Detrás de todo espectáculo de masas hay centenares de personas encargadas de que todo salga tal y como está previsto🐴
¡Vamos a conocer a algunas de ellas!
Los conductores de los carros procedían de los estratos más bajos de la sociedad, siendo normalmente esclavos o libertos. En general, todos los competidores eran considerados aurigae, pero los que tenían prestigio por numerosas victorias se podían denominar agitatores.
Los conductores de carros pertenecían a una de las cuatro facciones existentes, aunque se sabe que hubo cambios de una facción a otra y que estos cambios no eran impopulares.
Cada facción estaba controlada por una compañía, normalmente propiedad de gente del orden ecuestre. Las compañías se encargaban de la crianza, compra y cuidado de los caballos, el entrenamiento de animales y aurigas y de la construcción y el mantenimiento de los carros.
Veterinarios, sastres y hasta animadores eran contratados por estas compañías para garantizarse la victoria. También negociaban con los editores el precio por el que correrían sus aurigas.
La señal de salida la daba el editor spectaculorum, que se sentaba sobre las carceres, agitando un trapo blanco llamado mappa. Los árbitros o encargados de observar el orden de llegada a la meta se sentaban en el Tribunal indicum.
En las sombras, había otros profesionales que hacían posibles las carreras. Algunos ejemplos son el sellarius, que fabricaba los carros, o el sarcinator, que confeccionaba la vestimenta de los aurigas y los cobertores para los caballos.
Los tentores abrían las puertas de las carceres cuando se daba la señal de salida. El sparsor refrescaba a los caballos durante la competición. El hortator era un jinete que los alertaba en caso de peligro mediante señales y los animaba a seguir adelante.
Fuentes:
Blázquez, J.M. (1973). Una droga en la antigüedad: las carreras de caballos. Jano, Medicina y Humanidades, pp. 73-87📚
Blázquez, J.M. (1999). Las carreras de carros en su origen y en el mundo romano. Historia del carruaje en España. Madrid📚
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El origen del número 666 lo encontramos en el último libro del Nuevo Testamento, el Libro de la revelación, más conocido por su nombre en griego: Apokálypsis 😈
El manuscrito fue obra de Juan de Patmos, quien anunciaba el fin del mal con la inminente llegada del reino de Dios.
Juan concretaba que este suceso se daría en cuarenta y dos meses y que dos bestias controlarían el mundo hasta la llegada de Dios:
‘’Y vi subir del mar una bestia que tenía diez cuernos y siete cabezas […] y vi una de sus cabezas como herida de muerte, pero su herida sanó.
Y toda la tierra se maravilló en pos de la bestia. Después vi otra bestia que subía de la tierra, y que tenía dos cuernos semejantes a los del cordero; pero hablaba como el dragón.’’
El murmillo fue un tipo frecuente de gladiador en la Antigua Roma⚔️
No se sabe a ciencia cierta la procedencia de su nombre, pero se especula que provenga del latín ‘’murmo’’, un pez cuyo nombre en castellano es mabre.
El mabre era un pescado frecuente en la cocina romana, por lo que es coherente que la población lo conociese y lógico que lo relacionase con el gladiador.
Uno de los oponentes más frecuente de los murmillones eran los reciarios, que a modo de pescadores combatían con una red y un tridente y los atrapaban en combate. También era frecuente que combatiesen con tracios, provocatores y oplomachus.
¿Sabías que en las carreras de cuádrigas lo normal era colocar al mejor de los caballos en la parte más a la izquierda?🐴
Este era el punto fundamental para controlar la cuádriga y evitar volcar, sobre todo en los giros. Los accidentes eran comunes y, muchas veces, mortales.
Para intentar evitar la muerte, los conductores se protegían la cabeza con un casco y las piernas con vendas. Las riendas estaban colocadas alrededor de su cintura y el auriga disponía de un puñal con el que cortar las riendas para liberarse en caso de volcar.
La carrera consistía en dar siete vueltas a la pista. Había diferentes modalidades de competición. Podían competir cuatro carros por carrera, cada uno representando a una facción, o tres aurigas por facción, con lo que podían ayudarse mutuamente para superar a sus oponentes.
¿Cómo nació la relación con los gatos en distintas sociedades antiguas?🐱
La relación entre gatos y humanos se origina entre el 7000 y el 7500 a.C. y su domesticación surge en Egipto alrededor del 4000 a.C. fruto de la búsqueda del beneficio común.
Con el desarrollo de la agricultura empezó a almacenarse excedente de grano, lo que atraía a pequeños roedores indeseados, serpientes y otras alimañas. Los gatos se convirtieron en un gran aliado para los humanos de aquella época.
Los egipcios creían que los gatos velaban por las almas de los muertos. Además, eran animales protectores, bellos y con gracia, por lo que se asociaron a Bastet, diosa de la fertilidad, protectora de las mujeres embarazadas y el hogar.
¿Sabías que la población de Esparta, o de Laconia si tenemos en cuenta toda la geografía sobre la que tenía influencia, era variada?🌎
Había jerarquía incluso entre los considerados espartiatas y, para ser considerado un igual, no bastaba con haber nacido de padres espartanos.
El grupo más privilegiado era el de los ‘’hómoioi’’, los iguales. Eran hombres espartiatas de más de 30 años con plenos derechos políticos y civiles. La edad y el género no eran suficiente requisito para ser considerado un igual.
Aquellos nacidos libres en Esparta, hijos de ciudadanos espartanos, eran considerados simples espartiatas, pero la condición de hómoioi no se ganaba hasta superar la agogé, la educación espartana, formar parte del ejército y recibir un lote de tierra estatal llamado klêros.
¿Sabías que conocer la hora del desayuno de sus enemigos fue fundamental para que Escipión derrotase a los cartagineses en Hispania?🍎
Durante el invierno del 207 a.C., los cartagineses aprovecharon para rehacerse en Gadir tras las continuas derrotas infligidas por Escipión.
Los púnicos formaron un ejército de 60.000 soldados de infantería, 4.000 jinetes, treinta y dos elefantes, comandados por Asdrúbal Giscón. Por otra parte, Escipión contaba con 45.000 soldados de infantería y 3.000 jinetes.
En el verano del 206 a.C., el ejército púnico se desplazó al noreste del río Baetis -actual Guadalquivir-, y los romanos avanzaron desde Tarraco hacia el sur. Ambos ejércitos organizaron sus campamentos cerca del otro.