La historia de esta batalla no se puede entender sin conocer el desarrollo paralelo de Tebas y de Esparta tras la Guerra del Peloponeso.
Tebas y Esparta habían sido aliados desde el comienzo de la sangrienta guerra que enfrentó a Esparta y Atenas, con la victoria de los primeros. Esparta llevaba siglos enteros queriendo esta hegemonía que, por fin, había alcanzado.
Esto llegaría a su punto más álgido cuando Agis II, rey de Esparta fallece y es sucedido por su hermano menor, Agesilao II sobre el año 398 a. C.
Agesilao II era un rey carismático y con horizontes muy expansionistas. No entendía una Grecia en la que Esparta no estuviera a la
cabeza. Es por eso, que todo su reinado (de nada menos que 41 años) estuvo en busca de someter al resto de polis, incluidas aquellas que aun habiendo sido aliadas y amigas pudieran suponer una amenaza. Es el caso de Tebas.
El asunto es que Tebas y Esparta siguieron siendo aliadas hasta el estallido de la llamada Guerra de Corinto que enfrentó a Esparta junto con sus aliados peloponesios frente a una coalición de Atenas, Tebas, Corinto y Argos. Instigada por el rey de Persia pues en esos momentos
Agesilao se encontraba en su territorio de Asia Menor venciendo una y otra vez a los ejércitos de los sátrapas y estaba comenzando a ser molesto. El estallido de este conflicto obligó a Agesilao a volver a Esparta dejando atrás todas sus victorias en Asia Menor.
Esta guerra fue especialmente dura y la mayoría de sus batallas principales (como la de Coronea) no acabaron con victorias claras, por lo que, 8 años después de comenzar, dio a su fin con el tratado de paz de Antálcidas dando lugar a una hegemonía espartana reforzada.
Sin embargo, el resto de polis, aunque habían salido más debilitadas que Esparta de la Guerra aun tenían su independencia, lo que a Esparta no le llegaba a convencer del todo. Unos años después y aprovechándose de una contienda civil en Tebas sobre el año 382 a. C.
Un general espartano, Fébidas, entró con su ejército en Tebas para apoyar a la facción pro-espartana y sitió la acrópolis de Esparta. El asedio acabo en éxito y la facción contraria se exilió. No contento con solamente eso, decidió dejar una guarnición en la acrópolis (la Cadmea)
Eso contrarió a muchos tebanos, los cuales podrían estar más o menos a favor de Esparta pero indudablemente estaban a favor de su propia independencia. Unos años más tarde, sobre el 379 a. C. Los simpatizantes de la facción antiespartana se reunieron en Atenas y contactaron con
Epaminondas, el protagonista de este hilo aunque aun no nos adelantemos: quedan 8 años para la batalla.
Organizan un asalto doble para rendir la Cadmea. Epaminondas iniciaría una revuelta interna que sería, posteriormente apoyada desde el exterior por hoplitas atenienses.
Resultó en todo un éxito: Epaminondas, Pelópidas y Gorgias llevaron a cabo el plan y resultó en una expulsión absoluta de los espartanos de Tebas y de la facción pro-espartana.
Cuando Esparta supo de esto, mandó primero un ejército al mando de Cleómbroto, que no hizo mucho
y, posteriormente uno al mando de Agesilao que se dispuso a tomar la ciudad pero no pudo por las barricadas que se construyeron a su alrededor. En los años siguientes siguió habiendo invasiones espartanas aunque sin demasiados frutos. Todo cambió con la paz del año 371 a. C.
En esta conferencia de paz estaban representados principalmente Atenas, Esparta y Tebas. Se firmó la paz entre Atenas y Esparta sin problema alguno. Sin embargo, cuando se quiso firmar la paz entre Esparta y Tebas los egos de Epaminondas y de Agesilao chocaron frontalmente.
Epaminondas primero firmó la paz de Tebas con Esparta pero posteriormente quiso hacerlo también en nombre del resto de polis de Beocia que se encontraban bajo su mando, no obstante, se opuso frontalmente Agesilao a esto espetándole que cuándo iban a poder firmar las polis beocias
por sí mismas (instando a su independencia de Tebas), a lo cual Epaminondas le reformuló la misma pregunta con las de Laconia (región de Esparta) y no se llegó a ningún acuerdo. Sin embargo, observándolo fríamente este embate sale a cuenta de Esparta, que quería acabar con Tebas.
