El ciudadano YA no cree en más nadie. Ninguna figura pública lo embaucará de nuevo. Olvídense de plataformas y de «líderes». Sólo emprenderá iniciativas propias, como la de firmar un documento histórico contra ambos régimen y «oposición» por una intervención MILITAR y POLÍTICA:👇
Los saltimbanquis del oportunismo deben prepararse el 21N a ver las calles desiertas. Pero también de ahora en adelante los montadores de plataformas y «propuestas» —por muy honorables que sean— fracasarán. ¿No lo han entendido? Nadie quiere saber más de «líderes» ni promesas.
Vzla lo vio todo, abusó de los límites. Sus ciudadanos ya no son comprables ni por «los buenos». ¿Qué debe entonces hacer la ciudadanía? Emprender la única acción que necesita y que nadie hará por ella: desconocer FORMALMENTE a sus falsos representantes, cómplices de la tiranía.
La ciudadanía está replegada sobre sí misma, henchida de razones. Las caras conocidas la espantan. Sólo sus propias iniciativas la moverán. Los esfuerzos de organización ofrecidos a ella son, por definición, externos a ella, y por ello mismo todos están HOY condenados a fracasar.
La clave del momento es la ciudadanía. Sus propias iniciativas, la ausencia TOTAL de rostros, nombres, probables mesías. Sólo debe correrse la voz acerca de un documento anónimo que circula por las redes, que une a los ciudadanos —SIN INTERMEDIARIOS— y que hará la diferencia.
Se suele pensar que todo movimiento social requiere de un liderazgo, pero esto es una burda falacia, porque un liderazgo es sólo un vínculo, y un vínculo no tiene que ser una persona. Puede ser un documento. A los ciudadanos debe unirlos un motivo, una causa. No una cara.
Y dicho vínculo —aquello que nos una hoy a los venezolanos en una acción ciudadana— debe ser lo más impersonal que se pueda. Por dos razones: porque ya nadie seguirá a personas, y porque nuestros aliados en el mundo TAMPOCO soportan más a nuestros representantes: ¡quieren VERNOS!
Porque no son ellos quienes pueden desconocer esta falsa representatividad, eso nos toca hacerlo a los venezolanos. Y si lo único que nos une en este momento es precisamente un rechazo masivo que sentimos por esta falsa representatividad, ¿qué estamos esperando para MANIFESTARLO?
Cuando nuestros aliados vean que Vzla todavía EXISTE, que consta de ciudadanos que resisten y se expresan no sólo por encima del régimen sino en desconocimiento de esta cáfila de rémoras de la tiranía, entonces pararán de enviárnoslos de vuelta con diálogos y pasarán a otra cosa.
Verán que hay un PAÍS (en vez de «líderes» y «opositores» de pacotilla), y que se trata —por fin— de un país sin rostros en quien dudar, sin interlocutores, sin intermediarios, con el cual no queda nada por aclarar, pues ya se expresó (por millones) al firmar un CLARO Manifiesto.
El Manifiesto de la Sociedad Civil Independiente Venezolana, a ser firmado (anónimamente quien lo quiera) en un website estándar de peticiones en línea, es la única manera d desconocer de forma legítima y directa al régimen y al parasitario interinato. Habremos hecho lo esperado.
Nuestros aliados en la comunidad internacional sabrán que: 1) los venezolanos desconocen la existencia de clase política nacional 2) autorizan intervención (militar para derrocar, política para reinstitucionalizar) 3) la Autoridad Provisional Extranjera designa Gob de transición.
Si alguien puede señalar mejor instrumento de PERSUASIÓN para provocar la intervención y para unir a los ciudadanos en torno a una acción colectiva directa, no «liderizada», bienvenido sea. Si no puede, difunda #ElManifiesto, por la liberación de VENEZUELA.
Los saltimbanquis del oportunismo electorero deben prepararse el 21N para ver sus calles desiertas. Pero tampoco tendrán gente desde ahora quienes monten plataformas y «propuestas». Así tengan buenas intenciones. La gente está harta y no quiere saber más de «líderes» ni promesas.
