Presumen ser «la Vzla decente» pero son el VERDADERO LUMPEN del país, porque no habiéndolos educado el régimen (como a los de aquí👇abajo) tienen el descaro de votar en tiranía y de dar una imagen inmoralmente falsa de un país que obviamente les resbala más allá de sus narices.
¿Qué les hace suponer a estos actores, artistas y periodistas que no son LUMPEN, es decir lo más bajo y descompuesto de una sociedad? ¿Será la ropa, los apellidos, las pertenencias? EL HÁBITO NO HACE AL MONJE. Tampoco las tarimas ni las cámaras hacen a la cultura. Menos al gusto.
Estos son una buena muestra de la Vzla descompuesta:
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Los saltimbanquis del oportunismo electorero deben prepararse el 21N para ver sus calles desiertas. Pero tampoco tendrán gente desde ahora quienes monten plataformas y «propuestas». Así tengan buenas intenciones. La gente está harta y no quiere saber más de «líderes» ni promesas.
¿Qué está pasando? Que la ciudadanía se cansó y bajó la santamaría, no lograrán convocarla más, ni malos ni buenos. ¿Podemos culparla? Después de 2 décadas de colaboracionismo, 6 millones de migrantes y 60 países de apoyo para puro alarde y chantaje del interino, no, no lo creo…
Habrá que acostumbrarse, la ciudadanía no escuchará a más nadie. Su rechazo, su incredulidad, su indiferencia serán totales. Ya nada la movilizará que no venga de ella, que no emprenda por sí misma. ¿Es malo como actitud, o tiene un lado bueno escondido? Yo veo allí un chance.
El ciudadano YA no cree en más nadie. Ninguna figura pública lo embaucará de nuevo. Olvídense de plataformas y de «líderes». Sólo emprenderá iniciativas propias, como la de firmar un documento histórico contra ambos régimen y «oposición» por una intervención MILITAR y POLÍTICA:👇
Los saltimbanquis del oportunismo deben prepararse el 21N a ver las calles desiertas. Pero también de ahora en adelante los montadores de plataformas y «propuestas» —por muy honorables que sean— fracasarán. ¿No lo han entendido? Nadie quiere saber más de «líderes» ni promesas.
Vzla lo vio todo, abusó de los límites. Sus ciudadanos ya no son comprables ni por «los buenos». ¿Qué debe entonces hacer la ciudadanía? Emprender la única acción que necesita y que nadie hará por ella: desconocer FORMALMENTE a sus falsos representantes, cómplices de la tiranía.
Crecí en el Súperbloque El Paraíso, cerca de la Plaza Madariaga. Ese mastodonte era un universo aparte y autosuficiente. Fantástico para los niños, teníamos aquel inmenso espacio con varios lugares de encuentro y de juego: una enorme planta baja, donde jugábamos pelotica de goma,
futbolito, chapita, básquet y hacíamos verdaderos torneos; allí mismo había panadería, abasto, carnicería, quincalla, guardería, tintorería y local cultural; detrás teníamos el estacionamiento, donde arrancaba el conteo para el escondite, que jugábamos en manada de 15 a 20
carajitos, escondiéndonos en cualquier parte de esa infinita mole de 182 apartamentos dúplex, hasta el piso catorce y en los lugares más inauditos; teníamos también cerro con monte y selva, que bordeaba el edificio por detrás y que explorábamos sobre todo en los fines de semana;
«La generosidad de Bolívar: muy fácil es ser pródigo de lo ajeno. Bolívar dispone del tesoro público con escándalo y sin responsabilidad. Sus coquetas, sus favoritos, sus aduladores están sostenidos de las arcas nacionales, y sin embargo, no tiene que dar cuentas, ni hay quien
diga que estos son robos. Cuando vino al Perú no trajo ningún equipaje, y cuando salió de él, llevó multitud de carros llenos de equipaje, valiosas alhajas, vajillas de oro y plata, y multitud de cajones con oro amonedado. Esto es notorio.
«Hallándose Bolívar en el Perú, trataba un día en su mesa a tiempo de la comida, acerca de cierta señora casada con un general, expresándose sobre las cualidades de ésta, y diciendo en alta voz que en la noche anterior la había tenido de visita. A tiempo de la algazara que
«Qué hizo [Bolívar] en el Perú? Destruyó la libertad y la independencia allí, tal como en Colombia. [Nota al pie de página: Las dos batallas peleadas en el Perú, fueron ganadas en su ausencia. En una estaba a cien millas del campo de acción, en la otra estaba enfermo en Ayacucho.
El general Sucre ganó ambas, y Bolívar se llevó el crédito y honor]. Su protectorado ahí responde exactamente a su dictadura en Colombia y sacó a los mejores habitantes de ambos países. El general Bolívar nunca ha comandado un regimiento en persona y ni siquiera a cuatro
soldados. Nunca ha participado en un ataque de caballería ni en uno con bayoneta. Por el contrario, siempre ha sido bien cuidadoso de mantenerse fuera del peligro. Siempre ha tenido la precaución de proveerse de caballos excelentes y de buenos guías.
Este General del Viejo Mundo que participó en el escape de Lafayette, comandó ejércitos de Napoleón y fue contratado por Bolívar sabía —creo— de qué hablaba cuando escribió los dos tomos de sus Memorias de S. Bolívar y sus Principales Generales: «El general Bolívar ocupa muy
poco tiempo al estudio de la artes militares. No entiende la teoría y rara vez hace una pregunta o mantiene una conversación sobre ello. Tampoco habla de administración civil, a menos que caiga entre los asuntos del momento. Varias veces me esforcé en tener una conversación
seria sobre estos temas, pero siempre me interrumpía diciendo “Sí, sí, mon cher ami, yo lo sé, eso es muy bueno. Pero, a propósito:…” e inmediatamente dirigía la conversación a un tema diferente. Su lectura, que es bien escasa, consiste de historia simple y algunos cuentos.