Con este hilo comenzamos una serie sobre el reino Greco-bactriano, Estado a menudo olvidado, tanto por su lejanía como por las escasas fuentes que de él tenemos.
Hoy: los orígenes del reino Greco-bactriano, el reino helenístico del Asia Central⬇️
Entre las montañas del Hindu Kush y el caudaloso río Oxo, al norte del actual Afganistán, se extendía la región Bactria, una tierra de contrastes que abarcaba fértiles llanuras aluviales, desiertos calurosos y montañas heladas.
La diversidad de sus paisajes ayuda a entender por qué el fenómeno urbano y la agricultura se desarrollaron tan temprano aquí, hacia el 2000 a.C.
Ya en la Antigüedad era famosa por su fertilidad y su posición geográfica estratégica en las grandes rutas comerciales que atravesaban el continente asiático. No sorprende que los grandes imperios siempre pusieran sus ojos sobre esta codiciada región, la tierra “de mil ciudades”.
Nuestras primeras fuentes escritas de Bactria pertenecen al periodo en que los aqueménidas contralaban la región. De hecho, en el célebre relieve de la Apadana de Persépolis que muestra los tributarios del Imperio aqueménida aparece una delegación bactriana.
Alejandro Magno también se interesó por la conquista de la zona cuando el Imperio aqueménida quedó en sus manos. Pero su dominio no fue sencillo pues varias sublevaciones, tanto de nativos, como la de Espitamenes, como de colonos griegos, estallaron en la región.
De hecho, poco después de su muerte, una nueva insurrección estalló en Bactria, y el control macedonio en la zona se debilitó aún más, sobre todo debido a la muerte de numerosos colonos que habían sido establecidos en la zona.
Bactria quedó bajo un dominio más estable una vez que el poder del Imperio seléucida se consolidó en la región. Seleuco I emprendió a fines del siglo IV a.C. una serie de campañas. Aunque se encontró con fuerte resistencia local, al final salió airoso y anexó Bactria a su reino.
Resultó clave el papel de su primera esposa, Apama, y de su hijo, Antíoco I. Apama era hija de Espitamenes, el terrible enemigo de Alejandro. Se discute si sus orígenes eran bactrianos o más bien iranios, pero no se duda de la influencia que su casa poseía en Bactria.
De esta forma, el matrimonio propició las buenas relaciones entre seléucidas y sus súbditos bactrianos. La presencia prolongada del por entonces príncipe Antíoco en las Satrapías Superiores (que comprendían Bactria, entre otras) también contribuyó a esto.
Así, durante casi medio siglo, el control seléucida sobre Bactria y las zonas aledañas fue considerable, y vino de la mano de una extensa actividad de fundación de ciudades y fortalezas fronterizas por parte de los reyes. El periodo helenístico, de hecho, fue de gran prosperidad.
Sin embargo, mientras más avanzamos en el siglo III a.C. vemos cómo este control se ejercía cada vez menos de forma directa. Los seléucidas tuvieron que delegar progresivamente su autoridad a los poderes locales, lo que se intensificó en el reinado de Antíoco II (r. 261-246 a.C.)
Esto se debió a las numerosas crisis políticas que surgieron en el seno de la dinastía, como la Tercera Guerra Siria o Guerra de Laodice que se desató tras la muerte de Antíoco II entre sus hijos y esposas, y que dividió en dos la casa real e involucró a los ptolomeos de Egipto.
Con la atención de los reyes puesta en el Occidente del Imperio, los gobernantes del Este gozaron de una autonomía creciente, que llegó a derivar en verdaderas rupturas respecto al poder central seléucida.
Hacia el 245 a.C., Partia (norte de Irán), satrapía lindante con Bactria, estaba en manos del gobernador Andrágoras (o Ferecles, según otras fuentes). Él y su par bactriano, Diodoto, gozaban de una autonomía considerable.
De hecho Diodoto había comenzado hacía tiempo a emitir series de monedas en nombre de Antíoco II, pero se tomó la libertad de reemplazar el rostro del rey que en ellas aparecía con el suyo propio, y a la imagen de Apolo, patrón seléucida, con la de Zeus.
Diodoto controlaba los asuntos de su satrapía de manera muy efectiva, y pudo hacer frente a las invasiones de los nómadas Partos que llegaban desde el norte. Los Partos, sin embargo, siguieron su camino hacia el oeste, hacia los dominios de Andrágoras.
No podía ser peor momento, porque Andrágoras estaba llevando a cabo una secesión de sus señor seléucida, el joven Seleuco II, aprovechando la guerra por la que atravesaba. El caos político y social coadyuvó a la entrada de los Partos, quienes derrotaron al rebelde.
Los recién llegados se apropiaron de la satrapía, y fueron identificados con ella hasta el punto de que de ahí en más las fuentes grecorromanas los denominaría partos. Su líder, Arsaces, fundador de la dinastía arsácida, recibiría el beneplácito de Seleuco II para gobernar...
