Estoy estudiando el Evangelio de Marcos, y he descubierto algo que me ha llamado la atención.
Como sabéis, en Marcos 1, 23-26 se narra el primer exorcismo de Cristo en Cafarnaúm.
Investigando un poco sobre este tema, me he topado con el trabajo de E. F. Kirschner, sobre los exorcismos en el mundo antiguo.
En él dice cosas muy interesantes, pero me quiero centrar en dos de ellas:
1.Según su análisis de las fuentes, la única figura a la cual se atribuyen exorcismos y se relatan con detalle es precisamente a Cristo, en los Evangelios (en especial Marcos).
2.A diferencia de otras figuras de la época, los exorcismos de Cristo se caracterizan por dos notas:
🔘La primera es que sólo su palabra es suficiente para llevar a cabo el exorcismo,
🔘y la segunda es que en estos exorcismos no invoca el nombre de una figura superior a él para consumarlos (por ejemplo, Flavio Josefo nos habla de un exorcista que invoca el nombre de Salomón).
Veamos primero a qué me refiero con que sólo 𝐬𝐮 𝐩𝐚𝐥𝐚𝐛𝐫𝐚 𝐞𝐬 𝐬𝐮𝐟𝐢𝐜𝐢𝐞𝐧𝐭𝐞. En Marcos 1, 24, el demonio se dirigió a Cristo así:
«¿Qué tenemos que ver nosotros contigo, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios».
Tras esto, Marcos nos dice que:
Jesús lo 𝗶𝗻𝗰𝗿𝗲𝗽𝗼́ (ἐπιτιμάω –epitimao-): «¡Cállate y sal de él!». Marcos 1, 25
La palabra que he resaltado en negrita (increpó) es la importante.
R.T. France afirma que el trasfondo de esta palabra es el término hebreo “ga’ar” (גָּעַר).
Se utiliza pocas veces en el Antiguo Testamento, y se suele emplear para describir la “palabra subyugadora” de Dios contra sus enemigos.
Como todo esto me empezada a resultar sospechoso, he acudido a la Septuaginta, que es la traducción griega del Antiguo Testamento,
y es la mayoritariamente empleada por los autores del Nuevo Testamento.
En esta traducción, la palabra griega empleada generalmente para traducir el hebreo "ga'ar" es la misma que os he resaltado antes: ἐπιτιμάω.
Por ejemplo:
"Reprendiste (ἐπιτιμάω) a los pueblos, destruiste al impío y borraste para siempre su apellido". Salmos 9, 6
"Reprime (ἐπιτιμάω) a la fiera del cañaveral, al tropel de los toros, a los novillos de los pueblos". Salmos 68, 31
Y el tercer ejemplo es el más interesante:
Dijo el mensajero del Señor al Satán: «𝐐𝐮𝐞 𝐭𝐞 𝐢𝐧𝐜𝐫𝐞𝐩𝐞 (ἐπιτιμάω) 𝐞𝐥 𝐒𝐞𝐧̃𝐨𝐫, 𝐒𝐀𝐓𝐀́𝐍; que te increpe el Señor, el que elige Jerusalén. Zacarías 3, 2
Resumiendo este punto:
🔘Cuando Marcos dice que Cristo “increpó” al demonio, está aludiendo al término hebreo "ga’ar" que, como he dicho, habla del poder subyugador de la palabra de Dios y tiene a Dios como sujeto.
🔘Esta palabra se traduce en la Septuaginta con el mismo término que emplea Marcos.
🔘En el libro de Zacarías el mensajero de Dios le dice a Satán “que te increpe Dios”, pero en el Evangelio de Marcos es Cristo el que increpa al demonio (Satán).
¿Queréis ver algo más interesante aún?
Es precisamente en este capítulo de Ezequiel en el Dios dice que va a enviar a su siervo para borrar el pecado del pueblo de Israel:
"Mirad, voy a hacer venir a mi siervo «Germen». Mirad la piedra que pongo ante Josué, es piedra única con siete ojos.
Yo mismo grabaré su inscripción (...), 𝐲 𝐚𝐩𝐚𝐫𝐭𝐚𝐫𝐞́ 𝐞𝐥 𝐩𝐞𝐜𝐚𝐝𝐨 𝐝𝐞 𝐞𝐬𝐭𝐞 𝐩𝐚𝐢́𝐬 en un solo día" Zacarías 3, 8-9
Lo digo en serio, leed el capítulo entero.
¿Veís ahora por qué la palabra de Cristo es tan efectiva?
Porque es la misma palabra de Dios la que expulsa al demonio.
Ahora vayamos al segundo punto:
¿Por qué Cristo no invoca el nombre de nadie para expulsar a los demonios, a diferencia de otros exorcistas?
La respuesta a esta segunda pregunta la encontramos en la primera.
Si sólo la palabra de Cristo es suficiente para exorcizar, porque Cristo es Dios, entonces, ¿a qué autoridad superior va a invocar para llevarlos a cabo?
Mirad esto. En los manuscritos del Mar Muerto, coleccionados por la secta judía de los esenios, encontramos algo interesante.
Estos manuscritos se descubrieron en 1946, y son un hallazgo muy importante, porque nos han ayudado mucho a comprender el judaísmo de los tiempos de Cristo.
La secta desapareció en los años 70 del siglo I, tras la destrucción romana del segundo templo de Jerusalén.
Los miembros de esta secta también practicaban exorcismos. Uno de los documentos recuperados es 4Q560, una especie de tratado sobre demonios y encantamientos.