¿Qué está pasando? Que la ciudadanía se cansó y bajó la santamaría, no lograrán convocarla más, ni malos ni buenos. ¿Podemos culparla? Después de 2 décadas de colaboracionismo, 6 millones de migrantes y 60 países de apoyo para puro alarde y chantaje del interino, no, no lo creo…
Habrá que acostumbrarse, la ciudadanía no escuchará a más nadie. Su rechazo, su incredulidad, su indiferencia serán totales. Ya nada la movilizará que no venga de ella, que no emprenda por sí misma. ¿Es malo como actitud, o tiene un lado bueno escondido? Yo veo allí un chance.
Presumen ser «la Vzla decente» pero son el VERDADERO LUMPEN del país, porque no habiéndolos educado el régimen (como a los de aquí👇abajo) tienen el descaro de votar en tiranía y de dar una imagen inmoralmente falsa de un país que obviamente les resbala más allá de sus narices.
¿Qué les hace suponer a estos actores, artistas y periodistas que no son LUMPEN, es decir lo más bajo y descompuesto de una sociedad? ¿Será la ropa, los apellidos, las pertenencias? EL HÁBITO NO HACE AL MONJE. Tampoco las tarimas ni las cámaras hacen a la cultura. Menos al gusto.
Crecí en el Súperbloque El Paraíso, cerca de la Plaza Madariaga. Ese mastodonte era un universo aparte y autosuficiente. Fantástico para los niños, teníamos aquel inmenso espacio con varios lugares de encuentro y de juego: una enorme planta baja, donde jugábamos pelotica de goma,
futbolito, chapita, básquet y hacíamos verdaderos torneos; allí mismo había panadería, abasto, carnicería, quincalla, guardería, tintorería y local cultural; detrás teníamos el estacionamiento, donde arrancaba el conteo para el escondite, que jugábamos en manada de 15 a 20
carajitos, escondiéndonos en cualquier parte de esa infinita mole de 182 apartamentos dúplex, hasta el piso catorce y en los lugares más inauditos; teníamos también cerro con monte y selva, que bordeaba el edificio por detrás y que explorábamos sobre todo en los fines de semana;
«La generosidad de Bolívar: muy fácil es ser pródigo de lo ajeno. Bolívar dispone del tesoro público con escándalo y sin responsabilidad. Sus coquetas, sus favoritos, sus aduladores están sostenidos de las arcas nacionales, y sin embargo, no tiene que dar cuentas, ni hay quien
diga que estos son robos. Cuando vino al Perú no trajo ningún equipaje, y cuando salió de él, llevó multitud de carros llenos de equipaje, valiosas alhajas, vajillas de oro y plata, y multitud de cajones con oro amonedado. Esto es notorio.
«Hallándose Bolívar en el Perú, trataba un día en su mesa a tiempo de la comida, acerca de cierta señora casada con un general, expresándose sobre las cualidades de ésta, y diciendo en alta voz que en la noche anterior la había tenido de visita. A tiempo de la algazara que
«Qué hizo [Bolívar] en el Perú? Destruyó la libertad y la independencia allí, tal como en Colombia. [Nota al pie de página: Las dos batallas peleadas en el Perú, fueron ganadas en su ausencia. En una estaba a cien millas del campo de acción, en la otra estaba enfermo en Ayacucho.
El general Sucre ganó ambas, y Bolívar se llevó el crédito y honor]. Su protectorado ahí responde exactamente a su dictadura en Colombia y sacó a los mejores habitantes de ambos países. El general Bolívar nunca ha comandado un regimiento en persona y ni siquiera a cuatro
soldados. Nunca ha participado en un ataque de caballería ni en uno con bayoneta. Por el contrario, siempre ha sido bien cuidadoso de mantenerse fuera del peligro. Siempre ha tenido la precaución de proveerse de caballos excelentes y de buenos guías.
Este General del Viejo Mundo que participó en el escape de Lafayette, comandó ejércitos de Napoleón y fue contratado por Bolívar sabía —creo— de qué hablaba cuando escribió los dos tomos de sus Memorias de S. Bolívar y sus Principales Generales: «El general Bolívar ocupa muy
poco tiempo al estudio de la artes militares. No entiende la teoría y rara vez hace una pregunta o mantiene una conversación sobre ello. Tampoco habla de administración civil, a menos que caiga entre los asuntos del momento. Varias veces me esforcé en tener una conversación
seria sobre estos temas, pero siempre me interrumpía diciendo “Sí, sí, mon cher ami, yo lo sé, eso es muy bueno. Pero, a propósito:…” e inmediatamente dirigía la conversación a un tema diferente. Su lectura, que es bien escasa, consiste de historia simple y algunos cuentos.