Hola niños, hoy vengo a contaros la historia de un hombre al que ninguna cárcel pudo retener mientras él no quiso. Un hombre que se llegó a fugar de la cárcel utilizando sopa como herramienta. Esta es la historia de Yoshie Shiratori.
Antes de empezar, un detalle: aunque la historia de Yoshie es real, hay algunos detalles que son difíciles de comprobar y que suenan más a romantización de su historia que a realidad. Pero lo voy a contar tal como lo he encontrado, por motivos de tiempo y de que no hablo japonés.
Yoshie Shiratori nació el 31 de julio de 1907 en la Prefectura de Aomori, al norte de la isla de Honshu, en Japón. Era un hombre de clase obrera, y durante unos años trabajó en lo que buenamente pudo: como granjero, en una tienda de tofu, pescando cangrejos…
El trabajo era malo y escaso, y pronto Yoshie se vio arrastrado al mundo del juego y las apuestas. Y si habéis escuchado a @el_descampao hablando de los orígenes de la yakuza*, ya sabéis que eso no lleva nunca a nada bueno.
*Y si no, ya estáis tardando.
Como no podía ser de otra forma, Yoshie se acabó metiendo en líos muy gordos y en 1936 fue a dar con sus huesos a la cárcel de Aomori, acusado de robo y asesinato, cargos que él siempre negó. Los fiscales pedían para él la pena de muerte.
Mientras Yoshie aguardaba la sentencia, los guardas de la prisión se dedicaban a darle palizas día sí, día también. La vida se le hizo insoportable, y al final se le metió una idea en la cabeza: tenía que escapar de allí como fuera.
Durante meses Yoshie estudió los movimientos de los guardas. Memorizó sus entradas y salidas, cuándo cambiaban los turnos y cuándo pasaban a vigilar las celdas. Descubrió que tenía un margen de 15 minutos en los que no había nadie vigilando.
Y una mañana, a eso de las 5.30, esperó a que el guarda hubiera pasado por delante de su celda y se puso manos a la obra: sacó un alambre que tenía guardado* y forzó la cerradura de la celda. Y luego la de una puerta, y otra, y otra… Así hasta seis.
*¿De dónde sacó el alambre, preguntáis? Pues del cubo de madera que le traían para asearse.
Cuando el guarda pasó por la celda en la siguiente vuelta vio a Yoshie durmiendo en su futón y no se inmutó. Por supuesto, a esas alturas Yoshie estaba correteando por el bosque y lo que había visto el guarda eran… tablas de madera del suelo apiladas en forma de Yoshie.
No fue hasta bien entrada la mañana, cuando vieron que no se levantaba, que decidieron entrar a la celda y… SORPRESA.
La cosa es que la escapatoria no le duró mucho a nuestro amigo, porque tres días después lo pillaron robando medicinas de un hospital y lo detuvieron de nuevo. Esta vez la condena fue de cadena perpetua y lo trasladaron a la prisión de Akita, a ver si allí se comportaba.
Akita era un lugar mucho más duro, y al pobre Yoshie le daban candela pero bien. Además de las palizas, estaba en régimen de trabajos forzados y lo habían metido en una celda “a prueba de fugas” en la que no había ni futón para dormir.
Lo de la celda a prueba de fugas era porque tenía un techo altísimo con solo un ventanuco y paredes de cobre. Los guardas se reían de él diciéndole que no iba a salir de allí jamás.
Durante ocho meses, Yoshie se dedicó a practicar la escalada por aquellas resbaladizas paredes de cobre. Cada noche subía un poco más, y cuando consiguió alcanzar el ventanuco se dedicó a aflojar poco a poco las rejas que lo cubrían. Otra cosa no, pero paciencia tenía un rato.
Una vez supo cómo escalar y tuvo la ventana abierta, solo le quedó esperar al momento propicio: una noche en la que hubiese una buena tormenta, con truenos y relámpagos que cubriesen cualquier ruido que pudiera hacer al andar sobre el tejado.
