«La generosidad de Bolívar: muy fácil es ser pródigo de lo ajeno. Bolívar dispone del tesoro público con escándalo y sin responsabilidad. Sus coquetas, sus favoritos, sus aduladores están sostenidos de las arcas nacionales, y sin embargo, no tiene que dar cuentas, ni hay quien
diga que estos son robos. Cuando vino al Perú no trajo ningún equipaje, y cuando salió de él, llevó multitud de carros llenos de equipaje, valiosas alhajas, vajillas de oro y plata, y multitud de cajones con oro amonedado. Esto es notorio.
«Hallándose Bolívar en el Perú, trataba un día en su mesa a tiempo de la comida, acerca de cierta señora casada con un general, expresándose sobre las cualidades de ésta, y diciendo en alta voz que en la noche anterior la había tenido de visita. A tiempo de la algazara que
sobre esto se había formado entre él y sus comensales, se aparece el marido de esa señora, y Bolívar lo hace sentar a su lado. A poco rato dijo en voz alta que había llegado en buena hora, porque tenía que mandar a su esposa un collar de perlas que en la noche anterior se le
había quedado en su cama. Todos los circunstantes se miraban a la cara y reían.
«Considérese por esto cual quedaría de abochornado el marido. Él tartamudeó algunas palabras, tomó el collar y se despidió inmediatamente. Este miserable tuvo que resignarse
y callar: tal era el terror que todos tenían a Bolívar.» Pág. 277.
«Sería de nunca acabar, si hubiésemos de referir aquí, las extravagancias y acciones soeces de Bolívar; y por esto nos contentaremos con relatar solamente dos, y por ellas se podrá juzgar de su falta
absoluta de educación. En un convite que le dio en Arequipa el general Don Pío Tristán, hallándose Bolívar sentado en la mesa, al acabarse la comida, esto es, cuando ya el vino se le había subido a la cabeza, lo que era en él muy frecuente, se paró repentinamente sobre la
mesa, y se puso a pasear de un extremo a otro de ella con un vaso de vino en la mano para decir un brindis. Después de pisotear los platos, vasos y botellas, y de arrojar al suelo con los pies cuanto había en la mesa, prorrumpió su desconcertado discurso, o su
improvisado brindis. Esta acción brutal sorprendió, como era natural a las personas sensatas que se hallaban ahí, y llenas de estupor, sorpresa y confusión no sabían qué hacer, ni a qué atribuir ese acto de locura. El general Tristán vio bien tristemente ese desacato,
y la destrucción de su servicio de mesa de rica porcelana, selecta cristalería, y lujosas alfombras. Los concurrentes se levantaron de la mesa y se aprestaron a huir de allí, después de haber sido sus vestidos bastante salpicados con las salsas de los guisos y con los vinos que
contenían las botellas que arrojaba en el aire frenético Bolívar.» Pág. 282
José de la Riva Agüero, ex-presidente del Perú, conspirador, del bando independentista.
Obra: «Memorias y Documentos para la Historia de la Independencia del Perú y Causas del mal Éxito que ha Tenido Ésta», París, 1858
PERO HAY MÁS Y PEOR (MUCHO PEOR)…
Continúa Riva Agüero:👇
«Otra igual escena se dice que tuvo lugar en la ciudad de Quito, en el convite que le dió [a Bolívar] Don Miguel Bello. Calcúlese por estos dos hechos, los demás de esta especie, que frecuentemente tenían lugar con los
que no eran de categoría, y dígase si un hombre tan grosero podría ser considerado de otro modo que por un bárbaro y por un ébrio peligroso y feroz. Considérese además los sarcasmos, blasfemias, obscenidades y maneras groseras que acompañaban a sus brutales acciones. Sin duda que
estos hechos parecerán exagerados y aun se harán increíbles en el mundo civilizado; pero son en realidad muy verdaderos, y viven centenares de testigos fidedignos y respetables que los comprueban. Por esta razon es interesante para la historia, que ciertos hechos que podrían
ponerse en duda, si los testigos no existiesen ya, como acontecería si se relatasen cuando estos hubiesen fallecido, sean publicados inmediatamente en las Memorias que deban servir para que se escriba la historia de la independencia del Perú. Por el caso que vamos a referir,
se vendrá en conocimiento de la ferocidad y locura de Bolívar. Al llegar éste a Potosí, hicieron allí para celebrarlo que los indios formasen sus danzas acostumbradas. Una de estas bailaba en la calle a tiempo que Bolívar venía con la comitiva que le acompañaba; y al ver a estos
indios que cantaban y bailaban, mandó a los lanceros de su escolta que los cargasen y lanceasen. Tres o cuatro de estos quedaron muertos en el acto y otros lo fueron después, porque todos ellos recibieron heridas o golpes y pisoteadas de los caballos. Esto aconteció a vista de un
gran concurso del vecindario de Potosí y con asombro y espanto de tan horrible atentado. De los crímenes y excesos ya referidos, y de la impunidad que estos han tenido, ¿podía esperarse otra cosa que la desaparición del orden social en el Perú? ¿Que el perecimiento del
patriotismo y de toda virtud y justicia? ¿Que la ruina de la nación, y el exterminio de sus más ilustres ciudadanos?».
