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Agesilao

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19 Nov, 37 tweets, 31 min read

[HILO] Asedio de Tiro (c. 332 a. C.)

El asedio más espectacular de Alejandro Magno.

Alejandro llegó al trono en el año 336 a. C. tras la muerte de su padre, Filipo II y, tras dos años de intensas luchas contra los que habían sido sus vasallos para doblegarlos, se dispuso a llevar a cabo el plan que su padre había empezado: la conquista de Persia.

Cruzó a Asia Menor en 334 a. C. donde al poco debió luchar una batalla contra las tropas de varios gobernadores regionales persas (también llamados sátrapas) en Gránico, en la que, a pesar de encontrarse cerca de la muerte y ser salvado, irónicamente por alguien a quien Alejandro

mataría con sus propias manos, ganó la batalla. Tras varias batallas y asedios en Anatolia (entre los que se destacan el Asedio de Halicarnaso) llegó a Issos donde el ejército persa al mando de su rey, Darío III, le esperaba. Fue la primera vez que Alejandro y Darío

se enfrentaban directamente. La batalla resultó en una derrota de los persas en la que Darío se apresuró en huir siendo capturadas su mujer, hijas y madre. Ante esta situación, Darío propuso la paz a Alejandro, ofreciéndole ser dueño del oeste del Eúfrates, lo cual fue rechazado.

En esta situación nos encontramos: el ejército macedonio controla Asia Menor (al menos su parte occidental) y el interior de Siria, sin embargo, en las zonas costeras hay algunas ciudades que se resisten a rendir pleitesía al macedonio, entre las cuales se elevaba Tiro.

Tiro era una ciudad fenicia milenaria situada en lo que ahora es el sur del Líbano. Se encontraba en una isla a medio kilómetro de distancia de la costa. Parecía inexpugnable, es más en el pasado había resistido un asedio de 13 años frente a las huestes de Nabucodonosor II.

Además de su conveniente situación geográfica, Tiro contaba con una muralla imponente y, lo más importante, la determinación absoluta de sus habitantes en no ser conquistados.

Por otro lado, Filipo había destinado mucha atención al arte del asedio contratando a inventores para desarrollar armas con este fin. Asimismo, Alejandro había demostrado su valía en los asedios en varias ocasiones como fue en el de Halicarnaso.

Un asalto por mar, sabían los tirios y los griegos, que estaba condenado al fracaso pues no era suficiente la presión que imprimiría sobre las defensas tirias para doblegarlas, por lo que se requería de una ayuda extra y esta vino de la mano de unas lecturas realizadas a

Jenofonte. Concretamente sobre las campañas de Diniosio I de Siracusa frente a los cartagineses, en la que tomó la ciudad de Motia también en una isla por medio de la creación de un espigón de tierra que uniera la costa con la isla. No había que pensar más, el plan estaba ideado.

Los zapadores y soldados del ejército alejandrino se dispusieron a crear una lengua de tierra por la que transportar la maquinaria pero los defensores tirios se revolvieron lanzando una andanada tras otra de proyectiles frente a los constructores ralentizándoles el trabajo

Debido a los problemas que estaban creando los proyectiles, los griegos construyeron unas mamparas protectoras, las cuales demostraron su efectividad hasta que los tirios pusieron todas sus máquinas de asedio a disparar a esas mamparas. Además de esto, los tirios enviaban a

nadadores y buceadores para destruir la estructura del espigón.

La solución frente a los proyectiles vino de la mano de la construcción de dos torres de asedio que se situarían en la parte frontal de las construcciones y servirían para parapetar a los zapadores y

lanzar una ingente cantidad de proyectiles por parte de las balistas y catapultas dificultando a los defensores a estar en las almenas. Tornándose la situación desesperada, los tirios decidieron destruir estas torres enviando un barco cargado de algún material inflamable

El resultado de esta audaz maniobra fue aún mejor de lo deseado por los tirios pues no solo destruyó las dos torres sino que también parte de la estructura interna del espigón el cual se vio finalmente destruido tras una tormenta acaecida al día siguiente.

Estos últimos compases ocurrieron sin la presencia de Alejandro y cuando volvió lejos de ver frustrada su empresa puso aún más ahínco en conseguirla. Alejandro volvió con su idea de la lengua terrestre y comenzaron de nuevo las construcciones.

Alejandro persistió en el uso de las torres de asedio, pero enmendando los fallos anteriores, las puso en barcos, concretamente 1 por cada 2 barcos. Al mismo tiempo y viendo que la situación empeoraba por momentos, los tirios decidieron evacuar parte de su población a Cartago.

A pesar de (o más bien, gracias a) la gravedad de la situación, los tirios agudizaron su ingenio y desplegaron tácticas defensivas muy novedosas.

La primera fue la creación de una máquina que lanzaba troncos y que destruía las máquinas de asedio, sin embargo, únicamente

alcanzaba construcciones relativamente lejanas a lo que Alejandro respondió acercando más las embarcaciones a las murallas. Pero los tirios ya habían previsto esta maniobra y habían lanzado grandes rocas al mar que les impedían acercarse.

No quedaba otra que retirarlas. A ello se pusieron los marinos chipriotas y macedonios con sogas. Una vez más los tirios supieron responder y mandaron a sus famosos buceadores a cortarlas, por lo que se sustituyeron las sogas con cadenas, ante esto no pudieron hacer nada.

Gracias a la pervivencia de las torres de asedio, los macedonios pudieron hacer llegar la lengua terrestre a la isla y esta devino en península (que lo sigue siendo). Posteriormente, esta se pavimentó y se enviaron todo tipo de máquinas bélicas, especialmente arietes.

La situación era francamente desesperada. Sin embargo, a los tirios les quedaba algún que otro as en la manga y comenzaron a calentar arena y lanzarla a los atacantes la cual se les colaba en la armadura. Se trataba de una estrategia defensiva ampliamente usada en la Antigüedad.

No se recurría apenas al aceite pues este era caro y para las cantidades que se necesitaba no valía la pena, en cambio arena había mucha.

Además de esto, los tirios inventaron un mecanismo por el cual, utilizando picas, cortaban las cuerdas que daban consistencia a los arietes.

Sin embargo y a pesar de todos estos esfuerzos, en varios lugares la muralla comenzó a ceder.

Ahora quedaba el asalto.

Alejandro ideó un primer asalto por medio de sus torres de asedio, concretamente dejando bajar sus compuertas en las almenas y que por ahí entraran sus soldados, sin embargo, los tirios no les dejaron bajar correctamente sus compuertas y terminó en fracaso.

También se intentó desde el mar con poco éxito.

Finalmente, Alejandro decidió que la solución sería un asalto total saturando las defensas. Así se hizo.

El ataque se lanzó sobre todos los lugares dañados de la muralla y sobre los dos puertos al mismo tiempo con el propio Alejandro liderando el asalto. Finalmente se penetraron las defensas pero los tirios lucharon calle por calle.

Alejandro comentó que quienes se refugiaran en los templos se les perdonaría la vida, sin embargo, la lucha fue total hasta que, inevitablemente Alejandro conquistó la ciudad.

Las consecuencias de esto son uno de los peores momentos de Alejandro. En vez de respetar la valentía e ingenio de los tirios, Alejandro, enfurecido, decidió crucificar a más de 2.000 tirios y esclavizar a una buena parte de su población. Terrible.