“Peñaloza
no ha sido perseguido.
Ni hecho prisionero.
Ni fusilado.
Ni su muerte ha acaecido el 12 de noviembre.
Lo vamos a probar evidentemente, y con los documentos de ellos mismos.
Todo eso es un tejido de infamias y mentiras, que cae por tierra al más ligerísimo examen de los
documentos oficiales que han publicado sus asesinos”.
Hernández insistió: “Ha sido cosido a puñaladas en su propio lecho, y mientras dormía, por un asesino que se introdujo a su campo en el silencio de la noche; fue enseguida degollado, y el asesino huyó llevándose la cabeza.
A la mañana siguiente no había en su lecho ensangrentado sino un cadáver mutilado y cubierto de heridas.
Esa es la verdad, pero todo esto ha ocurrido antes del 12/11 de que hablan las notas oficiales.
Los partes y documentos confabulados mucho después del asesinato con el solo
objeto de extraviar la opinión del país, incurren en contradicciones estúpidas”.
Hernández también publicó una carta de Sarmiento (por entonces gobernador de San Juan) al inspector general de Armas de la República, general Wenceslao Paunero.
En ella, “el civilizado
padre del aula” le adjudicó la detención del Chacho al capitán Ricardo el 11/11 a las 9 de la mañana y no en la madrugada del 12/11.
También publicó la carta que Pablo Irrazábal, el asesino del Chacho, dirigió al coronel José Arredondo el 12/11:
“Pongo en conocimiento de VE el
buen éxito de nuestra jornada que ha dado el triunfo sobre el vandalaje”.
Luego mencionó al “valiente comandante Ricardo Vera” quien el 11/11, “tomó de 18 prisioneros para luego enviarlos a Olta en la madrugada del 12/11.
Habla de otro grupo de 18 nuevos prisioneros, 6 muertos y
el secuestro de la mujer del Chacho y un hijo adoptivo.
Es aquí donde Hernández pone en evidencia las contradicciones evidentes en los documentos oficiales y dice:
“O miente uno o miente el otro. La verdad es que mienten los dos”.
Publicó una nueva carta, del 13/11, enviada por
Pedro Echegaray al coronel y jefe de las fuerzas movilizadas, coronel Cesáreo Domínguez.
Lo hace desde Los Pocitos, provincia de Córdoba.
Allí cuenta que llegó a La Rioja en la noche del 12/11 y que “muy pronto quedará restablecido el orden porque el primer caudillo, que era
Peñaloza, concluyó su carrera en Olta, que fue muerto por una comisión del coronel Arredondo al mando del comandante Ricardo Vera”.
Hernández logró descubrir la verdad a través de la suma de contradicciones que se hacían evidentes en estas cartas.
En esta carta esta fechada
“un día después de la muerte de Peñaloza”, a una inmensa distancia del lugar del suceso, Echegaray habla del hecho como de un suceso viejo, habla de los resultados producidos, de la marcha de Puebla, de los avisos mandados por él a las autoridades de San Luis, de la ocupación de
La Rioja por Arredondo, de los individuos que se han presentado, y por fin de que se ha retirado de aquella provincia por creer ya innecesaria su presencia allí.
Hernández resalta que es imposible hacer tantas cosas cosas en unas cuantas horas y concluye que Echegaray no mentía,
sino que Peñaloza fue asesinado mucho antes de lo que dicen esas notas falsificadas.
Y añadió una última carta de Irrazábal a Echegaray, desde Ulape, el 8/11/1863 que dice: “Según noticias, creo que US no está seguro de que Peñaloza fue tomado prisionero e inmediatamente pasado
por las armas”.
A través de esta carta Hernández confirmó que había descubierto el asesinato.
A través de esa carta Irrazábal le asegura a Echegaray que Peñaloza “había sido muerto”.
Hernández descubrió las falacias de la historia oficial, que fueron publicadas en “El Imparcial”
de Córdoba y “La Nación Argentina”, de Mitre. A traés del pasquín mitrista la falacia comenzó a formar parte del conjunto de falacias al que se denominó “historia oficial”.
Hernández concluyó: “El criminal se agazapa, se esconde, pero siempre deja la cola afuera, que es por
donde lo toma la justicia. Los salvajes unitarios han dejado también la cola afuera”.
El poder en Argentina ha disimulado los actos barbáricos que cometieron para defender sus mezquinos intereses en una falaz "misión civilizadora".
La mentira ya no puede ser disimulada...
✌️🇦🇷
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Mientras los 32 pilotos genocidas que bombardearon a su propio pueblo el 16/06/1955, matando a 364 argentinos/as e hiriendo a otros/as 800, huían como ratas aladas hacia el Uruguay, el presidente Luis Batlle, perteneciente al
liberal y “republicano” Partido Colorado, reunía al consejo de gobierno para otorgarles asilo a los asesinos. El gobierno uruguayo de Batlle era un enemigo ideológico del gobierno del General Perón. Ese enfrentamiento entre Batlle y Perón se manifiesta en las palabras de uno de
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Susana Cristina Valle nació en Avellaneda en 1936, fue la hija del inmenso General Juan José Valle que a comienzos de los 40 formó parte de los militares patriotas y nacionalistas que sostuvieron al General Perón en su camino hacia la presidencia.
En la década del 50, Susana Valle, a pesar de ser una niña privilegiada, comenzó a pensar como una militante peronista y a ser la mimada de Perón y Evita.
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El General Valle comenzó a preparar la rebelión contra la dictadura de Pedro Eugenio Aramburu. En junio de 1956, el mundo de Susana se derrumbó. El levantamiento peronista comandado por su padre fracasó, y fue fusilado en la Penitenciaría de la calle Las Heras por orden de
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pandemia en donde alentó a la desobediencia civil, difundió noticias falsas sobre las vacunas y apela a todo tipo de falacias y dislates con el fin de desestabilizar al gobierno nacional.
Pato nació el 11/06/1956, hija del médico Alejandro Bullrich y de Julieta Luro
“La Princesa que le dio voz a un pueblo enmudecido”
Fue una verdadera belleza única e irrepetible de nuestra tierra, con una sonrisa que podría haber enamorado al mismísimo Ngnechen.
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edad comenzó a transitar el sinuoso camino de su vida, caracterizado por rechazos, discriminación y muchos escollos. Su madre tehuelche abandonó a su padre mapuche por lo que la joven princesa fue separada de su comunidad y terminó en el Hogar Saturnino Enrique Unzué, de la
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