En ese momento Tebas se encuentra aislada militarmente y solo con sus aliados beocios.
Cleómbroto, uno de los dos reyes espartanos, se encontraba en Focidia con un ejército y al conocer el resultado de las negociaciones envió un ultimátum a Tebas: o liberan las ciudades beocias
o vamos a la guerra. Por supuesto, Tebas no cedió ni un milímetro. Cleómbroto invade Beocia con su ejército y tras un baile de movimientos entre ambos contendientes, finalmente se encuentran acampados en la llanura de Leuctra.
Por parte de los tebanos había un total de 6 beotarcas (jefes militares) en el terreno los cuales estaban enfrentados 3 a 3 si iban a batallar o se retiraban, cuando llegó un séptimo, se decantó por batallar. Por el lado espartano, Cleómbroto había despertado dudas
de si era protebano ya que en muchas veces anteriores había rehuido de su enfrentamiento con Tebas, por lo que tenía que ir sí o sí a batallar, si no se podría enfrentar a ser acusado de rebelde.
El día de la batalla en el campamento espartano se respiraba euforia y hasta
bebieron vino algunos llegando borrachos a la batalla. Por el otro lado, los tebanos estaban muy concienciados y Epaminondas, genio de la batalla, realizó algunas cosas que fueron claves.
En primer lugar, se cercioró de que quien estuviera en su bando lo estaría al 100% y dejó que todos los que no querían luchar que se fueran, por ejemplo, los tespios se fueron. En segundo lugar, hizo una alegoría con una serpiente diciendo que si mataban su cabeza de nada
valdría el resto, haciendo referencia a que si los espartanos eran derrotados sus aliados huirían. En tercer lugar, fabricó, según Jenofonte, oráculos falsos de que las armas del Templo de Heracles habían sido robadas y que eso significaba que Heracles iba a luchar con ellos.
Así como un oráculo favorable porque hacía siglos unos espartanos habían abusado de dos chicas beocias en Leuctra.
Las fuerzas espartanas eran superiores en número: contaban con unos 10.000 de infantería frente a los 6.000/7.000 de Tebas y en caballería ambos tenían un millar de caballeros.
Se dispusieron del siguiente modo:
Esparta hizo lo de siempre: espartanos en la derecha y aliados en
la izquierda. Cleómbroto se situaría en las primeras líneas en el flanco derecho, como dictaba la tradición espartana. Por otro lado, los tebanos de Epaminondas hicieron algo que cambiaría la historia para siempre: sobrecargar el flanco izquierdo: iban a por los espartanos.
El resto se dispuso del mismo modo a la inversa: aliados a la derecha y tebanos a la izquierda.
Mientras que, según Jenofonte, el flanco derecho espartano no contaba con más de 12 filas de profundidad (lo más seguro 8, que era lo habitual), los tebanos habían amasado más de 50.
En esa masa de tebanos se encontraba el Batallón Sagrado, una unida de élite formada por 150 parejas de homosexuales con la idea de que si veían a su amado en riesgo lucharían con mayor bravura, no les faltaba razón, fueron claves. Estaban bajo el mando de Pelópidas (amigo/amante
de Epaminondas).
Por otro lado, de manera algo incomprensible, las caballerías de ambos ejércitos estaban enfrentadas enfrente de los hoplitas y no a los flancos.
La batalla se iniciaría con una carga de ambas caballerías. La tebana estaba mejor preparada y salió victoriosa teniendo que retroceder la caballería espartana entre sus propias líneas dando lugar a una abertura entre los aliados espartanos y los propios espartanos.
Al mismo tiempo, más o menos, Epaminondas inicia su plan: un ataque oblicuo, primero atacan los tebanos del flanco izquierdo y el resto avanza escalonadamente, lo cual da lugar a que la ventaja que se producirá en el flanco izquierdo no pueda ser compensada en otro flanco. Genial
Cleómbroto, que a pesar de ser su primera gran batalla estaba bien estudiado en las artes bélicas, pudo vislumbrar la táctica beocia e ideó un contraplán consistente en que parte de sus tropas espartanas pasaran por detrás de sus filas y rodearan a los beocios por la izquierda.
Es en ese momento cuando esta batalla se vuelve histórica: Pelópidas ve esto y se lanza a la carrera frente a las líneas espartanas que estaban algo desbaratadas y carga con ferocidad. Los espartanos poco pueden hacer frente a esta mole de gente y Cleómbroto muere.
