Los venezolanos no tenemos una eternidad por delante, estamos al borde de la extinción como país y tenemos que ingeniárnoslas para llamar la atención de EEUU y PERSUADIRLO… ¿Pero es posible semejante cosa? Lo es, contrariamente a lo que se piensa. Lo es, si todos masivamente
convertirnos nuestra solicitud en una OFERTA. No lograremos la intervención sin seducción, sin enamoramiento.
La clave del éxito es ofrecer algo a cambio de ella, de manera pública, explícita y multitudinaria. Lo cual es inútil de intentar siquiera por dentro de las
instituciones. Hay que hacerlo POR FUERA de ellas (“out of the box”) porque todas están podridas y se interponen entre las multitudes y el poder real de los gobiernos. Los gobernantes en ciertos casos tienen que recibir el mensaje directamente de las multitudes para poder actuar,
a veces es la única manera de que puedan tomar decisiones soberanamente.
En nuestro caso el mensaje que hay que enviarle directamente a EEUU puede materializarse en la forma de un Manifiesto a ser firmado por millones de venezolanos a través de una plataforma estándar de
peticiones en línea (por ej. change.org, Avaaz.org, etc); pero para convertir en una realidad una iniciativa semejante hay que promover dicho Manifiesto hasta hacerlo del conocimiento público. Es la pré-condición inexorable: lograr que todos los
venezolanos sepan de su existencia, que estén enterados, al menos como suelen estarlo de unas elecciones, del Play-off, de las burradas de Maduro o de las importantísimas novedades de Norkys…
Con lo cual podemos ver que dar a conocer el Manifiesto tal vez sea más lo difícil
de todo (incluso más que lograr la intervención), porque dicho Manifiesto, porque… digamos que no sólo no tendría una pizca de circo ni de mediocridad, sino que señala con el dedo al colaboracionismo, al servicio del cual parecen estar todos los “influencers”.
Su contenido debe constar de 3 cosas esenciales:
◦un desconocimiento masivo a la oposición y al régimen;
◦una clara solicitud de intervención militar;
◦y una oferta (que sería la clave del éxito para convencerlos de realizar la intervención).
El Manifiesto debe dejar bien claro, negro sobre blanco, que los venezolanos permitiremos, e incluso necesitamos, que la re-institucionalización del país y la reinstauración de la democracia sean conducidos, después de la intervención, por la Autoridad Provisional Extranjera
a través de un gobierno de transición compuesto por venezolanos ESCOGIDOS POR ELLA, por sus servicios de inteligencia, según sus criterios y conveniencia operacional, pues esto nos garantiza que la falsa oposición denunciada en el Manifiesto y todos los aspirantes a vengadores y
otros pescadores en río revuelto queden «fuera» de la reconstrucción; que no vengan a infectar la política del nuevo país con nuestras peores taras históricas (que ellos portan en abundancia). Es la única forma de que el país pueda ser fundado —más que refundado— prácticamente
desde cero.
Importante saberlo: nos toca poner de lado cualquier tipo de alarde nacionalista, de protagonismo y de patrioterismo barato. En el punto en que nos encontramos, que es bastante próximo al de la extinción como nación, los intereses del país interventor no están en
contradicción alguna con los propios nuestros. Una intervención militar y política será siempre, en nuestro caso, de «ganar-ganar».
Pues bien, señores, un Manifiesto como el mencionado, pensado minuciosamente para la ocasión, está fijado en mi perfil
de Twitter en forma de hilo; está en español y en inglés, también disponible para descargarse, e incluso en versión audiovisual. Así como un hilo explicativo de la propuesta. Propuesta que espero que la lean y la analicen y la difundan.
Repito: la propuesta sólo funcionará si llegamos a difundir #ElManifiesto al punto de convertirlo en un tema público. De ello dependerá que en pocas horas tengamos entonces millones de firmas (firmas que incluso pueden ser anónimas (tal como lo permiten estas plataformas).
El efecto que esto producirá en la comunidad internacional, y especialmente en Washington, podemos imaginarlo. Lo que será recogido y rebotado por todos los medios (no sólo por las redes) es que los venezolanos, no teniendo más opciones, se movilizaron inteligentemente para
expresarse «por fuera de la caja» en contra del régimen y simultáneamente desconocieron a la «oposición», pidiendo una intervención militar y política en la que sean rescatados física y políticamente para volver a fundarse como nación.
Lo insólito, lo nunca visto: una iniciativa ciudadana adaptada a lo inaudito de las circunstancias, hecha por encima de todas las trampas de la rancia diplomacia institucional. Hablándole directamente al mundo, sin intermediarios de partidos ni de grupos. La sociedad misma
en pleno, NO ORGANIZADA. Sin liderazgos. Ni siquiera voceros.
Todo cual es parte de la persuasión, del enamoramiento…
Una simple petición en línea que ni siquiera necesita poder ser auditada para verificar sus firmas, puesto que no se trata de unas elecciones ni de una
acción del poder instituido, es lo contrario, una acción espontánea de los ciudadanos por encima de sus instituciones y en desconocimiento de ellas (las cuales no puede utilizar, pues están doblemente usurpadas).