Pues en este tratado se afirma que el exorcista tiene que reprender al demonio en “nombre de aquel que perdona los pecados y las transgresiones”.
¿Quién es para estos judíos el que concede tal perdón? Evidentemente, Dios.
Por esto, cuando Cristo, también en el Evangelio de Marcos, cura al paralítico, pero antes dice "Hijo, tus pecados te son perdonados", los escribas piensan en sus corazones:
"¿Por qué habla este así? Blasfema. ¿Quién puede perdonar pecados, 𝐬𝐢𝐧𝐨 𝐬𝐨𝐥𝐨 𝐮𝐧𝐨, 𝐃𝐢𝐨𝐬?"
Ahora unamos todo lo dicho.
🔘Según el documento 4Q560, los exorcismos se hacen en nombre "de aquel que perdona los pecados".
🔘Según los escribas, es Dios el que otorga ese perdón.
¿Cómo acaba el Evangelio de Marcos?
Con una serie de instrucciones a sus discípulos:
El que crea y sea bautizado se salvará; el que no crea será condenado. A los que crean, les acompañarán estos signos: 𝐞𝐱𝐩𝐮𝐥𝐬𝐚𝐫𝐚́𝐧 𝐝𝐞𝐦𝐨𝐧𝐢𝐨𝐬 𝐄𝐍 𝐌𝐈 𝐍𝐎𝐌𝐁𝐑𝐄. Marcos 16, 16-17.
Ya podemos respoder las dos preguntas:
¿Por qué Cristo usa sólo su palabra para reprender a los demonios? Porque es Dios.
¿Por qué Cristo no invoca el nombre de Dios para expulsar a los demonios? Porque es Dios.
Este hilo es para leer con tranquilidad, pero creo que puede ser de provecho. Si hay algo que no queda claro, preguntad, por favor.
Hoy en la Iglesia Católica se ha leído parte del capítulo 2 del Evangelio de San Juan.
Como es uno de mis episodios favoritos, y como he hablado de él en varias ocasiones, aprovecho para recordar los importantes acentos marianos que hay en él.
La reflexión gira en torno a estas palabras que Cristo dirige a su madre:
Mujer, ¿qué tengo yo que ver contigo?
¿Por qué se dirige a ella en términos que a primera vista parecen despectivos?
Espero que al final del hilo alcancemos siquiera ligeramente una respuesta.
Pero vayamos por partes. Empecemos desde el principio, y nunca mejor dicho. El capítulo comienza así:
Hace un tiempo comenté el episodio en el que Cristo 𝐜𝐚𝐥𝐦𝐚𝐛𝐚 𝐥𝐚𝐬 𝐚𝐠𝐮𝐚𝐬, y cómo esto era una señal de su divinidad.
Aunque lo mencioné de pasada, me gustaría tratar con un poco más de detalle un paralelismo que hay entre el Dios del AT y el Cristo del NT.
Antes de empezar, creo que es provechoso recordar estas palabras del Señor:
Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis, pero si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras, para que comprendáis y sepáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre.
Juan 10, 37-38
Es decir, la naturaleza de Cristo se revela no sólo a través de lo que 𝐝𝐢𝐜𝐞, sino que también, y puede que más importante, a través de lo que 𝐡𝐚𝐜𝐞.
Pero, ¿qué hizo Cristo en el episodio de la tormenta?
Quiero empezar este nuevo año con un pequeño hilo sobre las palabras de Cristo en la cruz, que también marcaron el comienzo de un tiempo nuevo.
"Jesús clamó con gran voz: Eloí Eloí, lemá sabaqtaní (que significa: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?)".
Marcos 15, 34
"Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?".
Con estas palabras empieza el Salmo 22.
Incluso en la cruz, Cristo citaba la Escritura. Es decir, seguía enseñando. No estamos, así, contemplando solamente el grito de desesperación de una persona que se siente abandonada.
Para comprender qué está ocurriendo aquí, tenemos que tener en cuenta que, en el judaísmo antiguo, citar el comienzo de un salmo significaba invocar el salmo entero.
Así, en la Mishnah Taanit se recogen una serie de bendiciones que los judíos debían recitar en Rosh Hashana.
No es la primera vez que os digo que el Evangelio de Juan es especialmente complicado por los múltiples sentidos que contienen sus versículos.
Parece una constante en su narración, por ejemplo, que cuando Cristo dice algo de sí mismo,
la gente no lo entiende (pensad en su encuentro con Nicodemo).
Por esto hay que estar muy atento a los detalles, porque es muy fácil que se nos escapen verdades teológicas profundas.
En este Evangelio son famosas las frase de Cristo que tienen esta estructura:
Yo soy X.
Es decir:
Yo soy el pan de vida
Yo soy la luz del mundo
Yo soy la resurrección y la vida
Etc.
Sin embargo, no me quiero centrar en estos dichos, sino en otros que tienen una estructura parecida, pero diferente. Aquellas en las que Cristo dice de sí mismo “yo soy”.
Como se va acercando la Navidad, y a petición de un twittero, creo que sería de provecho que hablase un poco sobre este tema, ya que muy probablemente se va a empezar a mencionar por estos lares.
Como aborda cuestiones que no suelo tratar por aquí, me disculpo si cometo errores. En cualquier caso, os presento mis conclusiones después de unos días de estudio.
Aunque se suele decir que la Navidad se instituyó para sustituir a las Saturnalias,
en realidad el verdadero debate está en si se escogió la fecha del 25 de diciembre como la del nacimiento de Cristo para polemizar con la fiesta pagana del Sol Invicto.
La Iglesia, así, y en palabras del autor que popularizó esta teoría,