Acabo de descubrir una cosa en el Evangelio de Marcos que me ha dejado loquísimo.
Tengo que terminar de ordenarlo en mi cabeza. Ahora vienen unas amigüitas a visitarme. Si no se van muy tarde lo escribo esta noche o lo cuento por Spaces
Nah. Lo intento escribir rápido ahora. Esta bastante bien.
Os dejo aquí un pequeño esquema de algo que he descubierto esta tarde y que espero que os parezca igual de sorprendente que a mí.
En el episodio en el que Cristo camina sobre las aguas en realidad están ocurriendo muchas cosas.
Sin embargo, fiel a su estilo, Marcos condensa muchísima información en muy pocas líneas.
Estoy hablando de Marcos 6, 48-50. Intentaré ser sucinto, pero es que, repito, aquí ocurren muchas cosas.
Antes un poco de contexto: Cristo acaba de alimentar a una gran multitud milagrosamente. Se despide de la gente, manda a sus discípulos que vayan a la barca y se va a orar al monte.
A la cuarta vigilia (es decir, poco antes del amanecer, todavía oscuro, pero con algo de luz),
El episodio en el que Cristo calma las aguas de la tormenta se recoge en los tres Evangelios sinópticos, así como aquel otro en el que Cristo camina sobre ellas.
Hay que tener presente, antes de avanzar, que estos pasajes guardan un alto contenido epifánico, es decir, son episodios en los que la identidad de Cristo empieza a sospecharse.
Empieza a manifestar una serie de atributos que lo separan del resto de los hombres, hasta tal punto que pueda parecer que sea algo más:
«¿Quién es este, que hasta el viento y el mar lo obedecen?». Mat 8, 27
¿Pero quién es este? ¡Hasta el viento y el mar lo obedecen!». Mar 4, 41
Los libros del sacerdote Joseph Fitzmyer, en especial sus comentarios a distintos libros de la Biblia, son de lo mejor que he leído. Lo que estoy aprendiendo con él no tiene nombre.
Esta tarde os subo material suyo a la carpeta compartida de Drive.
Hay que saber un poco de griego para poder seguir sus comentarios, eso sí.
Voy a estar joseándole material por aquí durante mucho tiempo.
Estas palabras están en boca de millones de creyentes, especialmente estos días.
Como saben, la oración tiene su origen en las palabras de Gabriel a María:
(...) Dios envió al ángel Gabriel a la ciudad galilea de Nazaret para ver a María, una virgen que estaba comprometida con José, un hombre que era descendiente de David. El ángel entró en donde ella estaba y le dijo: «¡Salve, muy favorecida! El Señor está contigo.»
Lucas 1, 26-28
"Muy favorecida!", "¡Amada!", "¡Llena de gracia!", "tú que has recibido el favor de Dios!", "favorecida de Dios".
"κεχαριτωμένη" (kecharitōmenē), forma del verbo χαριτόω (charitoó).
Se trata de un verbo que sólo se utiliza dos veces en todo el Nuevo Testamento.