Esta vez Yoshie estuvo fugado tres meses. Sin embargo no pudo acercarse a su familia, ya que sabía que la policía los estaría vigilando y lo atraparían de nuevo. Así pues, estuvo dando tumbos hasta que un buen día se presentó en la casa de un viejo amigo…
El jefe de los guardas de la prisión, Kobayashi.
Se ve que Kobayashi era de los pocos guardas que se habían portado más o menos bien con él, y Yoshie acudió a pedirle ayuda para enfrentarse a un sistema judicial que consideraba corrupto y malvado. El pobre Yoshie no era muy listo, también os lo digo.
Mientras Yoshie estaba en el baño Kobayashi llamó a la policía y nuestro intrépido protagonista volvió a ser detenido. Se dice que en ese momento se juró a sí mismo que nunca más volvería a confiar en un agente de la ley.
Como los jueces eran unos cachondos, le añadieron tres años más a la condena de Yoshie porque WHY THE HELL NOT. También denegaron su petición de ser enviado a una cárcel de Tokyo, donde el clima era mejor para su maltrecha salud.
En lugar de a Tokyo lo mandaron a la prisión de Abashiri, en Hokkaido. La prisión más al puñetero norte de todo Japón. Como declaración de intenciones hay que reconocer que es demoledora.
En Abashiri las cosas volvieron a la horrible normalidad: palizas, trabajos forzados, celdas con ventanas sin cristales por las que se colaba el frío… ¡Ah! Además hicieron fabricar para él unas esposas especiales que pesaban como 20 kilos y que tardaban dos horas en quitarse.
Cualquiera pensaría que Yoshie no iba a salir de aquel infierno más que con los pies por delante.
GRAVE ERROR
Porque en Abashiri, amigos míos, es donde Yoshie Shiratori se marcó el mayor numerito de su carrera de escapista. El numerito definitivo. EL NUMERITO DE LA SOPA.
Resulta que una de las cosas que se comían en la prisión cada puñetero día era sopa de miso. Y durante seis meses, Yoshie se dedicó a rociar con la sopa las esposas y la ranura por la que le pasaban la comida. La sal y la humedad empezaron a corroer lentamente el metal.
Finalmente una noche las esposas quedaron tan oxidadas que se las pudo quitar, y lo mismo pasó con la puertecilla de la ranura para la comida. Por si no tenéis en mente a qué me refiero, estamos hablando de un espacio más o menos así:
Yoshie no era un tipo especialmente grande y menos estando enfermo y mal alimentado. Pero de todas formas, colarse por un sitio así es acojonantemente difícil, por decirlo con delicadeza. No sé si veis a dónde quiero ir a parar.
Efectivamente, Yoshie SE DISLOCÓ LOS DOS HOMBROS, se coló por la ranura de la comida y salió por patas de Abashiri. Cuando los guardas abrieron la celda se encontraron el futón y las sábanas doblados con cuidado y las esposas encima, bien visibles.
Aunque al principio la policía lo buscó, a medida que pasaban los días se iban convenciendo cada vez más de que Yoshie no había sobrevivido a las bajas temperaturas y el terreno montañoso, y poco más de una semana después dejaron de buscarlo.
En realidad, Yoshie había encontrado unas cuevas y se refugió allí, cazando y recogiendo raíces para comer. Entre unas cosas y otras pasaría dos años en aquellas cuevas. El susto cuando bajó al pueblo más cercano y se lo encontró lleno de banderas americanas fue de traca.
Decidido a reunirse con su familia, Yoshie echó a andar y llegó hasta Sapporo. Allí se coló en un huerto para robar unos tomates, con la mala suerte de que el granjero lo pilló, se enzarzaron en una pelea y Yoshie terminó apuñalando al pobre hombre, que murió desangrado.
La gente de las granjas cercanas oyó el barullo y retuvo a Yoshie hasta que llegó la policía, que se quedó con las patas vueltas cuando descubrieron que tenían delante al señor que se había escapado de la cárcel más chunga de Japón. Y allá que se lo llevaron detenido otra vez.
