“Y no hemos podido sentarnos a hablar de eso, de todas las cosas que vimos, y que… seguimos normal. Y sabes qué es lo que pasa? Que no se va a hablar. Porque la gente quiere que la pandemia se acabe.”
Muchos colegas me han dado las gracias por mencionar esto 🧵
Por decir que nosotros queremos hablar sobre lo que nos pasó, lo que vivimos, lo que vimos. Y como dice mi colega Juan Pablo Lopez: Hacer catarsis, y que nos desahoguemos, y que, la vida sigue.
Pero hablar de lo que nos pasó.
Este episodio de @treceporcien es una conversación con Stella.
Pero traigo a colación ese primer minuto de ese episodio, que es no sobre Stella Navarro únicamente, sino sobre lo que nos pasó a los que hemos sido “primera linea”, y que,
…no solo lo podemos ver como el estado patológico mental que queda después de presenciar y tener que intervenir en medio de una catástrofe.
Es la conversación cotidiana que quieres tener cuando se te muere una mascota, cuándo enfermas, cuando presencias un accidente. Sí, los sicólogos y psiquiatras nos han ayudado mucho. Pero la sociedad a la cual nos pusimos a disposición no desea escuchar lo que fue para nosotros.
Los aplausos? Mil gracias. Pero sentémonos a tomar un café, no huyan cuando hablemos de lo duro que era sostener un teléfono de una persona que estaba despidiéndose de los suyos. Que ojalá puedan entender que no hemos sido unos villanos quitando derechos y haciendo imposiciones.
Que somos simples seres humanos tratando de hacer un trabajo donde sabíamos de entrada que era imposible que todo saliera bien, donde nosotros simplemente estábamos, en medio de nuestro cansancio, de nuestro miedo, de nuestra soledad…
… tratando de hacer lo mejor que podíamos con lo que teníamos al alcance de nuestras manos.
Simples seres humanos falibles. No héroes. Los héroes no se agotan, hacen cosas imposibles y cuentan con otros héroes
No, nosotros no somos eso. Y ahora los necesitamos a ustedes.
No tengo sino palabras de agradecimiento y admiración por Nicolás @npinzong y Andrés @noeshumo. Ellos quisieron hablar conmigo y eso terminó siendo, como lo digo al final, un ejercicio terapéutico.
Y agradezco de corazón a muchas personas por acá que han hecho lo mismo 🙏🏻🤍
Agradezco a los colegas que han hecho posible que enfrentemos una pandemia. Agradezco a todas las personas, entidades e instituciones que hicieron que pudiéramos hacer lo que hemos venido haciendo. Agradezco a las personas que han hecho su aporte al vacunarse o cuidarse.
Agradezco a las personas que han sido apoyo con sus palabras, sus gestos, con abrazos virtuales, con sus memes, sus paisajes, sus mascotas, sus risas, con sus saludos, con sus conversaciones que han brindado nuevas perspectivas que, en mi caso, me han permitido crecer.
Pero muchos de mis compañeros de trabajo (desde oficios varios hasta intensivistas) no tienen ese privilegio que yo tengo acá.
Si conoce a alguno, hágale una señita para que esa persona sepa que usted valora y comprende lo que ha hecho durante tantos meses.
Porque cuando lo vean, lo escuchen y se darán cuenta que no están ante una persona con súper poderes. Que están ante un ser humano que le tocó vivir algo que queda apuntado en los libros de historia y que seguro le puede contar un capítulo del libro.
Y eso será bueno para todos.
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Tengo que reconocer que al personal en salud, y sobre todo a los médicos, cuando vemos que ya no tenemos tratamientos que ofrecer, pensamos en que “no hay nada que hacer”.
Pero quiero compartirles algo: cuando se nos acaban las opciones curativas, SIEMPRE hay algo que hacer.
Hay momentos donde reconocemos más la cercanía de la muerte que los signos de vida en un paciente.
Ese momento no es nuestra derrota.
Es un momento trascendental en el sentido más místico y textual de la palabra. Somos testigos de ese momento: la invitación es a ser actores.
El fin de vida de alguien nos marca a todos. A quienes asistimos desde cualquier lado del escenario. Nosotros tenemos nuestro rol ahí.
No se trata de generar falsas esperanzas ni sugerir tratamientos que no van a lograr ningún efecto real y que pueden aumentar el sufrimiento.
Hablar con los que queremos.
Hablar sobre cómo nos gustaría vivir.
Hablar sobre lo que más valoran en su vida.
Hablar sobre lo que se pide hacer por amor
Hablar sobre lo que para ellos sería peor que la muerte.
Hablar sobre que quisieran ellos que nosotros hiciéramos en caso de que estén mal.
Hablar sobre el límite al que nunca quisieran que los dejáramos llegar.
Hablar sobre el amor que es respetar la voluntad del otro.
Hablar sobre lo doloroso que es aceptar la muerte del otro
Hablar sobre que dejar morir es también a veces un acto de amor, de compasión.
Hablar sobre la muerte, porque ella no dejará de llegar porque no la mencionemos, porque siempre llegará y es mejor que sepamos dónde pararnos.
El problema grande en Colombia en este momento no son las camas de UCI. Tiene más peso la pobreza, la salud mental, las barreras de acceso, la inequidad, los menores de edad desescolarizados, la pérdida de confianza en las autoridades, la fatiga del talento humano en salud.
Leyendo lo que he visto en el día de hoy, parece que no hemos entendido dos cosas
- No hay escasez de camas de UCI en este momento.
- Los médicos NO estamos para “castigar” a los pacientes por sus decisiones. Estamos para atender enfermos, no para juzgarlos.
Es fácil ver que el valor de la vida en Colombia es muy pobre. Si te equivocas, si haces algo malo, parece que parte de la sociedad está lista a considerar que el precio justo de eso es la vida. Los linchamientos se aplauden.
Si creen en el equilibro del universo, en la telaraña cósmica o en Dios, les pido que le manden toda la mejor energía, toda la fua, a mi vecina del lado del día de hoy. Mañana cumple años. A mi me daban de alta. Ella se queda.
Vivir con dolor puede ser eso: que el mejor regalo sea saber que vas a estar un día sin dolor. Así sea en un hospital. Así sea que te esperen varios chuzones con agujas de esas que van hasta el fondo.
Imagínate estar feliz porque sabes que eso es lo mejor que te puede pasar.
Hay cosas que son difíciles de comprender. Una de esas es lo que vive una persona que siente dolor todos los días de su vida. A veces somos “drama queen”, otras, somos la mujer maravilla; muchas más somos simplemente insoportables (posiblemente el dolor está siendo insoportable).
He perdido ya la cuenta de cuántas veces me han llamado de hospitalización o de urgencias porque hay un paciente con COVID con la oxigenación terriblemente mala y que no quiere que lo intuben.
Tú llegaste tan mal que el médico subió a la UCI a buscarme.
A duras penas estás despierto. Necesitaríamos estabilizarte antes de pensar en hacer algo. Bajamos con un plan A y apenas te vemos sabemos que tendrá que ser el B o el C. Ni siquiera puedes decir cómo te sientes. Te pido que con la cabeza me digas si o no a lo que te pregunto.
- Hola, soy la intensivista de turno. Vengo a ayudarte.
Algo que ha sido una constante en la pandemia ha sido acostumbrarme a la mirada de terror cuando digo mi oficio. Era mucho más fácil cuando tenía que explicar a qué venía.