...Partia e Hircania en su nombre. A la larga, sin embargo, esto resultaría insuficiente para Arsaces, quien comenzaría a expandirse en detrimento del Imperio seléucida. El reino que comenzó a crear terminaría siendo uno de los mayores rivales de los seléucidas.
En cuanto a Diodoto, las relaciones con sus nuevos vecinos partos no podían ser muy buenas, debido a sus luchas pasadas. Pero la posible guerra entre ambos nunca estalló, puesto que Diodoto murió no mucho después.
A diferencia de él, su hijo, Diodoto II, estuvo dispuesto a sellar la paz con los partos, creando así una frontera más o menos estable entre lo que comenzaba a delinearse como el reino greco-bactriano y el Imperio parto o arsácida.
Diodoto II ascendió al trono en algún momento entre los años 240-235 a.C. Su llegada al mismo no fue traumática ni inesperada. Al parecer, ya había actuado como corregente de su padre durante mucho tiempo, y se había encargado de ciertas tareas administrativas junto a él.
Ambos parecen haber sido los responsables de la división del reino en satrapías, imitando el modelo seléucida y aqueménida. Su número y nombres nos son desconocidos excepto por dos: Aspionos y Turiva, al norte. En cualquier caso, Diodoto II parece haber sido sátrapa cuando joven.
Ambos reyes llevaron a cabo proyectos de urbanización, fundación de ciudades y fortificación de las fronteras (sobre todo al norte). En un mundo donde el griego se estaba volviendo la lengua franca, patrocinaron el uso de la misma a nivel administrativo y favorecieron...
...la importación de artefactos de orígenes helénicos a la vez que el desarrollo de las artes de la tradición helenística. Es decir, Bactria, aunque alejada espacialmente, no estuvo desconectada del mundo helenístico, si no todo lo contrario.
La prosperidad de la dinastía se evidencia sobre todo con la increíble monetización de la economía greco-bactriana. Siguiendo patrones e imágenes heredadas de Alejandro y los seléucidas, se crearon numerosas series de acuñaciones propias.
De hecho, en algún momento que no es fácil de determinar, la acuñación dejó de realizarse en nombre del rey seléucida. Al contrario, comenzó a hacerse en nombre de “Diodoto”, quien asumió el título de “rey”. Esto es un claro signo de la independencia alcanzada por Bactria.
Pero no deberíamos pensar esta independencia se consiguió de un día al otro, como una especia de revolución. En realidad, fue una evolución política causada por la progresiva debilidad seléucida, como ya hemos dicho.
Así, que los gobernantes de Bactria asumieran el título de rey es el resultado de un largo proceso, y no un evidencia de un único evento de sublevación y cisma. Lo más probable es que haya sido Diodoto II quien acuñó monedas con el retrato de su padre y le añadió este título.
Esto habría sido una estrategia para ganar legitimidad. Porque si su padre tenía motivos para no declarar su independencia de los seléucidas tan abruptamente, para el momento en que Diodoto II gobernaba, la situación era diferente, y era una alternativa muy viable.
Sin embargo, en el mundo helenístico, no bastaba con ser “hijo de” para ser reconocido como rey. El ideal de la monarquía helenística estaba basado en una imagen de reyes guerreros, que hacían grandes hazañas y cuyo poder descansaba sobre todo en su carisma militar.
Diodoto II no podía dar crédito de nada parecido, por lo menos no según lo que sabemos de él. Quizás por eso comenzó a ser cuestionado, y el sátrapa de Sogdiana llamado Eutidemo, inició una guerra contra él.
No están claros los motivos exactos: para el historiador W. Tarn, Eutidemo se rebeló como reacción a la alianza entre Diodoto y los partos. Para F. Holt, en cambio, Diodoto habría terminado por acudir a los partos debido a la guerra civil que Eutidemo había desatado.
Nuestras fuentes son contradictorias y, sobre todo, escasas, por lo que no hay nada claro en este aspecto. Lo que sí es seguro, es que hacia el 225 a.C. Eutidemo derrotó a Diodoto II y lo asesinó, tomando el trono para sí y fundando una nueva dinastía reinante.
¿Qué fue de Bactria luego de esto? Pues en el próximo hilo lo veremos, al hablar de la nueva dinastía reinante y su increíble expansión territorial.
Imágenes📷
-Flappiefh, World Imaging
-World Imaging, Rowanwindwhistler
-antipodas.net
-Marco Prins
-Rowanwindwhistler
-The J. Paul Getty Museum
-Institute of Archaeology RAS
-CNG
-Enyavar
-CNG
-CNG
-CoinIndia
Bibliografía📚
Para los interesados en Bactria y los griegos en el Asia Central, hay un par de obras de referencia básica que deberían consultar
-Tarn, W. W. (1938). The Greeks in Bactria and India
-Holt, F. L. (1999). Thundering Zeus
-Mairs, R. (2014). The Hellenistic Far East
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Roma ingresó al mundo helenístico con la fuerza de las armas. Pero ¿cómo asegurar su dominio? La propaganda y la ideología fueron centrales para estos fines. Incluso la esfera de lo divino se puso al servicio de la poderosa urbe.