Los millones de venezolanos en respaldo del Manifiesto son
la prueba misma y suficiente, aun firmando anónimamente. No es, pues, una manifestación del poder constituido sino constituyente, originario. Y por encima, por supuesto, de la Constitución chavista y supuestamente vigente.
Fin de la plastilina.
X. P.
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Lo que trae al pueblo la ambición de poder de los caudillos, de los vengadores disfrazados de políticos, es la división, como sabemos; pero no sólo una división que consista en la acentuación de los diversos pareceres existentes, los cuales pueden convivir y auto equilibrarse en
toda comunidad, sino una división que consista en subvertir el orden natural. Rasgándose las vestiduras por el pueblo, en realidad es al corazón mismo del pueblo el que rasgan: la unidad de sus familias. La unidad familiar es el corazón del pueblo, y en nombre de causas
adulteradas y de cuantas excusas inventadas su imaginación les provee, estos monstruos inyectan en dicho corazón el germen fatal que quiebra a la sociedad en dos, mientras llegan al poder sobre lo que pronto será sólo un valle de lágrimas. Lean la siguiente semblanza, escrita por
«El 25 de este mes y año [25 de enero de 1814] BOLÍVAR declara que toda propiedad pertenece al Estado.
«En 18 de diciembre de 1813 Bolívar había dicho a Ribas : “Ha tenido a bien disponer el general Libertador que imponga U. S. al español procurador Gaspar Ascanio la cantidad
de diez mil pesos de multa, y de no verificarlo, lo haga U. S. pasar por las armas. También ha acordado el mismo general que exija U. S. igual multa de diez mil pesos a don Francisco Antonio Carrasco, bajo la misma pena; y por último deberá exhibir la propia cantidad la viuda de
don Manuel Rodríguez (alias Puerto Escondido) entendiéndose con su padre don Lorenzo Sosa para que inmediatamente los entregue y de lo contrario apremiará a esta rigurosamente”.
«Hemos citado los decretos del 17 de septiembre y 15 de octubre del año de 13. Después de la
Ahora lean el verbo directo con que el más lúcido venezolano de su tiempo se dirige a Bolívar el 2 de mayo de 1815 en la Gaceta de Caracas, donde logró publicar la correspondencia interna del genocidio perpetrado 14 meses antes por el «libertador» y que éste negara apenas 6 meses
después de ocurrido, en carta al Secretario de la guerra del Gobierno General en Cartagena, de donde le llegó un reclamo. A esta negación José Domingo Díaz le contesta en la Gaceta:
«Venezolanos: en muestro idioma no hay una palabra capaz de expresar suficienfemente
esta especie de descaro. Vosotros que fuisteis testigos de sus bárbaras atrocidades, juzgadle.
Cuando toda la superficie de Venezuela está manchada con la sangre de hombres inocentes y pacíficos sacrificados a su insensata y desmesurada ambición; cuando centenares de familias
En 1800, a 300 años de la conquista, el imperio español había cristalizado la obra civilizadora más grande de la historia y su preeminencia mundial desataba la envidia de los reinos de Europa. Este odio noroccidental contra él adquiría
unos ribetes de frustración absolutamente singulares: España era retrógrada y por ende indigna de tal poderío ya que en el proceso de colonización devenía mestiza. ¡Osaba mezclarse con salvajes, fundar familias impuras! Y ello como política de Estado, por voluntad Real explícita.
¡Así no se coloniza a una especie inferior, así se barbariza a una superior!
Buena parte de la propaganda anti española se basada en dicho verso. Con lo cual es muy curioso que hoy los hijos de la mentada mezcla, los hispanoamericanos, defiendan la tesis del atraso español.
En 1800, todos los venezolanos éramos españoles. Decir «venezolanos» era como decir margariteños o falconianos. En otras palabras, provincianos. ¿Pero quién si no algunos engreídos muchachitos afrancesados podían sentirse disminuidos por ello?
Venezuela era una decentísima y próspera provincia española que, justo en los 27 años previos a la atroz revolución bolivariana (la original), había triplicado su economía gracias al libre comercio de sus puertos, decretado por el rey Carlos III.
Nada justificaba la retórica
independentista, sólo la resentida ambición de un oportunismo mantuano (muy minoritario, valga subrayarlo).
En 1810, con esta revolución pseudo-patriota nuestra envidiable prosperidad se detuvo por completo. Venezuela, que no era una colonia sino una provincia del reino,
Algunos se preguntan por qué Iberoamérica es tan pendeja que teniéndolo todo sólo termina produciendo tiranillos y miseria. Y enumeran muy bien los ejemplos. Pero se quedan en la pregunta, no nos dan la respuesta. Les diré algo, me pueden linchar por inmodesto, pero creo saberla:
nuestra «independencia» del imperio español (del cual éramos parte y no precisamente como colonias, sino como dignísimas provincias) fue una farsa injustificable, montada por potencias rivales como Gran Bretaña, Francia, Holanda, etc. a partir de una propaganda anti española con
la cual fueron armando una leyenda negra y captando ricos hacendados a quienes se les hizo ver que el continente les pertenecería tras una revolución. Hoy llamamos a dichos criollos libertadores, pero es gracias a ellos que el continente dejó de ser un imperio para convertirse