Yoshie fue finalmente condenado a la pena capital por el asesinato del granjero, aunque él siempre mantuvo que había sido en defensa propia. En 1947 lo llevaron a la prisión de Sapporo a esperar su ejecución. De nuevo, le plantaron una parafernalia sensacional.
Una celda de techos altísimos, con ventanas más pequeñas que su cabeza, y con seis guardas vigilándolo 24 horas al día. Si es que en el fondo parecía que lo estaban retando, copón.
De hecho, en la prisión estaban tan seguros de que no se podría escapar que dejaron de tenerlo esposado. Y bueno, lo mismo ese fue el error, también os lo digo.
Los guardas se reían del pobre Yoshie mientras lo veían mirar hacia el techo buscando desesperadamente una salida. Y también se rieron cuando empezó a no salir de la cama, deprimido y hastiado como estaba de su situación. Y se reían, y se reían…
Estaban tan entretenidos riéndose que no se habían dado cuenta de que, mientras ellos miraban hacia arriba, Yoshie había estado trabajando hacia abajo. Más concretamente, hacia el agujero que había excavado en el suelo usando boles de sopa como pala.
Una mañana, viendo que Yoshie no reaccionaba cuando lo llamaban, los guardas entraron en la celda para ver si seguía vivo, pero Yoshie ya no estaba. Cuando movieron el futón descubrieron el túnel por el que había escapado. Era la cuarta y última vez que lo haría.
Un año más tarde, un policía que patrullaba por un parque de Sapporo le ofreció un cigarrillo a un hombre que estaba sentado en un banco con aspecto abatido. El hombre lo aceptó y cuando terminó de fumárselo dijo unas palabras que noquearon al policía.
“Mi nombre es Yoshie Shiratori. Me escapé de la prisión de Sapporo hace un año. Puede usted detenerme si quiere.”
Yoshie estaba tan cansado y se había visto tan afectado por el gesto de generosidad del policía (los cigarrillos eran un producto de lujo en el Japón de posguerra) que decidió olvidarse de lo de "no voy a confiar más en esta gente" y se entregó.
Ni que decir tiene que Yoshie fue detenido una vez más, pero esta vez las cosas iban a ser diferentes. Aunque lo juzgaron de nuevo, el Tribunal de Sapporo admitió que jamás había herido a nadie para escaparse y que la muerte del granjero fue de verdad en defensa propia.
La sentencia de muerte fue revocada y, aunque lo condenaron a 20 años por fugarse, el tribunal aceptó su petición de ser trasladado a Tokyo para mejorar su salud. La prisión de Fuchū, a 20 kilómetros de la capital, iba a ser su última cárcel.
Yoshie permaneció en Fuchū hasta 1961, cuando lo dejaron en libertad condicional por buen comportamiento. Fue la primera y única vez que no fue maltratado por el sistema penitenciario, y también la primera y única vez que no intentó fugarse.
Su esposa había muerto mientras él estaba en la cárcel, pero su hija seguía viviendo en Aomori y Yoshie volvió a su ciudad natal para vivir con ella hasta 1979, cuando falleció de un ataque al corazón. Algunas fuentes dicen que sus cenizas fueron enterradas mirando al Monte Fuji.
Yoshie Shiratori es un auténtico héroe (o mejor, anti-héroe) popular en Japón, hay no pocos libros y películas sobre su figura, y hasta ha inspirado algún que otro personaje de anime. Pero el recuerdo más gracioso que hay sobre su figura está, como no, en Abashiri.
El museo de la prisión de Abashiri tiene un curioso recuerdo hacia el único hombre que se escapó de allí: una figura que representa a Yoshie, en ropa interior, escapando de la cárcel por las ventanas del techo. Al menos se lo tomaron con sentido del humor.
Espero que os haya gustado. Otro día, si os portáis bien, os cuento la historia de la señora que a lo mejor mató a 35 personas a hachazos para sacrificarlas a un culto vudú y luego desapareció de la faz de la tierra.