Cuando Roma se convirtió en una diosa ⬇️
La personificación divinizada de Roma, Dea Roma, en latín, Thea Rhome, en griego, curiosamente no tuvo sus orígenes en el mundo romano, sino en el helénico. En época de Cicerón, “Roma” no podía ser considerada aún sinónimo de patria, ni del Estado romano, mucho menos una diosa.
La estructura política era la República, Roma era solo la ciudad. Con el advenimiento del Imperio, vemos los primeros usos romanos de la palabra Roma como un ente colectivo y, más importante para nosotros, como diosa.
La destrucción de Persépolis fue uno de los episodios más terribles de las campañas de Alejandro Magno. En mayo de 330 a.C., esta capital del Imperio aqueménida ardió.
Pero ¿por qué? ¿De qué le valió esto al conquistador?
Hilo⬇️
Mientras Alejandro de Macedonia avanzaba por el Imperio aqueménida, las principales urbes cayeron ante él y algunas incluso fueron saqueadas. Ese fue el destino de una de las capitales del Imperio, Susa. Pero el comportamiento de Alejandro respecto a Persépolis sería diferente.
Alejandro entró a la ciudad poco después de enfrentarse al sátrapa de Persis Ariobarzanes en la Batalla de la Puerta Persa. Quizás como venganza ante este atrevimiento, el macedónico desató el infierno al llegar a Persépolis.
Esta inscripción es el testamento de Ptolomeo VIII Fiscón (184-116 a.C.) y es excepcional, porque se trata de la primera evidencia que tenemos de un rey helenístico nombrando como heredera de su reino a nada más y nada menos que a la mismísima República romana.
Hilo⬇️
Fiscón no tuvo un reinado fácil: durante la mayor parte tuvo que luchar contra su hermano, Ptolomeo VI Filometor, de quien había sido corregente. Durante un tiempo, debió contentarse con gobernar solo la Cirenaica, al norte de África. Fue un momento de mucha tensión...
...política, y, de hecho, en 156 a.C. Fiscón sufrió un intento de asesinato. Al año siguiente, escribió este testamento, en el cual establecía que, hasta que concibiese un hijo, Roma sería formalmente la heredera de la Cirenaica.
Es una de las inscripciones más famosas de la Antigüedad y su nombre se reconoce con facilidad. Fue decisiva para el desciframiento del los sistemas de escritura del Antiguo Egipto. Pero ¿qué dice? ¿de qué trata? Hoy hablamos un poco de la Piedra de Rosetta.
¿Quién no ha oído hablar de Champollion, el hombre que, con la ayuda de una larga tradición de estudiosos de idiomas antiguos por detrás, dio con la clave para descifrar la escritura de una lengua que hacía siglos había dejado de hablarse y de escribirse?
En esta historia la Piedra de Rosetta fue el elemento clave que ayudó a completar las lagunas de conocimiento sobre el egipcio antiguo que impedían que este fuera realmente comprendido una vez más. Pero esta no es la historia que nos compete aquí. Debemos ir más atrás.
Hoy vamos a hablar de un fenómeno muy particular, de una forma por la cual la gente se acerca al pasado, se apropia de él y lo usa. Y no cualquier pasado: la historia del Imperio Aqueménida. Hablamos de “persianismo” ⬇️
Persianismo es un término reciente. Lo acuñaron y popularizaron los historiadores M. J. Versluys y R. Strootman, especialistas en helenismo tardío e imperio romano y el periodo helenístico, respectivamente. Pero el concepto es poderoso, y excede a ese momento histórico.
Para ellos, el persianismo es un modo por el cual grupos, individuos, países, políticos y poetas han mirado a la historia del Imperio aqueménida y encontraron en ella algo de interés. No se trata necesariamente de miradas objetivas.
Hoy me voy un poco de los temas que tratamos usualmente aquí, pero es que quiero mostrarles esto que es maravilloso y descubrí ayer: las pinturas murales sogdianas de Afrāsyāb, al norte de Samarcanda, actual Uzbekistán.
Datan de mediados del siglo VII, época del dominio del Kaganato de los Turcos Occidentales. Fueron descubiertas casi por casualidad en 1965. Unos años más tarde un estudio llamaría a la sala de donde la mayor parte de las pinturas fueron recuperadas "El Salón de los embajadores".
La razón es que las figuras representarían a varios embajadores de estados asiáticos en estrecho contacto con Sogdiana por entonces, todos en procesión hacia una figura central que lamentablemente no se preservó (posiblemente un soberano o una divinidad).