Incluye el popurrí clásico de la izquierda multicultural, la izquierda separatista, la izquierda irracional y el concepto de autodeterminación entendido como "libertad negativa" que más valdría desarrollarlo porque no sé si ni el propio autor lo tiene claro.
Y por último lo de la universalidad y la racionalidad, porque se presentan como conceptos abstractos o cajones de sastre (algo muy propio de la ideología burguesa), ajenos a la necesidad de elevarse de nuevo a lo concreto y tangible para no privarlos de contenido.
Al fin y al cabo peca de un giro muy propio del gustavobuenismo, que consiste en sustituir el enfoque materialista por el racionalista... y pasa lo que pasa, que el horizonte socialista se queda por el camino y se convierte en centralista sin más.
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Los cuatro brazos del estado corporativo capitalista: el brazo parlamentario-constitucional, el brazo mediático, el brazo judicial y el brazo policial. Mediante ellos actúa el poder político y empresarial sobre la población a la que gobierna.
Jueces, ministros y altos funcionarios, senadores y congresistas, aristócratas y terratenientes, grandes burgueses y representantes sindicales, componiendo mapas de poder vinculados a su vez a bancos, multinacionales y fondos de inversión -> estado corporativo capitalista.
De tal modo que no, la soberanía NO reside en el pueblo ni en la clase trabajadora. Lo que se hace es abrir lo suficiente (pero no demasiado) el grifo del consumo, del acceso a la propiedad y al crédito, de los derechos civiles y los servicios públicos, para mantener ese poder.
En última instancia, la enseñanza de la posmodernidad es esta: no hay fundamento esencial, natural o metafísico alguno para la acción y existencia humanas; estas están social y políticamente configuradas; y aún así nos queda la ética, con todos sus problemas, como referencia.
No hay en esto una renuncia a la Razón, sino una crítica de la Razón como fundamento inequívoco (ahí se juega la crítica a Hegel, demasiadas veces confusa). Y sí hay un llamado a los valores, no inmutables sino socialmente fundados (y ahí se juega la influencia de Nietzsche).
En todo caso, es erróneo concebir la posmodernidad como un fin del camino, más bien es un momento de apertura y reflexión del pensamiento, la acción y el afecto respecto a sus propias capacidades. La filosofía no trata aquí de fundamentos sino de problematizaciones.
Hay que estar bastante ciego o ser notablemente zoquete para pensar que España, un país que no depuró sus cuerpos militar, policial y judicial, y en el que ahora VOX cuenta con 52 escaños y el beneplácito de los liberal- conservadores, está libre de influencias filofascistas.
La influencia es tal que no pocos simpatizantes comunistas compran la mercancía falangista del estado omnipotente. Llegan a pensar incluso que VOX al menos combatirá el poder globalista, cuando no hay programa económico más neoliberal que el suyo (hasta Rallo lo alaba).
El comunismo me recuerda a la definición que da Deleuze del Acontecimiento: lo que nunca llega a sobrevenir del todo, lo que siempre está por venir.
Esto, que podría parecer un idealismo, también puede ser un llamado a la praxis, en la que el verbo sobrepasa al sujeto de la acción y sus significantes.
Aún así el propio desenvolvimiento de la acción genera sus condiciones trascendentales o su "pensar", que de efecto es capaz de pasar a ser causa de la acción futura como apropiación de su contexto y proyección de su propósito.
Escenario imaginado: las farmacéuticas liberan patentes y la OMS articula una producción y distribución coordinadas que en seis meses liquida la pandemia en todo el globo.
Escenario imaginado n. 2: la UE abre corredores seguros para inmigrantes y refugiados provenientes de África y Asia y coordina su asimilación a lo largo de todo su territorio, a la vez que corta toda financiación a países y organizaciones fundamentalistas sionistas e islamistas.
Escenario imaginado n. 3: la UE se coordina con LATAM, USA, Rusia y China para cortar drásticamente las emisiones de CO2, fomentar la producción y el consumo local, estudiar a fondo los recursos energéticos y sus medios de producción y reordenar todo el comercio mundial.
Al igual que incidir en las políticas de reconocimiento de la diversidad puede suponer la obliteración del conflicto de clase como "contradicción principal" (capital/trabajo), tomar esta como núcleo puede dejar de lado las opresiones de raza, etnia y género.
El obrerismo da claros síntomas de este problema, y aunque ponga el conflicto de clase en primer plano, lo hace dando muestras explícitas de nacionalismo, xenofobia, machismo y transfobia. Es decir, se expresa como un movimiento reaccionario y escasamente transformador.
De poco sirve que una clase deje de explotar a otra si un sexo seguirá explotando a otro, una nación a otra, una raza a otra. De ahí que el análisis crítico haya ido incorporando conceptos como el de patriarcado o tenga que incidir todavía en el internacionalismo como premisa.