P.D.: Si os ha gustado os agradeceré la difusión y los RTs con una ola virtual y trocitos de esta mano de gloria que me han traído los habitantes de Hagley de parte de una tal Bella.
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Efemérides (con #Tudorismo): Tal día como hoy de 1567 le dieron boleto a Lord Darnley, segundo marido de María Estuardo y persona repulsiva en general, por el fantástico método de volar en cachitos la casa en la que dormía y, cuando eso falló, estrangularlo a lo bruto.
Como María no era muy lista montó un juicio-paripé para absolver a su asesino y luego se casó con él. Todos sabemos lo bien que terminó eso.
Por cierto, que hace un par de años pude ver en los Archivos Nacionales un par de documentos relacionados con el tema: el mapa/croquis del pifostio (Darnley es el señor en pelotica de arriba a la derecha), y una de las placas que acusaban a María de adulterio con el asesino.
Hola niños, bienvenidos al primer hilo del año. Nuestra protagonista de hoy es una señora a la no era prudente hacer enfadar, y que ejerció su venganza personal a lomos de un puñetero tanque. Esta es la historia de Mariya Oktyabrskaya, la Viuda del Tanque.
Mariya había nacido en Crimea en 1905, una de los diez hijos de un matrimonio de campesinos ucranianos muy, muy pobres. De hecho, algunas fuentes mencionan que eran directamente siervos, aunque no está del todo claro.
No se sabe nada de su vida hasta 1925, año en el que se casó con Ilya Oktyabrsky, un oficial del ejército soviético. Durante unos años, el matrimonio vivió una vida tranquila, con Ilya dedicado a sus labores militares y Mariya trabajando como teleoperadora.
Hola niños, hoy os traigo una historia de esas que provocan pesadillas. Un asesino en serie tan escurridizo que le ganó la partida al ‘intocable’ Elliot Ness. Esta es la historia del Asesino del Torso de Cleveland, también conocido como el Carnicero Loco de Kingsbury Run.
Cleveland, Ohio, 23 de septiembre de 1935. Dos chavales que se están saltando las clases encuentran el cuerpo decapitado y desmembrado de un hombre joven. Cuando la policía acude al lugar y empieza a mover cosas, se encuentran con un segundo cadáver a unos metros de allí.
El primer cuerpo es identificado como Edward Andrassy, un pequeño delincuente de la zona conocido por la policía. El segundo cadáver, otro hombre de unos 40 años que llevaba muerto al menos dos semanas, jamás será identificado.
Hola niños, hoy os traigo una historia que lo tiene todo: amor, intriga, venganza, piratería y franceses perdiendo reyertas contra sí mismos. Es la historia de una noble dama que decidió vengarse de un rey haciéndose corsaria. Os presento a Jeanne de Clisson, la Loba de Bretaña.
Nació en 1300 con el nombre de Jeanne Louise de Belleville en Belleville-sur-Vie, al oeste de Francia, y lo hizo en el seno de una familia noble: su padre era Maurice IV Montaigu, señor de Belleville, y su madre era Létice de Parthenay, hija de otro señor de la zona.
Cuando tenía 12 años la casaron con Geoffroy de Châteaubriand, y me voy a callar lo que opino al respecto. Al menos Geoffroy tenía “solo” 19 años, que podría haber sido mucho peor, supongo. En fin, que tuvieron dos hijos y vivieron juntos hasta que Geoffroy amochó en 1326.
Mira, voy a hacer una de esas listas que tanto gustan por aquí por eso de que es el mes de Halloween AKA el Mejor Mes del Año™. La llamaré #BrujasdeHalloween, porque ellas lo valen.
(Ya sé que estamos a día 3 y que esto tendría que habérmelo pensado antes, pero se me ha ocurrido ahora. Hoy hay ración triple y ya lo llevaré al día a partir de mañana).
Día 1: Miss Eglantine Price (Angela Lansbury), 'La bruja novata' (Robert Stevenson, 1971)