Los espartanos, horrorizados, huyen a su campamento y se refugian en él. La batalla era de Epaminondas.
Al día siguiente, los peloponesios solicitan retirar los cuerpos (señal de admitir la derrota) y Epaminondas accede aunque obligando a que primero fueran los aliados
con la finalidad de saber cuántos espartanos habían muerto. De este conteo salió que habían fallecido unos 1.000 espartanos de los cuales 400 eran espartíatas (élite) de 700 que había en la batalla.
Cuando la noticia llegó a Esparta, no fue de buen agrado pero los éforos decidieron continuar con su fiesta de las Gimnopedias pues era algo muy importante para ellos. Un problema muy grande surge en ese momento: los que habían huido.
En Esparta las leyes dictaban que no se podía huir de la batalla y en Leuctra había habido muchísimos que lo habían hecho pero Esparta no estaba como para expulsar soldados. Entonces, Agesilao, aun tocado por su enfermedad, comentó que por ese día dicha ley no se aplicaba.
Por otro lado y para vengar a los caídos se envió un ejército al mando de Arquidamo, hijo de Agesilao, a Beocia pero gracias a la intermediación de Jasón de Feras (de Tesalia) no fue a más y se firmó una tregua.
Esparta había perdido su hegemonía y poco le faltó para desaparecer
FIN.
Fuente: "Agesilaus and the Failure of Spartan Hegemony" de Charles D. Hamilton
Esparta era una polis bastante distinta de todas las demás y contaba con un sistema de clases sociales muy peculiar.
Comencemos:
La estructura básica de Esparta estaba compuesta por tres grupos principales:
Ilotas: Siervos de la tierra sin derechos ni libertades.
Periecos: Habitantes de la periferia libres pero sin derechos civiles.
Espartíatas: Los ciudadanos espartanos por excelencia con derechos.
Alejandro llegó al trono en el año 336 a. C. tras la muerte de su padre, Filipo II y, tras dos años de intensas luchas contra los que habían sido sus vasallos para doblegarlos, se dispuso a llevar a cabo el plan que su padre había empezado: la conquista de Persia.
Cruzó a Asia Menor en 334 a. C. donde al poco debió luchar una batalla contra las tropas de varios gobernadores regionales persas (también llamados sátrapas) en Gránico, en la que, a pesar de encontrarse cerca de la muerte y ser salvado, irónicamente por alguien a quien Alejandro
Esta batalla se encuadra dentro de la Segunda Guerra Médica que enfrentó al Imperio Persa (junto con aliados y vasallos, entre los cuales había bastantes griegos) con una coalición de Polis griegas lideradas por Esparta y Atenas.
Jerjes I, rey persa, había concentrado un gran ejército en Asia Menor con el fin de atacar a las polis griegas. Para ello, cruzó por el Helesponto a Europa tras construir puentes sobre él, de ahí se dirigió a Macedonia, que en esos momentos había jurado lealtad al Rey de Reyes.
[HILO] Infancia y vida de Alejandro Magno antes de llegar al trono.
La parte menos conocida de la vida de Alejandro.
Alejandro nació el 20 ó 21 de julio del año 356 a. C. en Pella, la nueva capital del Reino de Macedonia hijo de Filipo II del cual ya hablamos ayer, de la dinastía reinante de Macedonia, los Argéadas y de Olimpia de Épiro, de la dinastía real de Épiro (hija de Neoptólemo I y
hermana de Alejandro I, ambos reyes de Épiro).
Filipo heredó un reino maltrecho después de varias derrotas de sus sucesores, siendo la más sonada la de su hermano, Pérdicas III, que murió junto con su ejército frente al caudillo ilirio Bardilis. Sin embargo, Filipo se repuso.
Cómo se moldeó el ejército que conquistó media Asia para Alejandro Magno
Antes de entrar en los detalles de cómo se modificó el ejército macedonio hay que entender cómo estaban formados los ejércitos griegos clásicos.
Básicamente estos estaban compuestos por hoplitas (infantería pesada), escaramuzadores (peltastas y arqueros) y, a veces, caballería.
Se trataba de una disposición bastante rígida y que hacían depender el resultado de la batalla del empuje de los hoplitas en el centro. El papel de la caballería y de los escaramuzadores era más bien menor, con honrosas excepciones, por supuesto.