Obra citada, págs. 281 y 282
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«Qué hizo [Bolívar] en el Perú? Destruyó la libertad y la independencia allí, tal como en Colombia. [Nota al pie de página: Las dos batallas peleadas en el Perú, fueron ganadas en su ausencia. En una estaba a cien millas del campo de acción, en la otra estaba enfermo en Ayacucho.
El general Sucre ganó ambas, y Bolívar se llevó el crédito y honor]. Su protectorado ahí responde exactamente a su dictadura en Colombia y sacó a los mejores habitantes de ambos países. El general Bolívar nunca ha comandado un regimiento en persona y ni siquiera a cuatro
soldados. Nunca ha participado en un ataque de caballería ni en uno con bayoneta. Por el contrario, siempre ha sido bien cuidadoso de mantenerse fuera del peligro. Siempre ha tenido la precaución de proveerse de caballos excelentes y de buenos guías.
Este General del Viejo Mundo que participó en el escape de Lafayette, comandó ejércitos de Napoleón y fue contratado por Bolívar sabía —creo— de qué hablaba cuando escribió los dos tomos de sus Memorias de S. Bolívar y sus Principales Generales: «El general Bolívar ocupa muy
poco tiempo al estudio de la artes militares. No entiende la teoría y rara vez hace una pregunta o mantiene una conversación sobre ello. Tampoco habla de administración civil, a menos que caiga entre los asuntos del momento. Varias veces me esforcé en tener una conversación
seria sobre estos temas, pero siempre me interrumpía diciendo “Sí, sí, mon cher ami, yo lo sé, eso es muy bueno. Pero, a propósito:…” e inmediatamente dirigía la conversación a un tema diferente. Su lectura, que es bien escasa, consiste de historia simple y algunos cuentos.
Vzla CREÓ al chavismo. Esta desgracia ha sido nuestra mayor y más notable producción. Fue Vzla, fuimos nosotros. Nadie más. En alguna parte debe estarnos esperando nuestra medalla de mierda. ¿Nos duele? Ojalá nos doliera: ya hubiéramos divulgado #ElManifiesto, o todos pedido la
intervención (que sigue siendo la única salida, que tanto se niega), y nuestros políticos y personas públicas hubieran hecho algo más que dar entrevistas; algo más que convertirse ellos mismos en virtuales periodistas, en cronistas de la desgracia, en fin de cuentas. Pero nuestra
clase política, ese gran cero a la IZQUIERDA, creció al calor de un paradigma de Estado que no la capacitó para auto transformarse y contradecir, frente a la adversidad, su propia naturaleza. Estaba condenada a reproducirla. Había en Vzla, en lo que se ha dado en llamar la «4ta
Y sí, también en el ANIVERSARIO de su natalicio, sigamos conociendo al «Libertador»:
«Lejos de encontrar los jefes de la revolución costumbres e ideas que contrariasen sus instintos, la revolución francesa con sus crímenes fue el modelo que se propusieron. […] Ningún decreto
conocemos que autorizase las visitas domiciliarias [allanamientos]. Una tarde, sin embargo (9 de febrero de 1814), ya al ponerse el sol, Caracas aparece circuida de soledad y espanto [la población no lo sabía pero parecía intuirlo: un día antes Bolívar había dado la orden de
ejecución de todos los españoles prisioneros y de los que se encontrasen libres]: nadie en las calles; puertas y ventanas cerradas; en todas las alcabalas el quien vive y la vigilancia; a las puertas de muchas casas grupos de muchachos y centinelas... Se encontraron nuevos
El 21 de agosto de 1813 ordena a Ribas: «Mérida solamente, aunque desolada por el terremoto y por las tiranías de los gobernantes españoles, ha entregado treinta mil pesos y ochocientas caballerías para el sostenimiento del Estado.
Los habitantes
de Caracas se han comportado de diverso modo. Ya no hay esperanzas de que se modelen voluntariamente por aquella provincia, y aun por otras, y se necesitan medidas correctivas para hacerles entender su deber. Por consecuencia el general en jefe dispone que se exijan desde luego
en esa capital donativos forzados a proporción de los haberes de cada uno; entrando además bajo el mismo respecto todo americano cuyas opiniones políticas hubiesen sido contrarias al sistema republicano de Venezuela. La imposibilidad solamente podrá eximir a unos y a otros de
Amerigo Vespucci jamás escribió el diminutivo «Venezziola» en su supuesta carta de 18/7/1500 a Lorenzo de Medicis (carta que ni siquiera es de su propia mano y cuya «copia» sólo fue publicada por primera vez 245 años más tarde, en 1745, por el abate florentino Angelo Maria
Bandini). Esto es todo lo que dice en ella del lugar: «...encontramos una grandísima población que tenía sus casas edificadas en el mar como Venecia, con mucho arte; y maravillados de tal cosa, acordamos ir a verlas, y al llegar a sus casas, quisieron impedir que entrásemos en
ellas....». En Suma de Geographia (Sevilla, 1519), primer libro impreso sobre el Nuevo Mundo, se habla de un poblado indio sobre una meseta con casas llamado «Veneçiuela» donde «es la gente bien apuesta y hay más gentiles mujeres que en otras partes de aquella tierra». Un siglo